/Ciudades de América Latina/ ECUADOR: Capishún, la industria del sombrero contra la emigración

Los habitantes de Capishún, un pequeño poblado del sur de Ecuador considerado "la villa de los sombreros", lograron detener la emigración con sus trabajos en paja toquilla.

Capishún está ubicado a cuatro kilómetros de Azogues, capital de la provincia sureña del Cañar, y su población no supera las 2.000 personas, en su mayoría mujeres y niños, ya que buena parte de los hombres se fueron a vivir a Estados Unidos.

En los últimos años el pueblito se transformó en un centro de comercio artesanal, en el que confluyen con su trabajo 27 comunidades de la zona que integran la Cooperativa Artesanal de Capishún.

La cooperativa se dedica con éxito a la elaboración y exportación de productos de paja toquilla, y en particular de los famosos sombreros Panamá.

Entre 1995 y 1997 se enviaron 24.000 sombreros a Alemania y 15.000 a Holanda, manteniendo en la actualidad un ritmo de exportación que promedia las 15.000 unidades al año.

Con el apoyo de algunas entidades internacionales, como Voluntarios de Naciones Unidas, y una buena organización productiva y administrativa, la cooperativa logró mantener la tradicional actividad, unificar el trabajo de las comunidades y hacer que el mismo sea rentable.

De esa manera el grupo de comunidades campesinas pudo dejar de ser un mero proveedor a intermediarios, para encargarse del circuito completo de fabricación y comercialización.

La tarea comienza con la compra y reparto de la materia prima entre los socios, que tejen los sombreros en sus viviendas, para luego almacenar la producción en el centro de acopio donde se realiza el proceso de acabado, prescindiendo para ello de productos químicos.

Posteriormente son embalados en cajitas de madera de balsa confeccionadas en las mismas comunidades y transportados por los propios campesinos hasta el puesto de embarque, donde realizan los trámites aduaneros y los envían al exterior.

Cuando se consulta a las tejedoras sobre el significado del sombrero de paja toquilla, señalan que ahora el trabajo tiene más valor pues hay un rendimiento económico interesante.

Josefa Tola, una de las primeras cooperativistas, cuenta que el arte de hacer sombreros es una herencia de sus abuelos, por eso nunca dejaría de confeccionarlos.

"Nunca dejaríamos de hacerlos para esposos, hijos y para nosotras, ya que es esencial para cubrirnos del sol en el campo o para salir de paseo", señala.

Tola dice que antes no podrían dedicarnos enteramente a esta tarea porque al vender a intermediarios, el resultado económico era muy limitado, pero la situación cambió al crearse la cooperativa.

Fernando Rosero, ex representante de Voluntarios de Naciones Unidas en Ecuador, recordó que la cooperativa surgió para que el trabajo artesanal rindiera más para las distintas familias, representando una fuente de ingresos que ayudara a contrarrestar la emigración.

"Al comienzo eran pocas la integrantes de la cooperativa, pero luego el número fue creciendo y se logró el objetivo de parar la emigración", comentó.

Aunque la idea de exportar los productos confeccionados en Capishún nació en 1992, el puntapié inicial fue recién en 1996 cuando la revista alemana Brigitte realizó un reportaje sobre el pueblo de Capishún y en un recuadro informaba el lugar en Hamburgo donde se podían adquirir.

El éxito fue tan rápido que posteriormente la revista tuvo que pedir disculpas a sus lectores porque la mercancía se había agotado.

A raíz de ello se hicieron los contactos necesarios para inciar las exportaciones, aunque en un principio la capacidad de producción de la cooperativa era reducida debido a que estaba integrada solo por 21 personas.

"Tuvimos que trabajar día y noche para cumplir con los pedidos y hasta los esposos ayudaron en la confección", aseguró otra artesana.

En la actualidad la organización y producción es mucho mayor, ya que la cooperativa cuenta con 500 socias. En octubre, Brigitte volvió a recomendar los famosos sombresos como regalo de navidad y nuevamente se incrementaron los pedidos.

Pero el trabajo de la cooperativa no se queda solo en el aspecto económico. El 15 por ciento de las ganancias se retienen para obras comunitarias, lo cual representa un fundamental apoyo para los habitantes del lugar, muchas veces olvidados por parte de las autoridades zonales y nacionales.

La fabricación que realizan varias cooperativas artesanales y cientos de centros de producción familiar en la sierra ecuatoriana sigue teniendo el mismo proceso que antes, cuando sus antepasados comenzaron a elaborar los primeros sombreros de paja toquilla.

La diferencia actual está en que ahora hay una mejor organización del trabajo para poder cumplir con los pedidos del exterior y en eso Capishún es uno de los mejores ejemplos

Ecuador es un país que tiene tradición en el trabajo artesanal tales como tapices, cerámica, tallado en madera y, si bien los tapices otavaleños han tenido una importante trascendencia internacional, es el arte de modelar la paja toquilla que ha tenido más repercusión en Europa.

El famoso sombrero Panamá, que sedujo desde Napoleón a Roosevelt, ha recorrido el mundo a lo largo de los años y cada día se exporta más.

Con el esfuerzo diario y profundizando en el arte de trabajar la paja toquilla, las habitantes del poblado rodeado por la cordillera del mismo nombre lograron ayudar a sus vecinos a salir adelante.

Se podría decir que la tradición cultural se puso al servicio de la gente y muchas familias comenzaron a usufrutuar una fuete importante de ingresos. (FIN/IPS/kl/dm/pr if/99

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