Tras años de rivalidad y rumores sobre disputas de competencia entre la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Banco Mundial, funcionarios de esas instituciones dijeron que ambas están trabajando mejor juntas.
El egipcio Ismail Serageldin de Egipto, vicepresidente del banco, dijo que es «un mito» que su organización predomine sobre la ONU, y agregó que «se trata de pura charla burocrática de gente encerrada en sus pequeñas oficinas».
Serageldin aseguró a IPS que «no hay conflictos de competencia entre la ONU y el Banco Mundial», y que «no hay motivo para que las Naciones Unidas teman al banco».
«Deberían tener realmente miedo si el banco apoyara una agenda distinta a la de la ONU», añadió.
La vicesecretaria general de la ONU, Louise Frechette, manifestó que si bien el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) tenían puntos de vista distintos a los de la ONU sobre el desarrollo al comienzo de esta década, «ahora todos creyentes en el desarrollo integral».
El FMI y el Banco Mundial priorizaban hace algunos años la importancia de corregir «los aspectos básicos» de la economía y enfatizaban el papel del mercado, mientras la ONU bregaba por «ajustes con rostro humano» y jerarquizaba la importancia del Estado, explicó Frechette.
Ahora «hay mucha más convergencia de ideas. Los argumentos que se escuchan en la Asamblea General de la ONU y en los consejos de administracion del banco y el FMI se parecen mucho más, y si uno cierra los ojos no puede asegurar si se encuentra en Nueva York o Washington», añadió la funcionaria.
Los informes sobre rivalidad entre la ONU y el Banco Mundial persisten, sin embargo. En diversas ocasiones, representantes diplomáticos ante el foro mundial y funcionarios del mismo se han quejado en privado de que el banco, rico en recursos, se hace cargo cada vez más de las tradicionales funciones socioeconómicas de la ONU.
Entre estas tareas está las vinculadas con la promoción del desarrollo humano, el alivio de la pobreza, la educación y el cuidado de la salud, que antes eran consideradas primordiales «territorios de la ONU».
Serageldin, quien es el más firme candidato al puesto de director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que el español Federico Mayor dejará en diciembre, señaló que el banco y la ONU comparten objetivos desde hace mucho tiempo.
Una vieja meta del banco es lograr «educación para todos», y la institución está gastando 900 millones de dólares anuales sólo en instrucción primaria, señaló, agregando que esto debería ser considerado «magnífico» por la UNESCO, cuyo presupuesto total para el período 1998-1999 fue de 554 millones de dólares.
«¿Habría sido mejor que el Banco Mundial se abstuviera de financiar la educación primaria?», preguntó el vicepresidente de la institución.
Serageldin opinó que desde que James Wolfensohn asumió la presidencia del banco, en 1995, la organización «modificó sus posiciones para adecuarlas a la agenda mundial».
Zephirin Diabre, administrador asociado del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) coincidió en que desde la llegada de Wolfensohn se produjo una evolución en el banco.
«El Banco Mundial está ahora más preocupado por el lado humano del desarrollo, y ha respondido en forma positiva a las críticas sobre su anterior enfoque de los problemas de desarrollo», dijo.
Algunas de los principales países donantes piensan que el Banco Mundial es más eficaz que el sistema de la ONU, y han seguido entregándole miles de millones de dólares mientras disminuían sus aportes a agencias de la ONU.
El PNUD, que es el mayor organismo proveedor de asistencia de la ONU, proporciona anualmente más de mil millones de dólares a los países más pobres.
El Banco Mundial aportó en cambio, sólo en 1997, 14.500 millones de dólares, destinados en su mayoría a financiar proyectos vinculados con la energía, el petróleo, el gas, el suministro de agua, el saneamiento, la industria, la minería y el desarrollo urbano.
Desde la fundación del banco, en julio de 1944, la institución ha desembolsado más de 300.000 millones de dólares en préstamos a países en desarrollo.
No obstante, Diabre opinó que la ONU tiene varias ventajas sobre el Banco Mundial, ya que cuenta con «estrechas asociaciones con los gobiernos, una presencia universal y tambien una capacidad de desarrollar proyectos en escalas nacionales de la cual carece el banco».
El funcionario del PNUD comentó, sin embargo, que «en última instancia, se trata de lograr el mayor beneficio posible para los países», y que lo más importante es lograr la acción complementaria de ambas instituciones.
El Banco Mundial y la ONU han aplicado ese criterio en los últimos años.
Según Serageldin, uno de los objetivos clave del banco es asegurar la puesta en marcha de los planes de acción adoptados en nueve grandes conferencias de la ONU desde 1990, incluyendo acuerdos sobre ambiente, población, alivio de la pobreza, progreso de las mujeres y asentamientos humanos.
El vicepresidente del banco aseguró que esa institución, lejos de combatir a la ONU, está colaborando con sus agencias en asuntos que abarcan desde el desarrollo sustentable y las investigaciones agrícolas hasta los microcréditos y la lucha contra el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).
«Todos deberíamos estar involucrados en la resolución de esas cuestiones globales, mediante esfuerzos bilaterales, regionales y multilaterales», subrayó.
Mark Malloch-Brown, quien asumió el cargo de administrador del PNUD la semana pasada, tras haber sido vicepresidente para asuntos exteriores del Banco Mundial, manifestó que debe haber un nuevo espíritu de asociación entre esta institución y el PNUD.
«En los niveles político y estratégico, el PNUD y el Banco Mundial han identificado recientemente amplios objetivos comunes y enfoques complementarios», dijo.
«Ya estamos colaborando ampliamente en América Latina, y esta experiencia es un buen modelo porque demuestra lo que podemos hacer mediante un esfuerzo tripartito del banco, el PNUD y los gobiernos», afirmó. (FIN/IPS/tra-en/td/fah/ego/mp/dv if/99)