El presidente de Sierra Leona, Ahmed Tejan Kabbah, y el insurgente Frente Revolucionario Unido (RUF) firmaron un acuerdo de paz en Togo que le da a los rebeldes el control del oro y de los diamantes, la principal fuente de ingresos de este país africano.
El acuerdo se firmó el miércoles en Lomé, luego de casi un mes de negociaciones con la mediación del presidente togoleño Gnassinege Eyadema.
Los presidentes de Burkina Faso, Liberia y Nigeria, y funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas y de la Organización de la Unidad Africana presenciaron la ceremonia de firma del acuerdo que se llevó a cabo en Lomé el miércoles.
El conflicto estalló en Sierra Leona en 1991, cuando el ex comandante del ejército y actual líder del RUF Foday Sankoh inició una guerra de guerrillas para derrocar al gobierno del entonces presidente Joseph Momoh.
El RUF tiene el apoyo de efectivos pertenecientes al antiguo ejército de Sierra Leona, que se pasaron a la clandestinidad cuando la dictadura militar que habían formado, el Consejo Revolucionario de las Fuerzas Armadas, fue destituida en febrero de 1996.
El acuerdo que se acaba de firmar ofrece a los rebeldes cuatro puestos en el gabinete ministerial de Kabbah. Así mismo, Sankoh asumirá el control del oro y los diamantes.
Además, la pena de muerte por traición que se le había impuesto a Sankoh en 1997 fue anulada y su movimiento rebelde podrá convertirse en partido político.
El RUF se ocupará de varias empresas públicas en diversos estados, según el gobierno de unidad nacional propuesto en el acuerdo.
El presidente Kabbah dedicó la firma del acuerdo a Maimuna Mansaray, una niña de ocho años a quien los rebeldes le amputaron un brazo.
"Me embarqué en este viaje hacia la paz para dejar atrás esta guerra sin sentido y comenzar así la reconstrucción de nuestro país", declaró Kabbah en un discurso previo dirigido a sus compatriotas.
Sin embargo, no todo el mundo festejó el acuerdo. "Estos desilusionada porque el gobierno compartirá el poder con los terroristas y los asesinos", manifestó una ama de casa de Freetown, minutos después de firmada la paz.
"No entiendo por qué los rebeldes recibieron una recompensa luego de haber perpetrado esas atrocidades contra nuestro pueblo", se quejó.
"Esto sienta antecedentes peligrosos. Ahora otros grupos con ansias de poder podrán iniciar otra guerra de guerrillas para recibir recompensas", advirtió Sahr Moiqua, una mujer de 25 años a quien los rebeldes le cortaron las manos con un machete.
Pero miles de personas marcharon el miércoles por las calles de Freetown para celebrar la paz, largamente esperada. La policía y los militares se unieron a la marcha.
Casi 25 por ciento de los 4,5 millones de habitantes están refugiados en los países vecinos, según las agencias de ayuda humanitaria. Y más de 30.000 personas murieron durante la guerra civil. Varios pueblos y ciudades fueron incendiados.
A pesar de la firma del acuerdo de paz, aún es muy temprano para especular acerca del proceso de desarme y reintegración.
La gente tendrá dificultades para, simplemente, "olvidar el pasado y perdonar" a los que destruyeron el país, sostuvo Samuel Kamara, un sociólogo de Freetown.
"No creo que los miles de víctimas de las crueldades de los rebeldes olviden y perdonen así, sin más. Lo ocurrido aún está muy fresco en la memoria de todos, y las heridas aún no cerraron. Temo que el ciclo de violencia no se haya terminado", opinó.
De todos modos, el acuerdo de paz también fue bien recibido por diplomáticos de Occidente. "La firma es un paso positivo hacia el futuro", declaró un representante extranjero en Freetown.
"Creo que llegó el momento de que la comunidad internacional ayude a reconstruir este país", agregó. (FIN/IPS/tra-en/lf/mn/ceb/aq/ip/99