Un grupo de organizaciones no gubernamentales (ONG) recomiendan reducir la ayuda alimentaria a Indonesia, el país que recibió más asistencia de este tipo en 1998, y destinarla a otros estados que realmente la necesitan.
La difícil situación de Indonesia, el cuarto país más poblado del mundo, se debe a la crisis económica, pero también a malas políticas de desarrollo, sostiene un informe del Consejo de Seguridad Alimentaria y Comercio Justo del Sudeste de Asia, un grupo de ONG de Asia y Estados Unidos.
Habría que reducir la ayuda alimentaria destinada al cuarto país más poblado del mundo y "enviarla a los países dónde realmente hay hambruna, como Corea del Norte", sugieren.
El grupo, que envió un equipo internacional de ayuda humanitaria y expertos en agricultura a Indonesia a comienzos de este año, concluyó que el país "no necesita alimentos sino reformas económicas y agrícolas" para crear "puestos de trabajo que proporcionen (a la gente) los ingresos necesarios para sobreponerse al hambre y a la pobreza".
"Indonesia no sufre de escasez de alimentos en el sentido tradicional de la expresión", dijo Anuradha Mittal, coautor del informe y director del Instituto de Políticas para la Alimentación y el Desarrollo, de Estados Unidos.
"Hay alimentos suficientes para quienes pueden pagarlos, pero muy pocos están en condiciones de hacerlo debido al colapso económico. Sin embargo, predomina la imagen de la escasez que sólo puede remediarse con ayuda alimentaria", explica Mittal.
El informe "Fabricar una crisis: La política de ayuda alimentaria en Indonesia" acusa a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y al Programa Mundial de Alimentos (PMA) de atraer donantes divulgando "estudios erróneos sobre la escasez de arroz de 1998-99".
"Varias veces notamos que (la ayuda económica) es una actitud de autoservicio por parte de los países donantes, una forma de caridad", señaló Peter Rosset, coautor del libro "Hambre mundial: Doce mitos", publicado el año pasado.
"La producción nacional se reduce en los países que reciben donaciones ya que los agricultores no pueden competir contra las importaciones gratuitas y se ven obligados a abandonar las tierras", explicó Rosset.
Australia, Canadá, Estados Unidos y otros países donantes pretenden abrir mercados a largo plazo para su exceso de trigo y arroz, acusan las ONG en su informe.
Los autores acusan también a Japón de enviar su exceso de arroz en forma de crédito blando, pagadero en especie durante los próximos 40 años.
Cuando resultó evidente que en gran parte del campo ya no hacía falta importar alimentos baratos, funcionarios de ayuda humanitaria comenzaron a derivar los productos a los sectores indigentes de la sociedad "para calmar a sectores de la población urbana" y apoyar al partido de gobierno Golkar en las elecciones parlamentarias de junio, insiste el informe.
El Golkar está en el poder desde hace más de tres décadas y quedó en segundo lugar en los comicios, aunque ningún partido obtuvo mayoría parlamentaria.
Los autores del informe acusan a la FAO y al PMA de ser "tendenciosos" y de estar "algo confundidos".
Los funcionarios de dichas agencias enviaron una carta a las ONG en cuestión en la cual rechazan las acusaciones de ser cómplices de los esfuerzos del gobierno por acallar a la oposición política.
La afirmación de que la crisis de Indonesia "no es tanto una emergencia alimentaria sino más bien una crisis generalizada de desarrollo" también despertó controversias.
La crisis se debe, en lo inmediato, a la fuga repentina y general de capitales extranjeros que causó la debacle financiera de Asia a partir de julio de 1997.
Pero a largo plazo, los verdaderos responsables del colapso son la estrategia de desarrollo que dio prioridad a la industria y a la "Revolución Verde" que tenía como objetivo la autosuficiencia alimentaria, según las ONG.
Indonesia trató de aprovechar el capital nacional y atraer inversores extranjeros para industrializar el país, con el apoyo de instituciones financieras internacionales. Para ello, se manipularon las tasas de cambio y de interés, entre otras cosas.
Esas medidas "implicaron el traslado de los recursos destinados a la agricultura hacia la industria, porque los proyectos agrícolas demoran más en dar ganancias, mientras la inversión inmobiliaria urbana se convierte rápidamente en utilidades", señalaron los autores del informe.
Además "se diseñó una política de alimentos baratos para subsidiar a la industria manteniendo el precio de los productos básicos para la clase trabajadora urbana".
"Sin embargo, eso hizo que disminuyeran las ganancias obtenidas de la agricultura, lo cual resultó en la disminución de las inversiones y de la productividad de las granjas del país", explican.
Indonesia se plegó a la "Revolución Verde" para solucionar sus problemas y en 1984, la FAO declaró que había alcanzado la autosuficiencia alimentaria, lo cual quería decir, en realidad, que sólo era capaz de autoabastecerse de arroz.
La "Revolución Verde" obligó a muchos agricultores que cultivaban maíz, raíces y otros vegetales, a plantar arroz, y convirtió a diversas regiones en tierras de cultivo del cereal, aunque varias zonas no eran adecuadas para ese tipo de cultivo.
No se tuvieron en cuenta las distintas necesidades alimentarias, ni las condiciones ambientales o la biodiversidad. Paradójicamente, la inseguridad alimentaria y ecológica aumentaron en varias partes del país, mientras se producía cada vez más arroz.
"Treinta años de Revolución Verde llevaron a muchos agricultores a depender de insumos costosos, entre ellos semillas, fertilizantes y pesticidas. Los trágicos resultados de esta dependencia se sumaron al comienzo de la crisis financiera en 1997", señalan los autores del informe.
Las importaciones se redujeron y se eliminaron los subsidios para los fertilizantes, lo cual volvió a poner en peligro a la agricultura. Los productores se vieron amenazados por la entrada de 2,3 millones de toneladas de ayuda alimentaria barata o gratuita de los países donantes, afirman los activistas.
La ayuda alimentaria para Indonesia debería limitarse a las mujeres embarazadas, a las que están amamantando y a los niños que viven por debajo de la línea de pobreza, y el resto debería derivarse a otros países dónde realmente haya hambrunas, sostienen.(FIN/IPS/tra-en/aa/mk/aq/dv/99