La salud y el bienestar social de la población infantil de Estados Unidos mejoraron en varias áreas clave, pero los niños negros e hispanos aún padecen más la pobreza y sus consecuencias, informó hoy el gobierno.
La mortalidad de niños y adolescentes cayó -en algunos casos significativamente- en los últimos años, al igual que el tabaquismo y el embarazo adolescente, según el tercer informe federal anual, titulado "Niños de Estados Unidos: Indicadores nacionales clave de bienestar" y publicado este jueves.
La tasa de crímenes juveniles violentos también se redujo notoriamente al pasar de 52 por 1.000 jóvenes en 1993 a 31 por 1.000 en 1997, subraya el informe, una compilación de estadísticas de nueve agencias federales y la Fundación Nacional para la Ciencia.
Sin embargo, la incidencia de la pobreza infantil no se redujo en los últimos 10 años. Aproximadamente uno de cada cinco niños vive en un hogar por debajo de la línea de pobreza, señala el documento.
En Estados Unidos, la línea de pobreza está determinada por un ingreso de 16.400 dólares anuales para una familia tipo de cuatro miembros.
Esos niños "tienen más probabilidades de tener una discapacidad importante, residir en una vivienda inferior a la categoría media, recibir una nutrición inadecuada (…) y tener dificultades en la escuela", agrega.
Los menores de 18 años constituían el año pasado 26 por ciento de la población. Aunque el número (oficialmente 69,9 millones) fue el mayor de la historia del país, el porcentaje estuvo muy por debajo del 36 por ciento de comienzos de los años 60, después del "baby boom" siguiente a la segunda guerra mundial.
Del número total de niños en 1998, 65 por ciento eran blancos y no hispanos, 15 por cientos blancos y no hispanos, 15 por ciento hispanos, cuatro por ciento originarios de la región Asia- Pacífico, y uno por ciento indígenas o esquimales.
El año pasado fue el primero en que los niños hispanos superaron en número a los negros. El hecho refleja el rápido crecimiento de la población hispana en las últimas décadas, debido a la inmigración y la alta fertilidad.
En 1980, los niños hispanos constituían nueve por ciento de toda la población infantil de Estados Unidos. Para el año 2020, ese porcentaje se habrá más que duplicado a 20 por ciento, según el informe.
También el porcentaje de niños procedentes de Asia-Pacífico aumentó rápidamente. Situado en dos por ciento en 1980, pasará a seis por ciento en el 2020, se prevé.
Los niños negros e hispanos padecen tasas de pobreza significativamente más altas que el resto, destaca el reporte. Aunque la mayoría de los niños pobres son blancos, sólo 10 por ciento de los niños blancos viven en hogares por debajo de la línea de pobreza.
En cambio, 37 por ciento de los niños negros y 36 por ciento de los hispanos viven en hogares pobres. Además, 55 y 63 por ciento, respectivamente, residen en hogares encabezados por madres solas.
Uno de los mayores logros fue la reducción de la mortalidad en casi todos los grupos demográficos y de edad. La mortalidad de los menores de cinco años cayó de 10,9 cada 1.000 nacidos vivos en 1983 a 7,2 cada 1.000 en 1997, destaca el informe.
La mayor caída se registró entre los niños negros de uno a cuatro años, aunque la mortalidad de ese grupo en general permaneció en casi el doble que los niños blancos (59,2 cada 100.000 frente a 31,6 cada 100.000, respectivamente).
En cuanto a la delincuencia juvenil, los crímenes violentos cometidos por menores disminuyeron en 1997 a su tasa más baja desde 1986, subraya el reporte, y agrega que uno de cada cuatro de esos crímenes son cometidos por menores de 18.
Los crímenes violentos contra menores también disminuyeron cerca de 25 por ciento desde su pico en 1993, cuando cuatro de cada 100 de esos delitos eran cometidos contra menores de 12 a 17 años.
El porcentaje de adolescentes fumadores de tabaco también comenzó a reducirse tras aumentar constantemente desde 1992. Cerca de uno de cada cinco liceales fumaba el año pasado, según el informe.
Así mismo, la natalidad entre las adolescentes de 15 a 17 años se redujo de un récord de 39 nacidos vivos cada 1.000 en 1997 a 32 cada 1.000 en 1991.
Los indicadores de educación permanecieron estáticos, aunque aumentó la inscripción de preescolares de tres y cuatro años, en especial entre los niños afro-estadounidenses.
La conclusión de estudios secundarios y terciarios no mejoró, y persisten las desigualdades entre blancos, negros e hispanos. Por ejemplo, 91 por ciento de los adolescentes blancos completaron la secundaria en 1997, frente a 82 por ciento de los negros y 67 por ciento de los hispanos.
La disparidad es aún mayor en la educación terciaria. Cerca de 35 por ciento de todos los blancos obtuvieron un título universitario intermedio, casi el doble que los negros (18 por ciento) y los hispanos (17 por ciento).
En una nueva sección del informe, el gobierno reveló que cerca de 12 por ciento de los niños y adolescentes de cinco a 17 años tienen dificultades para realizar actividades cotidianas como hacer tareas escolares, comunicarse, alimentarse, vestirse o caminar.
La mayoría de estos menores padecen alguna anomalía del aprendizaje, entre ellas un déficit de atención. (FIN/IPS/tra- en/jl/aa/mlm/pr/99