La hija de dos uruguayos desaparecidos en Argentina, secuestrada hace 22 años, se reencontró con sus familiares gracias a un paciente trabajo de Abuelas de Plaza de Mayo y a su propio deseo de conocer su identidad.
Mercedes Fernández García, desaparecida en 1977, poco después de su nacimiento en cautiverio, debió haberse llamado Carmen Gallo Sanz.
Sus padres, los uruguayos Eduardo Gallo y Aída Sanz, eran militantes de izquierda refugiados desde 1974 en Buenos Aires, y fueron secuestrados en diciembre de 1977 por fuerzas que actuaban en el marco de la coordinación de las dictaduras del Cono Sur, llamada Operación Cóndor.
La Operación Cóndor se formalizó en Santiago en noviembre de 1975 (aunque hubo acciones coordinadas previas), y en ella participaron las dictaduras de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, que cooperaron para vigilar, detener, torturar y asesinar a sus opositores, aun en países ajenos a la operación.
El reencuentro de Mercedes Fernández con sus familiares uruguayos se produjo pocos días después de que el gobierno de Estados Unidos diera a conocer documentos antes secretos sobre Chile, que confirmaron la existencia de la Operación Cóndor.
La joven llegó a Montevideo en la noche del jueves, y este sábado se reunirá con su abuelo, de 87 años de edad, en la ciudad noroccidental de Salto.
El jueves, pocas horas antes de que la joven llegara a Montevideo, el fiscal Giancarlo Capaldo logró en Roma que la justicia abriera una investigación sobre la desaparición, entre 1974 y 1980, de cinco uruguayos y tres argentinos de ascendencia italiana, secuestrados en Argentina, Paraguay y Brasil.
Según Capaldo, que recibió una denuncia presentada por familiares de los desaparecidos y organizaciones humanitarias, esas ocho personas fueron víctimas de la Operación Cóndor.
Centenares de uruguayos buscaron refugio en la vecina Argentina luego de que los militares dieran un golpe de Estado en Uruguay el 27 de junio de 1973, iniciando una dictadura que se prolongó hasta marzo de 1985.
Entre 1974 y 1980 desaparecieron en Argentina 109 uruguayos refugiados en ese país, que habían sido detenidos por fuerzas militares, policiales o paramilitares.
Las acciones de estos grupos represores aumentaron a partir de marzo de 1976, cuando la presidenta de Argentina, Isabel Martínez, fue desalojada del poder por los militares, que gobernaron hasta diciembre de 1983.
Las organizaciones defensoras de los derechos humanos han denunciado la desaparición en Argentina de doce niños hijos de secuestrados uruguayos, cuatro de los cuales nacieron, como Mercedes Fernández, durante el cautiverio de sus madres.
El caso de Mercedes Fernández es el octavo en que la labor de búsqueda de niños desaparecidos en el marco de la represión, realizada por organizaciones como la argentina Abuelas de Plaza de Mayo, permite ubicar a hijos de uruguayos.
Los dos primeros fueron los hermanos Anatole y Victoria Julien Grisonas, secuestrados en Buenos Aires en octubre de 1976, junto a sus padres, y a quienes se halló dos meses después, abandonados, en una plaza de la ciudad chilena de Valparaíso, cien kilómetros al oeste de Santiago.
Cuando Aída Sanz fue secuestrada, tenía nueve meses de embarazo. Su madre, Elsa Fernández, quien había viajado a la capital argentina para asistirla en el parto, también fue secuestrada, y permanece desaparecida al igual que su hija y su yerno.
Mercedes, a quien sus progenitores querían llamar Carmen, nació pocos días después del secuestro, y al igual que muchos otros niños fue entregada a padres sustitutos, Horacio Fernández y Marta García, quienes no podían tener hijos y querían adoptar uno.
Fernández y García desconocían el origen de la niña, a quien recibieron de un médico argentino, pero comenzaron a sospechar cuando éste fue acusado de colaborar con los militares en la desaparición de hijos de secuestrados.
La pareja nunca ocultó a Mercedes que había sido adoptada, y ella realizó gestiones para averiguar su verdadero origen. Según dijo en la noche del jueves, en una conferencia de prensa realizada tras su llegada a Montevideo, sospechaba que podía ser hija de desaparecidos.
Luego de una serie de investigaciones realizadas a instancias de la joven, integrantes de Abuelas de Plaza de Mayo sospecharon que Mercedes podía ser hija de Eduardo Gallo y Aída Sanz, y se le practicó un examen genético que confirmó esa hipótesis.
Mercedes había temido que su madre biológica la hubiera abandonado, y la revelación de su verdadera historia, pese a sus circunstancias dramáticas, representó un alivio para ella.
"Ahora me siento bien, porque sé que (mi adopción) fue por otra circunstancia. Sé que (mis padres biológicos) lucharon por lo que querían y eso es algo que respeto mucho, y sé además que me quedó una gran familia", dijo a los periodistas en el aeropuerto.
Tanto sus padres adoptivos como la familia de sus padres biológicos coincidieron en la necesidad de actuar en conjunto y sin enfrentamientos.
"Estoy muy emocionada y alegre de conocer a toda mi familia y de que mis padres (adoptivos) estén conmigo", dijo la joven, convirtiendo a ambas familias en una sola.
"Bienvenida", decía un cartel que agitaba en el aeropuerto un grupo de personas intgerantes de las organizaciones de familiares e hijos de desaparecidos. (FIN/IPS/rr/mp/hd ip/99)