El uso indiscriminado y continuo de agroquímicos en plantaciones bananeras de Panamá ha convertido a cientos de obreros en "verdaderos muertos en vida", denuncian dirigentes sindicales y trabajadores afectados.
"Dentro de las bananeras hay hombres que caminan como muertos porque las enfermedades ya los tienen carcomidos", dijo Francisco Gutiérrez, secretario de organización del sindicato de trabajadores bananeros de las plantaciones de la caribeña provincia de Bocas del Toro.
Enfermedades y cambios de pigmentación de la piel, aparentes cataratas antes de los 40 años, diarrea, gastritis crónicas, intoxicaciones, infertilidad y otros males físicos padecen la mayoría de los trabajadores encargados de regar químicos en las plantaciones, denunció Gutiérrez y otros sindicalistas.
El obrero de origen indígena Evan Troman comenzó a sufrir gastritis crónica tras una serie de intoxicaciones que padeció a lo largo de los nueve años que se ocupó de regar nematicidas a pie en los bananales de la compañía Chiquita Brands.
Debido a las frecuentes ausencias que le provocaba la enfermedad, la empresa lo despidió con una indemnización de 4.000 dólares por 35 años de labor allí, testimonió Troman.
La transnacional de origen estadounidense Chiquita Brands posee 10.000 hectáreas de plantaciones de banano en Bocas del Toro y en la provincia de Chiriquí, en la costa del Pacífico, ambas limítrofes con Costa Rica.
Gutiérrez clama por una investigación profunda sobre el tipo de agroquímicos que utiliza esa compañía.
En la lista señalada por los dirigentes sindicales se encuentran los agroquímicos trimac, biofer, cloromil, mazalin, conter, mocap, ditane, indar y baicor, cuya composición química ignoran porque nunca les fue proporcionada por el empleador, pese a que están en permanente contacto con los mismos.
Gilberto Abrego, encargado por el sindicato de orientar a los obreros afectados, adujo que Chiquita Brand "viola los derechos de la seguridad y protección de los trabajadores al usar esos químicos que están causando daño a la salud".
"Ellos están perdiendo su físico, su salud, su vida y los doctores no lo dicen". "A veces nos sentimos solos", señaló Abrego.
Explicó que cuando los trabajadores, sobre todo los indígenas que por lo general son asignados a las labores más peligrosas, acuden a los centros de salud pública de Bocas del Toro y Chiriquí sus casos son clasificados "como una enfermedad común y no como resultado de su trabajo".
A mediados de la década de los años 80 alrededor de 80 obreros fumigadores quedaron infértiles por la exposición prolongada a los agroquímicos dibromo-3 y chloropropano (fumazone), usados por muchos años por la empresa Chiquita Brand para preservar la fruta.
El presidente de la comisión médica calificadora del distrito de Barú (Chiriquí), Máximo Chacón, certificó en esa ocasión que los 80 trabajadores padecían "infertilidad secundaria como consecuencia del contacto prolongado con agroquímicos".
Sin embargo, solo Ricardo Ríos presentó en 1992 una demanda por un millón de dólares contra la compañía estadounidense, pero los tribunales aún no han dado un veredicto.
El director de recursos humanos de Chiquita Brand, Carlos Aragón, dijo que la compañía y el sindicato mantienen una convención colectiva que contempla un programa de mejoramiento del medio ambiente, calidad de vida y seguridad en el trabajo.
Luego de rechazar las versiones de los obreros sobre exposición prolongada a agroquímicos peligrosos sin la debida protección, Aragón afirmó que en las plantaciones existen carteles con mensajes de prevención para evitar que en los sitios donde se realiza fumigación aérea hayan personas trabajando.
Pero el fenómeno de la contaminación con agroquímicos en Panamá se ha extendido en los últimos años mucho más allá del perímetro de las plantaciones bananeras, consideradas como las usuarias tradicionales en el país desde que se afincaron a fines del siglo pasado.
Estadísticas del Ministerio de Desarrollo Agropecuario y de varias agrupaciones no gubernamentales que abogan "por una agricultura sin químicos", señalan que en Panamá se usan anualmente un promedio de tres kilogramos de agroquímicos por cada uno de los 2,8 millones de habitantes del país.
Esa cantidad supera en más de seis veces el promedio mundial y está casi tres veces por encima del consumo del conjunto de países de América Central, región donde se produce alrededor de 50 por ciento del banano de América Latina.
De acuerdo con datos del Sindicato de Industriales de Panamá, en este país se importan 267 diferentes marcas de agroquímicos, de los cuales un tercio son pesticidas y el resto herbicidas, fungicidas y abonos.
Un informe del estatal Instituto de Investigaciones Agropecuarias de Panamá, emitido a comienzos de 1997, advirtió que el uso descontrolado de pesticidas, herbicidas y fungicidas en el agro "están provocando muertes por causas difíciles de definir" entre asalariados y campesinos. (FIN/IPS/sh/dm/en/99)