El Banco Mundial promueve la creación de un "mercado mundial de contaminación" pese a la polémica sobre los méritos de un sistema de este tipo en el control del cambio climático.
Este martes, el Banco solicitará a su junta ejecutiva que apruebe un "Fondo Prototipo de Carbono" (FPC) destinado a convertirse en modelo de un mercado mundial de licencias para emitir "gases de invernadero", responsabilizados por el recalentamiento del planeta.
El FPC funcionaría como un fondo de inversión colectiva, salvo que los valores negociados no serían acciones sino toneladas de dióxido de carbono, explicó Robert Watson, director del Departamento de Ambiente del Banco.
Una vez aprobado, la institución financiera invertiría entre 60 y 150 millones de dólares en proyectos destinados a reducir las emisiones de gases de invernadero, con la correspondiente creación de "créditos" o licencias para emitir cantidades equivalentes de carbono.
Las licencias serían adquiridas por empresas o países para evitar tener que reducir sus propias emisiones de gases de invernadero.
Este intercambio de emisiones está previsto en el Protocolo de Kyoto de 1997 sobre cambio climático, pero los países signatarios postergaron la decisión sobre las normas del sistema propuesto hasta el año próximo.
"Todavía hay un tira y afloja", reconoció Ole Kristian Holthe, embajador de Noruega para el ambiente. Sin embargo, el FPC será una primera experiencia sobre la forma en que podría realizarse el comercio.
Los gases de invernadero se originan principalmente en la quema de combustibles fósiles como el carbón y el petróleo. La mayoría de los científicos los culpan por el aumento del promedio mundial de temperaturas, con enormes implicaciones para el clima, la salud y las actividades económicas.
"La quema de combustibles fósiles derivada de proyectos del Banco Mundial posteriores a 1992 producirán 38.000 millones de toneladas de carbono, equivalentes a 1,7 veces el total emitido por todos los países del mundo en 1996", destacó Daphne Wysham, investigadora del Instituto de Estudios Políticos, de Washington.
"Ahora el Banco pretende lucrar con esas emisiones" creando una comisión sobre intercambio a cargo de su FPC, acusó.
Watson afirmó que las cifras de Wysham son superiores a las reales y que el Banco perderá dinero con el FPC en vez de ganar, pero reconoció que la institución destinó seis veces más fondos a proyectos basados en combustibles fósiles que en fuentes renovables de energía desde 1992.
Analistas económicos sostienen que el Banco no lucrará sólo si se retira del mercado de carbono a corto plazo, pero si permanece en él, obtendrá un retorno de cinco por ciento, que según las estimaciones de la propia institución podría equivaler a 150.000 millones de dólares para el año 2020.
Las empresas que puedan probar su reducción de emisiones de gases de invernadero también podrían obtener lucrativos contratos.
Si el mundo mantiene 40 años más el ritmo actual de quema de combustibles fósiles, que liberan unos 6.000 millones de toneladas de carbono por año, se producirá un daño ecológico irreversible, advirtió Matthew Spencer, de la organización ambientalista Greenpeace.
Dado lo que está en juego, muchos ambientalistas son partidarios de la intervención estatal directa para promover fuentes renovables de energía y reducir la explotación y el uso de combustibles fósiles.
Una idea es la imposición de tributos, o al menos el retiro de subsidios, a las actividades que contribuyan al recalentamiento del planeta.
Sólo en Estados Unidos, los subsidios suman entre 21.000 y 36.000 millones de dólares por año, según la Alianza para el Ahorro de Energía, y en todo el mundo llegan a 300.000 millones de dólares.
Lo recaudado por un propuesto impuesto a las transacciones monetarias internacionales, destinado a estabilizar los mercados financieros desalentando la especulación, también podría utilizarse para financiar la sustitución de petróleo y carbón por fuentes renovables de energía, arguyeron grupos ambientalistas.
"Un impuesto de sólo 0,25 por ciento produciría entre 150.000 y 200.000 millones de dólares por año", destacó Edward Goldsmith, editor de la revista británica The Ecologist. El comercio monetario mundial se estima en 1,3 billones de dólares por día.
Sin embargo, las intervenciones contra las "fuerzas del mercado" no son populares en los círculos comerciales ni entre los planificadores de políticas, lamentó Spencer.
Varios analistas describieron los nuevos planes del Banco Mundial como "una opción poco dolorosa" para aquellos países industrializados que no pueden o no quieren comprometerse a reducir sus emisiones de carbono a corto plazo.
La demanda de un mercado mundial de carbono fue aceptada "para mantener la participación en las negociaciones de Kyoto de Estados Unidos (el mayor emisor de gases de invernadero), Canadá, Japón, Australia y Nueva Zelanda", sostuvo Charlie Kronick, director de la Red de Acción para el Clima, de Gran Bretaña. (FIN/IPS/tra- en/aa/mk/mlm/en/99