Las armas pequeñas y ligeras provocaron la muerte de dos millones de niños y niñas en los últimos 10 años, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Departamento de Asuntos de Desarme de la ONU.
Más de tres millones de personas, la mayoría de ellos niños y mujeres, murieron baleadas por este tipo de armas en ese lapso, agregaron. Eso significa que las pistolas, rifles, metralletas, granadas y minas antipersonales causaron más muertes que los tanques, misiles y morteros.
Unicef calcula que entre cuatro y cinco millones de niños y niñas quedaron discapacitados por estas armas en la última década, 12 millones sin vivienda, más de un millón huérfanos o separados de sus padres, y 10 millones traumatizados psicológicamente.
"La difusión de las armas ligeras crea un problema mundial serio y exige una respuesta igualmente urgente porque las vidas y futuros de millones de niños están en juego", declaró la directora ejecutiva de Unicef, Carol Bellamy.
"Estas armas probablemente extinguieron más vidas jóvenes de las que protegieron", agregó.
En la exposición en curso "Apuntándole a las armas pequeñas: La defensa de los derechos de la infancia", Unicef y el Departamento de Asuntos de Desarme documentaron las consecuencias que tienen estas armas en los niños y niñas.
La exposición se concentra en temas como los niños combatientes, el tráfico de armas, la desmovilización, el desarme y el período posterior a los conflictos, para revelar "la escala y la complejidad de uno de los problemas más perturbadores de nuestra época".
Las armas pequeñas en las zonas de guerra, en las ciudades y en las aulas "provocan el caos y arruinan vidas", dijo la vicesecretaria general de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), Louise Frechette.
Este tipo de armas se utilizan cada vez más en guerras civiles y por delincuentes porque son baratas, fáciles de conseguir y de usar, explicó. "Su disponibilidad generalizada conduce a la militarización de la sociedad", expresó.
El subsecretario general de Asuntos de Desarme, Jayantha Dhanapala, agregó que la "plaga de las armas pequeñas" perjudica la vida diaria de millones de personas.
En Uganda, un rifle de ataque Kalashnikov cuesta lo mismo que un pollo, y en Mozambique, lo mismo que una bolsa de maíz, indicó Unicef.
En América Central circulan dos millones de armas de fuego, en Africa occidental siete millones y en Afganistán 10 millones. Desde 1990, las armas pequeñas han sido las de mayor uso en 46 de los 49 conflictos en curso en el mundo.
Estos hechos tienen un "efecto especialmente pernicioso" en los niños, apuntó Unicef, ya que no sólo los niños y niñas heridos física y mentalmente son víctimas.
"Aquellos a quienes se obliga a matar también deben ser considerados víctimas", destacó Unicef.
El creciente número de armas pequeñas de bajo costo en todo el mundo facilitó el uso de los niños como combatientes, dijo Bellamy.
"En la última década, unos 300.000 niños y niñas participaron en más de 30 conflictos en todo el mundo". Eso habría sido "imposible sin el acceso a las armas pequeñas, que los niños pueden" manejar con facilidad, aseguró Bellamy.
Graça Machel, esposa del ex presidente sudafricano Nelson Mandela y enviada especial del secretario general de la ONU, informó en un estudio de 1996 que niños a partir de ocho años de edad fueron reclutados por la fuerza y obligados a combatir.
"Los niños con mayor probabilidad de ser convertidos en soldados proceden de zonas empobrecidas y marginadas, o fueron separados de sus familias", dijo Machel.
Los niños combatientes son reclutados de distintas maneras. Algunos se suman voluntariamente para sobrevivir, otros para demostrar su hombría o para vengar atrocidades cometidas contra su familia o comunidad.
Algunos fueron entregados por sus padres y otros fueron secuestrados. Según Unicef, los niños y niñas comprenden cerca de 30 por ciento de las fuerzas de algunas unidades guerrilleras.
En Colombia, la guerrilla, los grupos paramilitares y las fuerzas armadas reclutan a menores de edad para combatir, y en el norte de Uganda, el insurgente Ejército de Resistencia del Señor secuestró entre 5.000 y 8.000 niños y niñas entre 1995.
"Obligados a combatir en el frente, muchos (niños combatientes) mueren en batalla, y otros padecen heridas durante toda su vida", informó Unicef.
"La desnutrición, el VIH/sida y otras enfermedades de transmisión sexual… son comunes. Muchos niños quedan traumatizados emocionalmente por sus experiencias", informó Unicef.
La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño de 1989 estipula que 15 años es la edad mínima para que un menor sea reclutado a una fuerza armada. Pero el rechazo a la explotación de los niños con fines bélicos causó, en los últimos años, una campaña internacional para elevar el límite a 18 años. (FIN/IPS/tra-en/km/mk/aq/ip/99