CHINA: "Reglas de oro" sobre crianza de bebés siguen vigentes

Li Yan se burla de las viejas prácticas chinas sobre la y crianza de bebés, pero no puede olvidarlas, y si quisiera hacerlo, su familia se encargaría de recordárselas.

Por lo tanto, pese al calor y la humedad reinantes en Beijing, Li Yan, que acaba de dar a luz a quien será por siempre su único hijo, no puede bañarse. Tampoco puede lavarse el cabello ni abrir la ventana durante el mes siguiente al nacimiento.

Las creencias tradicionales establecen que, tras el parto, la madre es particularmente susceptible a las enfermedades, y por eso debe mantenerse alejada del agua y el viento durante un mes.

Por supuesto, está prohibido salir de la casa y tomar bebidas frías. En realidad, los familiares quisieran que Li Yan pasara todo el tiempo en cama, comiendo cosas como huevos, tallarines y sopa de tuétano, para que tenga mucha leche.

"Sabemos que algunas de estas normas son muy anticuadas", admitió el esposo de Li, Ma Jun, algo solidario.

"Pero ella no puede olvidarse de esas reglas, porque si algo saliera mal con el bebé, sería responsabilizada por toda la familia", señaló.

Veinte años de modernización no afectaron las prácticas tradicionales de China para producir "descendencia saludable". Por el contrario, la política del hijo único, introducida a fines de los años 70, introdujo más restricciones y prohibiciones a la lista de "reglas de oro" sobre la crianza de bebés.

Actualmente, las mujeres chinas son advertidas de que leer y mirar televisión representa un riesgo para las embarazadas y las madres puérperas, ya que puede dañar su visión e incluso provocar abortos.

Sin embargo, nada es más duro para las mujeres que la carga de responsabilidad que todos colocan sobre ellas para que produzcan descendientes sanos y robustos.

"Debí renunciar a mi trabajo como contadora cuando tuve a mi bebé", lamentó Ren Chunsheng, de 38 años. "Mi familia creyó que era demasiado duro y consumiría toda la energía que yo precisaba para mi bebé", relató.

La exigencia de hijos saludables también provocó un aumento en el número de nacimientos por cesárea.

Michael Morton, un ginecólogo occidental residente en Beijing, estimó que más de 50 por ciento de los nacimientos en las ciudades chinas se producen por cesárea.

"La razón es que más vale prevenir que lamentar. La mayoría de las mujeres chinas eligen someterse a una operación sólo para asegurarse de que nada salga mal con el único bebé que se les permite tener", explicó.

Los orígenes de la ansiedad por la descendencia saludable pueden hallarse en la baja condición social que tenía la mujer en la China imperial. Ellas dependían de la "producción" de hijos varones y sanos para mejorar la posición social de su familia.

A fines del siglo XIX, los reformadores Kang Youwei y Liang Qichao proclamaron que la riqueza y el poder de la nación se basaban en la fortaleza física de la población, y que cada individuo era responsable de tener hijos sanos.

Así, la raza china debía "mejorar su calidad" para fortalecer al país en sus enfrentamientos con potencias extranjeras.

Las ideas de estos reformadores fueron posteriormente desarrolladas por eruditos de la China republicana (1911-1949), cuando la visión moderna del renacimiento nacional se asoció firmemente con la calidad de la población.

Todo esto se reflejó en la primera ley de eugenesia de China, la Ley de Salud Materno-Infantil.

Cuando fue aprobada, en 1995, provocó una tormenta de críticas internacionales debido a sus similitudes con prácticas eugenésicas de la Alemania nazi.

Pero expertos chinos defendieron la norma arguyendo que el término extranjero "eugenésico" no reflejaba con precisión la naturaleza de la ley, destinada a mejorar los servicios de salud.

No obstante, organizaciones extranjeras de genética permanecen preocupadas, ya que la ley exige controles genéticos premaritales y esterilización definitiva para las parejas "consideradas inapropiadas para tener descendencia".

Esta disputa parece risible para algunos residentes comunes de Beijing, quienes creen que de todos modos ya hay demasiados chinos en este país de 1.200 millones de habitantes.

"Por supuesto que hay que hacer algo para mejorar la calidad de la nación", opinó Ma Xuyan, una niñera de mediana edad. "Si todos los bebés chinos fueran concebidos y criados de acuerdo a las normas, China sería un país mucho más avanzado". (FIN/IPS/tra-en/ab/js/mlm/cr-hd/mlm

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