Un estudio de Unicef reveló que en la capital de Uruguay 47,6 por ciento de los habitantes de asentamientos irregulares son niños, niñas y adolescentes, que padecen notorias carencias sanitarias, económicas y educativas.
El estudio al que accedió IPS fue realizado con el objetivo de obtener datos que sirvan de base para adoptar medidas en procura de mejorar la calidad de vida de esos sectores y promover su integración social.
Los especialistas que efectuaron el trabajo financiado por Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) fueron la psicóloga Andrea Di Candia, las asistentes sociales Cristina Rodríguez, Rosa Barreix y Flavia Vidone, la maestra Mora Podestá y el arquitecto Mario Lombardini.
El análisis, coordinado por la Fundación para el Desarrollo Integral (Intec), fue realizado en Montevideo, donde vive 42,5 por ciento de los 3,2 millones de habitantes de este país.
El fenómeno de los asentamientos irregulares ha crecido en los últimos años y, según el estudio, en la actualidad 94 por ciento de los mismos se ubica en la periferia de la ciudad y representa 37 por ciento de su población.
Los hogares de esos asentamientos, en los que 47,6 por ciento son niños, niñas y adolescentes, muestran hogares con una tasa de dependencia muy alta que repercute negativamente en el ingreso por habitante de los mismos.
En el resto de la población de la capital uruguaya los niños y adolescentes son 26,3 por ciento del total.
Montevideo tiene una tasa de crecimiento anual de entre dos y tres por ciento, pero en las áreas periféricas, donde están los asentamientos irregulares, la población creció a un ritmo de 8,8 por ciento por año.
"Sea por la necesidad de dedicarse al cuidado directo, sea por dificultades de ingreso al mercado de trabajo, sea por pautas culturales diferentes, la mayor cantidad de niños y adolescentes se acompaña con un número de preceptores de ingresos menor al promedio de la ciudad", dice el informe.
Ese menor ingreso por habitantes está asociado a menores niveles de satisfacción de las necesidades básicas, como educación, salud y equipamiento, agregó.
El promedio de años de estudio de los habitantes de los asentamientos es inferior al nivel de enseñanza obligatoria y en las zonas la cobertura para preescolares es casi nula.
El 95 por ciento de los niños entre cinco y 13 años de las zonas estudiadas asisten a la escuela primaria. De ellos, 29 por ciento tiene una edad superior a la cronológicamente ideal para el año que cursan.
Ese último aspecto puede ser "una pista" para futuras deserciones, dijeron los expertos.
Según el informe, la escuela tiene para los niños un "fuerte significado", que se asocia fundamentalmente al disfrute del recreo, como espacio de actividad libre y juego.
Pero, alertó, un importante número asocia el recreo, sin embargo, a "pelea" y situaciones de violencia.
Más de la mitad de los niños entrevistados desempeña tareas por las que perciben dinero, como recurso para "gratificarse" y obtener satisfacciones que las familias no podrían solventar.
Esas tareas "son claramente violatorias de sus derechos", como por ejemplo en la basura, en la construcción y la venta callejera.
Entre los adolescentes de 14 a 17 años la educación está a un nivel inferior que en el caso de los niños: 37 por ciento no asiste a ningún centro educativo.
"Parecería que el abandono de la educación formal responde a que la misma estaría 'vacía de sentido' tanto para ellos como para sus familias", explican.
De la totalidad de los adolescentes encuestados, 38,5 por ciento -menos que en el caso de los niños- declaró desempeñar tareas remuneradas y el dinero obtenido, 40 por ciento lo destina para sí y 20 por ciento lo vuelca a las necesidades del hogar.
La mayoría de los habitantes de estas zonas, que registran un progresivo crecimiento son obreros, peones de la construcción, vendedores ambulantes, soldados y policías.
Aunque algunas zonas tienen un adecuado sistema de saneamiento, la mayoría carece de él y muchas familias comparten los llamados "pozos negros" en los que se vierten las aguas servidas.
También se constató la carencia de baños y un número adecuado de dormitorios en función del tamaño del núcleo familiar, lo cual generan hacinamiento, que en algunos casos "es muy alto".
Las demandas de servicios sociales más significativas son las de contar con policlínica, guardería, destacamento policial e instalaciones deportivas. (FIN/IPS/rr/dm/pr/99)