RICARDO ALARCON: AUN SIN BLOQUEO, EEUU INTENTARIA DOMINAR A CUBA /Entrevistas del fin de siglo/

La enemistad entre Cuba socialista y Estados Unidos, un peligro cierto para la seguridad de este lado del hemisferio occidental, pasará al próximo siglo sin posibilidades cercanas de solución, según cree Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el parlamento cubano.

Alarcón, de 62 años, ex canciller y cabeza visible de las delicadas negociaciones que llevaron a los acuerdos sobre migración, único punto en que Washington y La Habana lograron consenso en los últimos 40 años, considera que la política de Estados Unidos contra el gobierno de Fidel Castro está estimulada por la intención de apoderarse de Cuba.

Afirma que ese proyecto es muy anterior al surgimiento de un régimen socialista en este país y, por esa razón, el fin del bloqueo impuesto desde 1961 no acabaría necesariamente con la hostilidad de Washington hacia Cuba.

Alarcón es uno de los dirigentes políticos más cercanos a Castro, a cuyo movimiento insurreccional 26 de Julio ingresó en 1955. Rechaza todo cambio que pueda emparentar a este país con la democracia representativa, aunque acepta que el sistema político de la isla es «perfectible».

En su opinión, la Revolución cubana implica un desafío al modelo «homogeneizador y desmovilizador» que recorre el mundo, pese al impacto de la crisis económica en la población. Y agrega una advertencia: quienes intenten cambiar el sistema capitalista aceptando sus reglas, van a terminar siempre igual, perdiendo.

IPS: ¿Cuáles son los mayores riesgos para la seguridad de Cuba?

RICARDO ALARCON: Tener a Estados Unidos a 90 millas (algo más de 165 kilómetros). Desde las 13 colonias (fundadoras de Estados Unidos) para acá, el gran problema de seguridad para Cuba ha sido, es y me temo que será por un período histórico prolongado, la pretensión estadounidense de dominarla.

Y ahora ya no hablamos de aquellas 13 colonias que empezaron a expandirse hacia el oeste y hacia el sur a principios del siglo XIX, sino de la superpotencia, del gendarme mundial, del poderío tecnológico avasallador que tiene Estados Unidos, en un mundo además desequilibrado, sin elementos de contención, sin carta de las Naciones Unidas, sin normas internacionales.

Detrás de toda la política anticubana está la intención norteamericana de apoderarse de Cuba, imponiéndole al mundo determinado esquema, no sólo declarativamente, sino, con acciones concretas. Pero no lo logran. Tenemos grandes líos, el bloqueo nos afecta, pero hay que admitir que no lo acata todo el mundo, no pueden imponerlo.

Lo más novedoso es el cuestionamiento del bloqueo dentro de Estados Unidos. Parte importante del sector agrícola, por ejemplo, critica abiertamente el bloqueo, algo que cinco años atrás no hacía. También hay estadounidenses que viajan a Cuba, violando incluso las regulaciones oficiales al respecto.

IPS: Sin embargo, algunos expertos sostienen que la seguridad de Cuba se basa en la viabilidad económica, la consecución de su proyecto de justicia social y la defensa del mismo. Luego de nueve años de crisis, los repuntes son tímidos y el mercado internacional ofrece poco a la isla. En lo interno se acentuaron las desigualdades y la gente siente que apenas sobrevive, en un proyecto social que hasta los años 80 les ofrecía prosperidad futura.

Pero el gobierno cubano sigue considerando viable un proyecto económico y social que exige tantos sacrificios a su población, y en un entorno mundial adverso. ¿Esa insistencia no pone en peligro, desde dentro, a la Revolución?

ALARCON: ¿Y cuál es la alternativa? No la hay. Y no es que sea o no viable este proyecto que intenta salvar lo que se logró en 40 años de Revolución. Mantenemos un sistema de salud gratuito para todos y, aunque puede faltar algún medicamento, o insumos en un hospital, ¿cuál es la alternativa? ¿Privatizar la medicina? ¿Eso mejoraría la situación de la gente? Quizás para algunos, pero no para todos.

La alternativa capitalista no le daría a la mayoría de la población una vida mejor, no resolvería sus problemas materiales. Las desigualdades introducidas por los cambios en la economía enseñan eso a los cubanos. Algunos tendrían mayor poder adquisitivo y podrían tener un buen nivel de salud, de educación, pero la mayoría no. Y así es donde quiera que se haya aplicado esa alternativa.

