Anwar Ibrahim, ex viceprimer ministro de Malasia, sigue presente en la conciencia pública casi un año después de su detención y expulsión del gobierno, y desde la cárcel acusa a las autoridades de corrupción y abuso de poder.
Anwar volvió ahora a los tribunales, esta vez para enfrentar cargos de sodomía, tras haber recibido el pasado abril una sentencia a seis años de cárcel por supuesto abuso de poder para desvirtuar una investigación policial sobre su presunta inconducta sexual.
Los juicios de Anwar se han transformado en parte de la vida cotidiana de Kuala Lumpur. Los malasios ya se acostumbraron a los largos artículos de periódico sobre el tema, aunque ahora son menos extensos que durante el primer juicio.
Para la televisión, en cambio, Anwar casi no existe. Muy pocas partes del juicio son filmadas y exhibidas, y los informes se condensan en un par de párrafos.
Sin embargo, el público malasio no se olvidó del caso de Anwar.
El día 10, unos 60 manifestantes cortaron un pastel y cantaron feliz cumpleaños frente a la corte federal, en Kuala Lumpur, en el 52 aniversario del ex viceprimer ministro. A su alrededor había 15 camiones cargados de agentes de policía antidisturbios, además de carros lanzaagua y unidades caninas.
Hace un año, Anwar gozaba de la confianza del primer ministro Mahathir Mohamad, quien está en el poder desde 1981.
Como viceprimer ministro y ministro de Finanzas, Anwar era el único funcionario de gobierno que podía contradecir las opiniones de Mahathir, aunque se cuidaba de hacerlo con el máximo respeto, y esperaba sucederlo.
Sin embargo, cada vez tenía más enemigos dentro de la Organización Nacional de Malayos Unidos, el partido dominante de la coalición de gobierno. Entonces comenzó lo que sus partidarios denominaron "una campaña de rumores" en su contra y fue acusado de pretender sustituir a Mahathir.
En septiembre de 1998, Anwar fue destituido. Ese mismo mes fue arrestado, y desde entonces permanece en prisión.
Desde su celda, sin embargo, Anwar hace sentir su presencia mediante la publicación de informes sobre supuesta corrupción y abuso de poder por parte de altos funcionarios, incluidos el propio Mahathir, el ministro de Finanzas, Daim Zainuddin, y la ministra de Comercio Internacional e Industria, Rafidah Aziz.
Los informes acusan a Rafidah de abusar de su posición para otorgar a su yerno acciones de empresas públicas que cotizan en la bolsa, y a Mahathir de impedir una investigación al respecto. Daim también fue acusado de corrupción.
Así mismo, Mahathir y el empresario Eric Chia fueron acusados de corrupción en el caso de la fábrica nacional de acero Perwaja Terengganu Sdn Bhd.
Funcionarios de gobierno rechazaron los informes de manera tajanta y afirmaron que Anwar cometió "chantaje" y rompió el juramento de secreto que realizó cuando asumió su cargo.
Mahathir y otros funcionarios también se indignaron por declaraciones públicas de partidarios de Anwar según las cuales el ex viceprimer ministro conserva en el exterior seis cajas de documentos secretos cuyo contenido será revelado en el momento oportuno.
"Esto prueba que Anwar no respeta la ley", declaró Mahathir, y agregó que los documentos tomados por Anwar estaban clasificados de acuerdo con la Ley de Secretos Oficiales, y su uso restringido al gobierno.
La publicación de los informes se produjo en un momento en que la mayoría de la ciudadanía espera una repentina convocatoria a elecciones generales -se habla de que serían en septiembre-, aunque el gobierno tiene plazo hasta mediados del 2000 para hacerlo.
Los cargos proveyeron municiones a los partidos de oposición para acusar al gobierno de corrupción y abuso de poder.
"Mahathir y su administración están a la defensiva, y eso demuestra que los informes tuvieron una repercusión importante", señaló el analista político Maznah Mohamad.
Los observadores creen que Anwar podría tener una gran influencia en la campaña electoral desde la prisión.
Muchos malasios se volvieron más críticos hacia Mahathir luego de que Anwar apareció en una corte con un ojo negro, poco después de su detención.
Una investigación oficial estableció que Anwar fue golpeado bajo custodia por el jefe de policía de ese entonces, quien posteriormente renunció a su cargo.
Los llamados de Anwar a una profunda reforma política y social dieron nueva vida al movimiento "reformasi" iniciado tras su detención.
Aunque las actuales apariciones públicas del ex viceprimer ministro se limitan a sus comparecencias ante la corte, "todavía es una personalidad muy importante", observó Maznah.
"Ya pasó la etapa en que la gente se manifestaba abiertamente (en favor de Anwar), pero estoy seguro de que la indignación todavía está allí", agregó.
"Mahathir está equivocado si cree que la gente perdió interés en el asunto. Lo que sucede es que los malasios están hartos", concluyó el analista. (FIN/IPS/tra-en/an/cb/js/mlm/ip-hd/99