Las relaciones entre China y Estados Unidos, dañadas por acusaciones de espionaje contra Beijing y el bombardeo de la embajada china en Yugoslavia, recibieron un nuevo impulso con la decisión del Congreso estadounidense de mantener "vínculos comerciales normales" por un año.
La votación por 260 votos contra 170 en la Cámara de Representantes, al final de la jornada del martes, representó el mismo margen que el de una votación similar en 1998.
La falta de deserciones hacia el lado antichino del debate sugiere que los hechos que llevaron las relaciones bilaterales a su punto más bajo en 10 años tuvieron un impacto político más limitado de lo que se creía.
"Nunca dudamos que ganaríamos la votación, pero por otra parte pensábamos perder algo de apoyo debido a los problemas de los últimos meses", admitió un funcionario de la Casa Blanca.
Pero el resultado del martes no significa que la mayoría de los legisladores apoyarán relaciones comerciales normales con China de manera permanente, lo cual facilitaría el ingreso del país asiático a la Organización Mundial del Comercio (OMC), señalaron el funcionario y otros analistas.
No obstante, ambos gobiernos esperan aprobar un acuerdo que haga ese ingreso posible antes de que comience en Seattle la próxima ronda de negociaciones sobre comercio mundial, en noviembre.
"Para la mayoría de los congresistas, el voto que realmente importa es sobre la concesión a China de relaciones comerciales normales permanentes", destacó Mike Jendrzejczyk, especialista en asuntos chinos de la organización Human Rights Watch.
Según Jendrzejczyk, 12 representantes demócratas que votaron por sí el martes advirtieron al presidente Bill Clinton que no aprobarán vínculos normales permanentes con China a menos que ésta demuestre "mejoras concretas" en derechos humanos, entre otras áreas, y acepte mecanismos bilaterales que garanticen su cumplimiento.
El estatuto de "relaciones comerciales normales" sustituyó a la anterior etiqueta de "nación más favorecida" y otorga a los socios comerciales de Estados Unidos acceso a aranceles aduaneros bajos y otras ventajas comerciales.
Desde que China recibió por primera vez dicho estatuto en 1980, el Congreso lo renueva por un año y acompaña dicha renovación de un debate anual sobre la política en general hacia Beijing.
Se preveía que el debate de este año sería tan contencioso como el que tuvo lugar tras la sangrienta represión del movimiento por la democracia en China, hace 10 años.
No sólo la situación de los derechos humanos no mejoró, sino que el superávit crónico de China en su intercambio comercial con Estados Unidos alcanzó un récord de 70.000 millones de dólares este año, avivando el fuego proteccionista de la Cámara de Representantes.
Antes de la votación del martes, la Casa Blanca y grandes empresas temían que las acusaciones de espionaje militar contra China persuadieran al menos a algunos congresistas de votar contra la normalidad de los vínculos comerciales.
Beijing, por otra parte, rechazó tajantemente la decisión de Washington de aprobar una resolución de condena a China en la reunión anual de la Comisión de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos.
Así mismo, la decisión de Estados Unidos de vender nuevas armas a Taiwan, que China considera una provincia renegada, y de incluirla posiblemente en un sistema de defensa antimisiles para Asia provocó la ira de Beijing.
China también protestó con vehemencia contra la campaña de bombardeos de la OTAN contra Yugoslavia, encabezada por Estados Unidos.
La protesta culminó con manifestaciones sin precedentes contra Washington luego de que aviones estadounidenses bombardearon la embajada china en Belgrado, causando la muerte de tres ciudadanos chinos.
El incidente, que Estados Unidos atribuyó a "un trágico error", marcó un gran revés en las relaciones bilaterales. Beijing suspendió todos los intercambios militares y de derechos humanos entre ambos gobiernos e incluso retardó la publicación en la prensa de la disculpa de Clinton por el ataque.
Más importante aún, China congeló los planes de intensificar las negociaciones sobre un acuerdo comercial que conduciría a su incorporación a la OMC este año.
Desde que Clinton despreció una tentadora oferta comercial del primer ministro Zhu Rongji en abril, la administración convirtió el alcance del acuerdo en su máxima prioridad.
La votación del Congreso fue "básicamente buena" para las perspectivas de reanudación de las negociaciones sobre la OMC, opinó John Ford, vicepresidente del Consejo de Comercio entre Estados Unidos y China, respaldado por gigantescas empresas con intereses en ese país.
En realidad, el voto coincidió con señales de que Beijing está ahora dispuesta a normalizar los vínculos. En los últimos días, la secretaria de Estado Madeleine Albright se reunió con el canciller chino Tang Jiaxuan durante el encuentro anual de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, en Singapur.
Ambos declararon que la tensión bilateral está cediendo, tras una reunión descripta como la de más alto nivel entre ambas partes desde el incidente de la embajada.
Los dos cancilleres también confirmaron que Clinton se reunirá con el presidente chino Jiang Zemin en la próxima cumbre del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, que se realizará en septiembre en Nueva Zelanda. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/mlm/ip-if/99