Menores de edad que cometieron un delito o esperan ser enviados a un orfanato estatal en Jamaica son detenidos en cárceles para adultos, donde la violencia y las malas condiciones sanitarias ponen en peligro sus vidas, denuncia un informe de Human Rights Watch (HRW).
"Los niños presos de Jamaica carecen de los derechos humanos más básicos. Permanecen mucho tiempo, a veces varios meses, en celdas hacinadas, en condiciones peligrosas para su salud. Reciben mala alimentación y respiran aire sofocante y fétido durante las 24 horas del día", según el grupo de Nueva York.
"Hijos de nadie" es el informe divulgado el jueves que redactó un equipo de la organización humanitaria luego de visitar Jamaica durante 10 días en agosto y principios de septiembre con el fin de examinar la situación de los menores detenidos en locales de la policía y en instituciones del gobierno.
HRW entrevistó a adolescentes detenidos en seis cárceles policiales de Kingston y la cercana localidad de St. Catherine, donde algunos permanecen presos hasta ocho meses. Todos se quejaron de las malas condiciones de vida.
No es extraño que los jóvenes permanezcan en la cárcel durante largos períodos, a pesar de que la legislación jamaiquina estipula que los menores deben ser trasladados a un lugar seguro 24 horas después su detención.
Las condiciones que padecen los jóvenes, en su mayoría varones adolescentes, en las cárceles para adultos son terribles, según los autores del informe, que también entrevistaron al comisionado de policía, a activistas por los derechos humanos y a personal de las instituciones de detención.
Los presos están hacinados en todas las cárceles. Una de las instalaciones visitadas, con capacidad para 50 personas, albergaba a 138 detenidos. Muchos dormían en el piso, que suele estar sucio, húmedo y cubierto de orina.
Los niños detenidos comparten la celda con delincuentes adultos violentos, y corren peligro de ser atacados por esos presos o por los propios policías.
"Son muy pocos los que tienen abogados que los representen y son víctimas de un sistema jurídico que los abandona en las cárceles simplemente porque el proceso legal es lento y el sistema no sabe qué hacer con ellos", asegura el informe.
Muchos de los niños presos estaban heridos o enfermos cuando el equipo de HRW los visitó en la cárcel, pero la mayoría no habían recibido atención médica.
El informe de 1998 revela que no hubo muchos progresos desde 1994, cuando HRW visitó Jamaica por primera vez, observó Jo Becker, director de la División de Derechos Infantiles de la organización.
"Se esforzaron un poco más en mantener a los niños fuera (de las cárceles para adultos), pero la situación sigue siendo problemática", declaró Becker.
El equipo de HRW denunció sobre todo las condiciones sanitarias desastrosas, el hacinamiento y las instalaciones inadecuadas.
"La celda era pequeña, y estaba llena de excrementos y de basura. Dormí sobre un pedazo de cartón, en el piso. Fue como dormir en un cuarto de baño", relató un muchacho de 16 años entrevistado HRW.
"Ni siquiera los delincuentes adultos deberían estar en cárceles como esas. (Pero) tener a los niños en esas condiciones es imperdonable", sostuvo Becker.
Existe un organismo estatal, la División de Servicio a la Infancia, cuya función es colocar a los adolescentes en hogares adecuadas, pero HRW descubrió que no existe una agencia similar que cuide a los detenidos.
La policía, la División de Servicio a la Infancia y el sistema legal no se hacen responsables del destino de los niños detenidos, así que la mayoría permanecen largos períodos en la cárcel.
En centros de detención de las ciudades de Spanish Town, Central y Mathilda, los policías reconocieron que no tienen el entrenamiento para tratar con menores de edad ya que sus instalaciones están diseñadas para presos con penas de corto plazo.
Como resultado, los menores son descuidados y las golpizas son habituales en las cárceles donde los policías suelen tratar a los jóvenes con desprecio.
Una joven de 15 años aseguró a HRW que un policía la violó mientras estuvo detenida en una cárcel durante una noche.
La hostilidad de la policía jamaiquina hacia los menores de edad data de los años 60 cuando recrudeció la violencia entre las bandas juveniles de Kingston, explica el informe.
Desde entonces, la policía libró una guerra contra las bandas de la ciudad, en su mayoría integrada por hombres jóvenes. "Son más difíciles de tratar que los adultos", dijo un superintendente de una cárcel en Spanish Town.
HRW recomienda que la policía no detenga a los niños en las cárceles. Si la práctica continúa, las celdas no deben ser compartidas con adultos, precisa el informe.
En cuanto a la División de Servicios a la Infancia, HRW recomienda que el personal de estas instituciones sea entrenado en el campo de la atención infantil para que pueda ofrecer un ambiente seguro y sano para los niños y que guarden registros de la situación médica de los internos. (FIN/IPS/tra-en/hc/cb/ceb-aq/hd/99)