El presidente de Cuba, Fidel Castro, aseguró hoy que su gobierno evitará a toda costa un éxodo masivo de personas que conduciría de forma inevitable al fin de los acuerdos sobre migración vigentes con Estados Unidos.
Ante la amenaza de una nueva crisis migratoria entre los dos países, Castro aseguró que "no existe la menor posibilidad de que Cuba autorice salidas masivas ilegales" hacia el estado de Florida, como afirmó la prensa de Miami.
Entre otras medidas para desalentar un éxodo se estudia la posibilidad de negar visa de entrada a la isla para visitar a sus familiares a todas aquellas personas que emigraron ilegalmente después del acuerdo de 1995.
"Quienes viajen de forma legal tendrán derecho a visitar este país siempre que lo deseen", dijo Castro.
Pero para los que emigran ilegalmente, que hasta ahora debían esperar como mínimo cinco años para que pudieran retornar en calidad de visitante, no tendrán más ese derecho, advirtió.
Hasta el primer diálogo entre el gobierno cubano y un grupo de emigrantes, registrado en 1978, todo el que se iba de la isla lo hacía sabiendo que no podría volver ni de visita, excepto que se produjera la tantas veces anunciada caída de la revolución liderada por Castro.
Esta medida complementaría la adopción el 21 de julio de un decreto que regula la tenencia y operación de embarcaciones, prohíbe la confección de balsas rústicas y establece fuertes multas y decomisos de bienes para los infractores.
Castro dedicó el cuerpo central de un discurso de seis horas, que concluyó esta madrugada, a la historia de las relaciones migratorias entre Cuba y Estados Unidos y la coyuntura actual.
Sobre la supuesta promesa del presidente estadounidense Bill Clinton de revisar los acuerdos migratorios bilaterales, dijo que prefiere "pensar que son distorsiones y fantasías de una persona irresponsable, ignorante, indiscreta e inmadura".
Clinton habría prometido el mes pasado a Jorge Mas Santos, hijo del fallecido líder del exilio cubano Jorge Mas Canosa, y presidente de la Fundación Nacional Cubano-Americana.
La Fundación es la más influyente de las organizaciones de exiliados cubanos en Estados Unidos.
"No es posible creer que el presidente de Estados Unidos, un hombre al que se le reconoce inteligencia y cultura, haya sostenido semejante diálogo que lo coloca en una posición casi servil", dijo el mandatario cubano.
Castro añadió que su país está decidido a evitar una nueva crisis migratoria, que daría la justificación a una intervención militar estadounidense en la isla, pero nada puede hacer contra las leyes sancionadas en Washington que benefician a la emigración ilegal.
El éxodo de más de 30.000 personas durante la "crisis de los balseros" de 1994 concluyó con un acuerdo que comprometió a Washington a otorgar un mínimo de 20.000 visas anuales para habitantes de la isla que quisieran emigrar a ese país.
En 1995 se acordó la repatriación de toda persona procedente de Cuba que fuera interceptada en un intento de entrada ilegal en Estados Unidos o que penetrara en la Base Naval de Guantánamo, enclave estadounidense a 971 kilómetros de La Habana.
Cuba aseguró que cuidaría sus fronteras para asegurar una emigración legal y ordenada, sin el uso de la fuerza, y que en ningún caso tomaría represalias contra los involucrados en intentos de salida ilegal del país.
Pero, paralelo a los acuerdos, siguió vigente la Ley de Ajuste Cubano, aprobada en 1962 en Estados Unidos, que otorga asilo político a todas las personas procedentes de la isla que logran pisar suelo estadounidense, independientemente de la vía de entrada.
Sectores del exilio cubano en Estados Unidos se manifestaron desde un inicio contrarios al acuerdo migratorio entre ambos países y presionaron para el levantamiento de la política conocida como "pies mojados/pies secos".
La situación pareció complicarse este año cuando la prensa de Miami informó sobre un aumento sustancial de llegadas de inmigrantes ilegales y aseguró que el gobierno de Castro abriría sus fronteras marítimas.
Sobre esa versión, el presidente cubano afirmó que constituye un verdadero complot de la mafia y la extrema derecha cubana en el exilio con la complicidad de jefes del Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos.
Desde la firma de los acuerdos migratorios, más de 67.000 personas recibieron visa para radicarse en Estados Unidos, sin contar a unos 15 balseros que se encontraban en la Base Naval de Guantánamo desde la crisis de agosto de 1994.
Hasta finales de julio, 2.301 emigrantes ilegales fueron devueltos a la isla, pero, según Castro, alrededor de 20 por ciento de los interceptados por los guardacostas nunca fueron repatriados.
El diario de Miami El Nuevo Herald asegura que 1.860 indocumentados cubanos alcanzaron el sur de Florida desde comienzos del año fiscal en curso, iniciado en octubre de 1998.
Fuentes oficiales de Cuba, donde se encuentran detenidas 40 personas por tráfico ilegal de emigrantes, aseguran que los traficantes cobran hasta 8.000 dólares para trasladar a los indocumentados.
El presidente cubano aseguró que quienes se lanzan en esa aventura son aquellos que nunca recibirían una visa de Washington, porque se convertirían en una amenaza para la sociedad estadounidense.
"Muchos son elementos marginales o delincuentes a los que la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana jamás concedería una visa, y, sin embargo, mediante la Ley de ajuste cubano reciben el beneficio de obtener la residencia en esa nación", dijo Castro. (FIN/IPS/da/mj/ip pr/99