BRASIL: Policías militantes de derechos humanos

Muchos policías se desprenden de la imagen represiva de las fuerzas de orden público de Brasil y se convierten en defensores de los derechos humanos, una tarea antes casi exclusiva de organizaciones no gubernamentales, religiosos y juristas.

Eso se debe, en gran parte, a los cursos ofrecidos por el no gubernamental Centro de Asesoramiento a Programas de Educación para la Ciudadanía (CAPEC) con apoyo de Amnistía Internacional (AI), en convenio con la Secretaría Nacional de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia.

La formación que brinda CAPEC está dirigida a profesores, abogados, médicos, líderes estudiantiles y comunitarios, dirigentes de organizaciones no gubernamentales y, en especial, policías.

El Centro brindó cursos a 1.108 personas en 1996, año inicial del convenio, y a 5.729 en el año pasado, informó Patricia Audi, coordinadora del Programa Nacional de Derechos Humanos.

En Amapá, un estado amazónico del extremo norte de Brasil, la capacitación alcanzó 50 por ciento de todo el efectivo policial, "incluyendo policías militares, de tránsito y comunitarios, además de los bomberos", ejemplificó Audi.

Pero la cantidad final de gente entrenada para la defensa de los derechos humanos es muy superior.

Los cursos, ya implementados en ocho de los 26 estados brasileños, formaron "multiplicadores", personas preparadas para capacitar a otras y difundir la nueva actitud, explicó Ricardo Balestrelli, quien dirigió la sección brasileña de AI en los cuatro últimos años y es ahora su presidente honorario.

"Es una novedad" en el mundo en desarrollo "que tantos policías cumplan ese papel", de "reductor de la violencia y educador de la población", señaló.

La formación de un grupo desata un proceso similar a nivel local. En Paraná, un estado del sur, la organización no gubernamental asociada al proyecto, el Instituto de Defensa de los Derechos Humanos, ya capacitó miles de personas, aseguró el abogado.

En el estado meridional de Río Grande del Sur, donde tiene su sede y empezó el trabajo, CAPEC estima que la enseñanza alcanzó 60 por ciento de la Policía Civil, que cuida los aspectos judiciales, mientras la rama militar se encarga de la acción de vigilancia callejera.

En algunas capitales estaduales, como la norteña Macapá y Aracajú, en el nordeste, se redujo mucho la violencia de los barrios "más peligrosos", sostuvo Balestrelli. Eso se debió especialmente a la nueva mentalidad de la policía "interactiva", de efectivos fijos y dedicados a una comunidad.

CAPEC desarrolló un "lenguaje de persuasión" eficaz, que consiste en incentivar a los policías a "promover, y no solo respetar, los derechos humanos", según el abogado.

El argumento central es que asumir el frente de lucha contra las violaciones de derechos humanos es más efectivo que la actitud defensiva, de responder a las denuncias contra las organizaciones policiales cuyos miembros se involucraron en torturas, asesinatos y masacres.

El rescate de la credibilidad y la construcción de un imagen positiva ante la población es una de las difíciles tareas de los organismos de seguridad pública en Brasil, tras décadas de desmanes divulgados hasta el hartazgo.

La dificultad inicial para llevar los derechos humanos adentro de los cuarteles y comisarías fue reconocida por Carlos Alberto Sperotto, responsable de su enseñanza en la Academia de la Policía Civil de Rio Grande del Sur.

En ese estado, una ley hizo obligatoria en 1986 la enseñanza de los derechos humanos en la formación policial. Hubo resistencias, que aún se manifestan, pero los avances son visibles. "El respeto al ciudadano que va a las comisarías mejoró 80 por ciento", estimó el Sperotto.

La idea de que los derechos sirven solo para proteger a bandidos era el gran obstáculo, generando antagonismos entre militantes y policías, según el comisario convertido en profesor.

Los resultados positivos ya obtenidos llevaron las autoridades estaduales a extender a la Policía Militar la enseñanza de derechos humanos, a través de proyecto con otras instituciones.

Los cursos de CAPEC se dividen en tres "módulos", en general intercalados por períodos de algunos meses durante los cuales se llevan las enseñanzas a la práctica bajo supervisión de las organizaciones no gubernamentales locales asociadas, que suman 30 en todo el Brasil.

La experiencia ya tiene reconocimiento internacional. Secciones de la AI de Holanda y Noruega la están implementando en países de Africa y Asia, destacó Balestrelli. (FIN/IPS/mo/mj/hd/99

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