Activistas de 30 países demandaron ante tribunales de todo el mundo a las principales productoras de semillas mediante manipulación genética, un paso que, afirman, liberará a la agricultura del control de unas pocas firmas.
"La acción refleja la preocupación de la humanidad por su futuro. Los transgénicos representan una amenaza económica a la agricultura y pone en riesgo la sobrevivencia de la humanidad", señaló el profesor Sebatian Pinheiro, de la Universidad Federal de Río Grande en Brasil.
El activista Jeremy Rifkin, líder de la Fundación de Tendencias Económicas, dirige la campaña para que los campesinos de Asia, Europa, América del Norte y América Latina desafíen el poder de los productores mundiales de alimentos genéticamente modificados.
"Compañías transnacionales como Monsanto o DuPont no están preocupadas por el hambre en el mundo o la calidad de vida de la humanidad. Quieren, sí, poder sobre la agricultura, dominar la política de alimentos, impulsadas por sus intereses comerciales", dijo Pinheiro.
"Cuando el juicio esté en marcha tanto en Estados Unidos como en un tribunal extranjero, será la mayor acción antimonopólica del mundo, con excepción del caso Microsoft", agregó.
Los activistas afirman que Monsanto, DuPont, Pioneer Hi-Breed y Novartis explotan la biotecnología con deslealtad, de modo de ganar gradualmente el control de los mercados agrícolas globales.
Los cultivos modificados se encuentran protegidos por patentes y contratos. Los campesinos que los plantan deben prometer que no conservarán las semillas para usos futuros.
Mediante el empleo de la biotecnología, las grandes corporaciones pretenden extender su control a 45 por ciento del mercado de productos biológicos. Su arma principal es un sistema de patentes concebido para proteger la creación de maquinaria y no para plantas y animales, dijeron los activistas.
Monsanto, junto con otras compañías agroquímicas, tambien está desarrollando métodos para alterar plantas para que no produzcan semillas utilizables.
Esto podría obligar a los campesinos a comprar semillas año tras año, y dar poder a las compañías para que dicten el futuro de las cosechas, dijeron los activistas.
"En el curso de la historia, los campesinos han sido capaces de producir alimentos y sembrar sus campos con sus propias semillas. Esas compañías están tratando de cambiar esto", dijo Rich Lewis, uno de los abogados querellante.
Firmas legales, contratadas sobre la base de que cobrarán sus honorarios sólo si ganan juicios, estudian las leyes antimonopolios que bloquee la querella de Rifkin en tribunales estatales, federales o extranjeros.
Analistas agrícolas estiman que las grandes corporaciones poseen 30 por ciento del comercio global de semillas, valuado en 23.000 millones de dólares, una cifra equivalente al producto interno bruto de Vietnam.
Cinco de esas compañías (Monsanto, Novartis, Astra-Zeneca, Aventis y DuPont) controlan, de hecho, todo el sector de cultivos genéticamente modificados, según los expertos.
Cuando Monsanto adquirió el año pasado las operaciones con semillas de Cargyll en Africa, Asia, América Latina y Europa por 1.400 millones de dólares, ganó el control sobre los centros de investigación y producción en 24 países y sus sistemas de distribución en otros 50.
El pleito se produce en momentos de creciente preocupación sobre las consecuencias de los cultivos genéticamente modificados y resistencia de ciertos bloques económicos, como la Unión Europea, respecto del consumo e importación de esos cultivos.
Algunos países como Argentina y México apoyan esa tecnología, en tanto otros, en especial los africanos, titubean acerca de su seguridad científica.
En India, Vandana Shiva, conductora de la Fundación de Estudios para Ciencia, Tecnología y Ecología, expresó que la acción antimonopólica podría ser un agregado útil a campañas locales como la iniciativa "Fuera Monsanto de India", que se inició un año atrás.
Sin embargo, por sí misma, su única consecuencia podría ser crear malestar entre los campesinos que son blanco de Monsanto y Cargyll, acotó.
La Fundación que lidera Shiva es uno de los tantos grupos que cuestionó ante la Corte Suprema de Justicia de India la nueva ley sobre patentes, que concede derechos monopólicos y de comercialización a transnacionales de drogas y agroquímica.
Cientos de granjeros de algodón en el mercado del estado meridional de Andhra Pradesh se suicidaron el año pasado tras el fracaso de sus cosechas. Habían adquirido costosos pesticidas, pero no pudieron pagar las nuevas semillas.
Brasil, una de las 10 mayores economías mundiales, se muestra contrario a la comercialización de productos de biotecnología. El Ministerio del Ambiente dijo que eran mecesarios más estudios y que Brasil temía además la pérdida de estratégicos mercados europeos.
En la cumbre de la Organización Mundial de Comercio fijada para noviembre en Seattle, Africa cuestionará la posibilidad de patentar formas de vida, lo cual tendrá devastadores efectos en la agricultura, principal sector de sus economías.
En la actualidad, Rifkin está buscando una patente sobre el uso del ADN para crear híbridos humanos y animales, con la esperanza que la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos prohiba la concesión de patentes sobre vida humana.
"La revolución biotecnológica obligará a cada uno de nosotros a poner un espejo a nuestros valores más profundos, haciéndonos formular la pregunta final sobre el propósito y significado de la existencia", dijo.
En el pleito pendiente, Rifkin está asistido por 20 firmas legales, incluyendo Cohen, Milstein, Hausfeld y Toll, con sede en Washington, el bufete que obligó a la banca de Suiza a pagar 1.250 millones de dólares a sobrevivientes del holocausto.
"La acción de esos 30 países puede ser beneficiosa para Brasil si estimula la creación de mecanismos para prevenir monopolios", expresó Antonio Donizeti Beraldo, de la Confederación Nacional de la Agricultura, que representa los derechos de los campesinos.
La querella resultará beneficiosa para todos los países en desarrollo si triunfa, según los activistas.
Cuando la firma W.R. Grace en Estados Unidos sacó una patente hace varios años sobre especies de semillas de soja, con ella obtuvo el derecho de controlar cultivos alimentarios en países en desarrollo valuados en 27.000 millones de dólares. (FIN/IPS/tra- en/mo/gm/mk/ego/mj/sc dv/99