Los viejos políticos de México y sus seguidores ya no entienden qué pasa en este país. Por primera vez, un presidente brinda testimonio judicial por un asesinato, el partido oficial muestra fisuras frente a las elecciones del 2000 y la oposición, antes irreconciliable, se une.
Desde 1994, el sistema político, dominado 70 años por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), ha enterrado viejas formas y prácticas que hicieron de México un destino aburrido y poco apreciado por los corresponsales de la prensa internacional.
El jueves se supo que, por primera vez en la historia mexicana, un presidente fue interrogado judicialmente por un asesinato. La Procuraduría informó que Ernesto Zedillo respondió en abril un cuestionario relativo al homicidio del ex candidato presidencial Luis Colosio, muerto en marzo 1994.
Zedillo, quien asumió la presidencia hace cinco años, fue designado candidato presidencial del PRI luego del asesinato de quien fuera su amigo y colaborador, crimen cuyo móvil y autor intelectual aún se desconocen.
La declaración del mandatario era exigida desde 1995 por los partidos opositores, para quienes la negativa de las autoridades policiales y judiciales a llamar Zedillo mostraba su falta de independencia.
"Ya no entiendo nada. En México el presidente era el presidente y merecía respeto, y el PRI era todo, pero ahora hasta entre ellos se pelean", dijo Arturo Zárate, un taxista de 67 años que antes trabajó como chofer para un político del "sistema", según dijo, y siempre votó por el PRI.
"Ahora hasta en las caricaturas se burlan del presidente", expesó Zárate.
Desde la irrupción de la guerrilla zapatista en el sureño estado de Chiapas en enero de 1994, el sistema político mexicano, donde el PRI controlaba desde la presidencia hasta sindicatos y organizaciones campesinas, exhibe continuas sorpresas.
Tras el crimen de Colosio, ocurrió el asesinato del secretario del PRI Francisco Ruiz Massieu, atribuido a Raúl Salinas, hermano del ex presidente Carlos Salinas (1988-1994). También se destaparon sonados casos de corrupción y el país enfrentó la peor crisis económica en 50 años.
Muchos medios de comunicación abandonaron su tradicional alineamiento con el poder, Zedillo rompió con las viejas formalidades cortesanas que acompañaron por décadas a su cargo, las autoridades electorales se independizaron del Ejecutuvo y el PRI perdió por primera vez la mayoría absoluta en el parlamento.
"México nunca ha atravesado la prueba de fuego de una real democracia. No tenemos certeza de qué sucederá en el futuro cuando el PRI pierda una elección presidencial, no sabemos si el sistema político se negará a entregar el poder, no hay precedentes", apuntó el columnista Sergio Sarmiento.
De cara a las elecciones del 2000 y presionado por sus bases, el PRI dejó atrás el tradicional "dedazo" (designación del candidato a presidente a cargo del mandatario saliente) para escoger a su candidato en una consulta abierta.
En noviembre, el antes invencible partido celebrará elecciones primaras para nombrar entre cuatro aspirantes a su candidato.
En el proceso electoral, los dos principales contendientes, el ex secretario (ministro) de Gobernación (Interior) Francisco Labastida y el ex gobernador del estado de Tabasco Roberto Madrazo, se acusan desde múltiples frentes al punto que los directivos del PRI temen una grave ruptura en su partido.
Labastida, a quien se considera el candidato preferido por Zedillo, recibe apoyo de los más importantes miembros del PRI, mientras Madrazo se presenta como el opositor.
"No soy el candidato oficial, gracias a Dios" y "dale un Madrazo al dedazo", son frases centrales en sus spots televisivos.
"Nos preocupa lo que está pasando. El golpeteo y las declaraciones peligrosas entre los candidatos puden hundir al partido", señalaron los ex presidentes del PRI, tras llamar a la cordura a los contrincantes.
Mientras el partido oficial experimenta por primera vez con la democracia abierta y sufre divisiones, los dos principales grupos de oposición, el conservador Partido Acción Nacional (PAN) y el centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), dejan atrás sus diferencias y negocian crear una coalición.
Todas las empresas encuestadores coinciden en señalar que, si los votos del PAN, el PRD, el Partido del Trabajo, el Verde Ecologista y otras agrupaciones se dirigen a un sólo candidato, sin ninguna duda en el 2000 el PRI perderá la presidencia.
La coalición planteada por los opositores incluye candidatos a la Presidencia, el parlamento y todas las gobernaciones y municipios de este país. Su intención es establecer un "gobierno de transición a la democracia", afirman.
Para el PRI, que hace pocas semanas consideraba imposible un acuerdo entre sus rivales, la alianza opositora es entre "el agua y el aceite" y puede llevar al país al caos.
"La mezcla entre el agua y el aceite es la emulsión, pues eso somos y vamos por un programa básico común y por el fin del partido de Estado", declaró Luis Felipe Bravo, presidente del PAN.
Hoy la política es otra cosa, pues los viejos tiempos pasaron, dijo hace poco el ex presidente Luis Echeverría (1970-1976).
El taxista Zárate se lamentó de que "el PRI ya no sea igual y que la oposición tenga ahora fuerza". "Muchos ya no entendemos qué va a pasar, ojalá todo sea para bien, como antes", afirmó.
Zedillo, a quien los analistas atribuyen gran parte de la actual apertura política mexicana, dice estar orgulloso de la democracia y de la pluralidad, pero pide a su partido, el PRI, mantenerse unido para seguir gobernando "muchos años más". (FIN/IPS/dc/mj/ip/99