COLOMBIA: EEUU dividido entre la paz y la opción militar

Estados Unidos considera duplicar la ayuda militar que otorga a Colombia y profundizar su intervención en la guerra civil que ya lleva 30 años en ese país, pero el gobierno de Bill Clinton sigue dividido sobre el rumbo que debe tomar su política respecto de Bogotá.

La presencia estadounidense va en aumento en Colombia, como lo demuestra la visita a Bogotá del general retirado Barry McCaffrey, jefe de la Oficina de Política Nacional contra las Drogas de la Casa Blanca.

Así mismo, el miércoles se recuperaron los cadáveres de cuatro de los cinco soldados estadounidenses cuyo avión de reconocimiento se estrelló contra una montaña colombiana cerca de la frontera con Ecuador la semana pasada.

Colombia es el mayor receptor de asistencia militar de Washington, después de Israel y Egipto. Unos 200 oficiales militares estadounidenses se encuentran en el país para realizar operaciones de entrenamiento, reconocimiento, inteligencia y erradicación de cultivos de drogas.

El país es la mayor fuente de cocaína y creciente abastecedor de heroína en el mercado de Estados Unidos. Pero Washington no se decide sobre el rumbo que debe adoptar su política colombiana.

Estados Unidos apoyó las gestiones que el presidente colombiano Andrés Pastrana inició hace un año para entablar un proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el mayor grupo guerrillero del país y el más antiguo de América Latina.

La semana pasada, Clinton reiteró su apoyo a Pastrana. "Hasta que no se ponga fin a la discordia civil en Colombia, tendremos muchas más dificultades para limitar las actividades de los narcotraficantes allí", declaró.

Pero analistas políticos creen que la política de la paz resultó debilitada, sino anulada, por hechos de los últimos días, y que funcionarios como McCaffrey y otros en el Pentágono (ministerio de Defensa), que apoyan una mayor ayuda militar para el ejército colombiano, están ganando la batalla interna.

"Lo que ocurre es que personas con opiniones como él (McCaffrey) están llenando el vacío político", comentó Michael Shifter, experto en Colombia del centro de investigación Diálogo Interamericano.

"Ahora tienen el timón quienes están a favor de una mayor ayuda militar", sostuvo.

Los partidarios de la opción militar aún se enfrentan a sectores del Consejo Nacional de Seguridad y del Departamento de Estado (cancillería) que temen que la ayuda militar exacerbe la violencia y destruya la esperanza de las negociaciones de paz, sin reducir el narcotráfico.

"Un gran paquete de ayuda militar agregará combustible al fuego", dijo Winifred Tate, analista de la organización no gubernamental Oficina de Washington para América Latina, un grupo de derechos humanos.

La producción de drogas aumentó en Colombia en la última década aunque en ese lapso también se incrementó la ayuda dirigida a la lucha antinarcóticos, aseguró.

"Incluso algunos militares estadounidenses reconocen que la derrota de las FARC (a las que Washington acusa de narcotráfico) no tendrá grandes consecuencias sobre las drogas", señaló.

Para los partidarios del proceso de paz, las últimas semanas provocaron grandes desilusiones.

Una gran ofensiva de las FARC, que trajo los combates a 40 kilómetros de Bogotá, reveló la debilidad del ejército y la agresividad de la guerrilla, a pesar de que hace un año se comprometió a tomar parte en las negociaciones.

La postergación indefinida de las negociaciones, pocas horas antes de su comienzo, también destacó la debilidad del propio proceso de paz, según analistas.

A la vez, la visita en Washington del ministro de Defensa colombiano Luis Ramírez y del comandante de las fuerzas armadas general Fernando Tapias, dio a Colombia la oportunidad de solicitar 500 millones de dólares en ayuda militar.

Legisladores del opositor Partido Republicano, que gozan de la mayoría en el Congreso, rápidamente apoyaron su pedido.

Para no ser menos, McCaffrey pidió 1.000 millones de dólares en ayuda de emergencia adicional para luchar contra el narcotráfico en América en el próximo año, de los cuales 600 millones se destinarán a Colombia.

Este año, Bogotá recibirá casi 300 millones de dólares de ayuda estadounidense contra las drogas, tres veces más de lo que recibió en 1998.

La mayor parte del dinero la recibe la policía nacional, pero 40 millones son para las fuerzas armadas, con la condición de que no se destine a unidades del ejército acusadas de violar los derechos humanos o a paramilitares de derecha, que son responsables de graves actos de violencia.

El problema fundamental es que Washington aún no decidió cuál es su prioridad en Colombia y cómo la ayuda al ejército, cuya meta es derrotar a la insurgencia, puede lograr ese objetivo.

"¿El propósito de la política de Estados Unidos en Colombia es derrotar a la guerrilla?", preguntó Shifter, de Diálogo Interamericano, en una columna en el diario The Los Angeles Times.

"¿Es acaso reducir la producción de drogas o… 'nivelar la cancha' , lo cual mejoraría el peso del gobierno colombiano para negociar la paz con los insurgentes?", agregó.

La respuesta es "todas las anteriores", según Shifter, porque McCaffrey, el Pentágono y los legisladores republicanos ven a los insurgentes, que gravan la producción de drogas en zonas bajo su control, como el enemigo en la lucha contra el narcotráfico.

Pero esa interpretación borra la distinción entre la lucha contra las drogas y la guerra contrainsurgente ya que, aunque están relacionadas, son diferentes.

"El argumento es que, al aumentar el apoyo a los militares, Estados Unidos puede lograr varios objetivos cuando, de hecho, esos objetivos quizá sean mutuamente exclusivos", dijo Tate.

El dinero que se solicita para la ayuda militar a Colombia, así como el pedido de más soldados estadounidenses, como los que murieron en el accidente de aviación de la semana pasada, requiere un gran debate sobre la conveniencia y coherencia del rumbo actual de la política de Estados Unidos, según Tate y Shifter.

"En Kosovo se dio prioridad a evitar las bajas estadounidenses, y ahora que tuvimos cinco muertes (en Colombia), casi no hubo reacción", dijo Tate. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/aq/ip/99

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