La presidenta de Letonia bloqueó un proyecto de ley que prohibía hablar ruso en los lugares de trabajo, criticado por Rusia y la Unión Europea (UE), pero persisten las tensiones diplomáticas entre Riga y Moscú.
El parlamento letón aprobó a comienzos de este mes, por 73 votos contra 16, un proyecto de ley que prohibía el uso del ididoma ruso en los lugares de trabajo, y esto provocó encendidas discusiones, ya que 41 por ciento de los 2,5 millones de personas que viven en Letonia son rusos étnicos.
El proyecto, que obligaba al uso del idioma letón en los servicios públicos y en los negocios, aun entre personas que hablan ruso, fue aprobado a pesar de las críticas de los habitantes de origen ruso y de la inquietud expresada por la Unión Europea.
La presidenta de Letonia, Vaira Vike-Freiberga, no promulgó el proyecto de ley y lo devolvió al parlamento el 14 de este mes, con el argumento de que los legisladores debían reconsiderar varias cláusulas, tales como la que prohíbe el uso de cualquier lengua que no sea el letón para los carteles públicos.
La presidenta alegó que ciertos incisos de la ley no se proponen lograr la integración o mejorar la educación, sino que son meramente represivos. El parlamento deberá volver a examinar la ley a fines de agosto.
Moscú y la Unión Europea habían pedido que el parlamento modificara el proyecto. El canciller de Finlandia, Tarja Halonen, quien ocupa actualmente la presidencia rotativa de la UE, advirtió que la entrada en vigencia de esa ley podía impedir que se aprobara la solicitud letona de ingreso al bloque europeo.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia declaró que la decisión de Vike-Freiberga fue "realista", y reiteró su opinión de que el proyecto de ley es "discriminatorio" contra quienes hablan ruso en Letonia.
El Consejo de Europa y la Organización para la Seguridad y la Cooperación de Europa habían advertido que varias secciones del proyecto de ley violaban la Declaración Internacional de los Derechos Humanos, que garantiza la libertad de expresión.
El Consejo de Europa fue creado en Londres en 1949 por los países democráticos de Europa occidental con el fin de defender los derechos humanos e impulsar el desarrollo económico y social de los países miembros.
La mayoría de los rusos étnicos que viven en Letonia se trasladaron allí luego de que ese país fuera anexado a la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en 1940, y casi no hablan el letón, que fue declarado única lengua oficial.
Uno de los requisitos para obtener la ciudadanía de Letonia es tener un buen manejo del idioma letón, que emplea el alfabeto latino, mientras el ruso utiliza el alfabeto cirílico.
Los rusos étnicos de Letonia temen que el nuevo proyecto de ley dañe seriamente sus actividades comerciales, además de aumentar las tensiones con los letones.
"Letonia no es una democracia europea sino una república racista", comentó Dmitry Rogozin, líder del Congreso de Comunidades Rusas, un movimiento conservador que se propone proteger los derechos de los rusos que viven en las ex repúblicas soviéticas.
Rogozin afirmó que la política oficial letona "es el apartheid", por analogía con el régimen racista que existía en Sudáfrica.
Sin embargo, la élite política rusa no hizo declaraciones públicas contra Letonia ni pidió la aplicación de sanciones económicas como ocurrió el año pasado, cuando se empezó a hablar del proyecto bloqueado por Vike-Freiberga.
Yuri Luzhkov, alcalde de Moscú y aspirante a la presidencia de Rusia, había demandado que se aplicara un boicot a Letonia en 1998, pero ahora mantuvo silencio, y el grupo de Rogozin decidió retirarle su apoyo político.
Guennady Seleznyov, portavoz de la Duma (cámara baja del parlamento ruso) e integrante del Partido Comunista de Rusia, que había realizado frecuentemente declaraciones contra las políticas discriminatorias de Letonia, se mostró bastante conciliador en esta ocasión.
"Creo que los rusos que pretenden vivir en Letonia deberían aprender el letón. ¿Cómo se puede vivir en un país sin conocer su idioma?", comentó Seleznyov a principios de este mes.
Moscú ha acusado a Riga de discriminar a los rusos étnicos desde la caída de la URSS en 1991. En octubre de 1998, unos 550.000 habitantes de Letonia que tenían viejos pasaportes de la URSS quedaron sin ciudadanía, cuando expiró la validez de sus documentos.
El año pasado, tanto el gobierno como la oposición condenaron duramente la discriminación ejercida contra los ciudadanos procedentes de Rusia y defendieron la aplicación de sanciones económicas.
El presidente Rusia, Boris Yeltsin, pidió a su gabinete que estudiara el modo de evitar que las exportaciones de petróleo hacia el oeste pasaran por Letonia, y apoyó la propuesta presentada por algunos políticos de boicotear los productos letones.
Las sanciones económicas no se anunciaron formalmente, pero la importación de productos letones disminuyó en algunas regiones de Rusia, que sigue siendo el principal socio comercial de Letonia.
Más de 20 por ciento del producto interno bruto letón proviene de cobros vinculados con el tránsito por ese país del petróleo y otros productos rusos. Según los expertos, existen pocas rutas alternativas para las exportaciones rusas de petróleo.
Cerca de 11 por ciento de los 100 millones de toneladas de crudo que exporta Rusia cada año pasan por Ventspils, en Letonia, el segundo punto de salida del producto después de la terminal rusa de Norossiisk, en el Mar Negro, desde donde se exporta 25 por ciento.
Otro de los motivos de la irritación de Rusia con Letonia son las reuniones anuales en Riga de los veteranos letones de las SS (las fuerzas del partido nazi que estaban dentro del ejército), que participaron de la represión en los territorios soviéticos ocupados por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.
Letonia es el único país del mundo donde se realiza una celebración pública de este tipo.
Moscú recordó que las brigadas SS letonas cometieron crímenes de guerra y fueron condenadas por el tribunal internacional de Nuremberg. (FIN/IPS/tra-en/sb/ak/ceb/mp/ip/99