IPS: ¿Pero, a largo plazo no resulta peligrosa para la estabilidad política esta prolongada crisis económica?

ALARCON: La situación sigue siendo difícil, los problemas son muy grandes, pero se ha logrado detener la crisis, reactivar modestamente la economía y preservar las conquistas sociales, aunque éstas, como la vida, sean afectadas por la situación material. Pese al bloqueo (estadounidense) y a toda la presión externa, nos hemos ido abriendo espacio y mantenemos un conjunto de relaciones que permiten al país sobrevivir y más o menos desarrollarse.

El gran problema está cuando comparamos la situación actual con la de los años 80. Todavía no hemos recuperado lo que teníamos entonces y los problemas materiales siguen presionando.

Pero vuelve la pregunta sobre la alternativa, que es un debate en el plano de las ideas. Nos dicen ‘acogeos al capitalismo’, volved a la democracia liberal y todos los problemas se acabarán. Y eso no es verdad en ninguna parte del mundo, ni siquiera en Washington.

IPS: ¿Por qué Cuba y Estados Unidos han podido llegar a acuerdos en asuntos de migración, con resultados favorables para ambas partes, y no en otras cuestiones también de evidente interés mutuo?

ALARCON: Hay acuerdos sobre migración que en general se cumplen, pero son acuerdos limitados, que están afectados por una relación bilateral anormal. Los cubanos siguen recibiendo al llegar a Estados Unidos un trato preferencial reservado sólo para ellos.

Siendo esta política tan anormal y existiendo corrientes antiinmigratorias muy fuertes en ese país, ha sido posible que una mayoría de la administración y del Congreso de Estados Unidos apoyara los acuerdos con Cuba.

IPS: Así que despedimos el siglo y recibiremos el siguiente sin progreso en los aspectos más crispados de las relaciones bilaterales.

ALARCON: Yo no creo que haya ningún cambio antes que se acabe el siglo y no por el siglo, el pobre siglo no tiene la culpa. Para el fin del 2000 son las elecciones en Estados Unidos y ahora el asunto es buscar plata para financiar la campaña electoral. Pero, contradicciones aparte, hay por lo menos tres temas en torno de los cuales hubiera sido razonable tratar de llegar a algún entendimiento: migración, narcotráfico y ambiente.

Estamos a 90 millas, y eso inevitablemente se asocia con emigración y narcotráfico. Compartimos un mar, un espacio geográfico donde hay intereses comunes. Esta oleada de tornados en Estados Unidos pasa por aquí. Los huracanes que pasan por Cuba los van a afectar también a ellos. En fin, hay una inevitable interrelación.

IPS: ¿Por qué las elecciones en Estados Unidos son impedimento para el mejoramiento de las relaciones bilaterales?

ALARCON: El tema electoral en Estados Unidos se traduce en una competencia por la recaudación de fondos. Eso conduce a una gran irresponsabilidad, porque tú le vas a decir a quien te va a pagar lo que él quiere oir.

Ningún político estadounidense se preocupa por saber lo que piensan las personas de origen cubano que viven en Miami ni la mayoría de la población de Florida y de Miami que no son de origen cubano. Lo que sí les preocupa es lo que puedan recaudar en Florida y allí hay grupos que manejan bastante plata y se dedican al negocio de darle (dinero) a los partidos políticos. No le dan a uno sólo, le dan a los dos, y te dan si tú más o menos te comprometes a hacer lo que ellos quieren.

IPS: ¿De modo que no se ha dado aún un cambio generacional en la comunidad cubana en Estados Unidos como para que la correlación de fuerzas sea otra y dé paso a un cambio de actitud hacia Cuba?

ALARCON: Son cosas distintas. Debe haber cambio de estilo, de ver la vida porque, hay generaciones de cubanos que no hablan español, que nacieron hablando inglés. Pero lo importante es que no ha habido ningún cambio entre los que controlan el dinero y pueden por lo tanto comprar a los políticos. Y no ha habido cambio ninguno en el sistema estadounidense, esencialmente corrupto, en que los políticos tienen un precio.

IPS: El bloqueo ha causado perjuicios irreparables a la economía de Cuba, pero ha sido también un buen factor de cohesión, al punto que algunos teóricos afirman que su fin implicaría la caída del sistema socialista.

¿Se ha imaginado usted una Cuba sin bloqueo, llena de turistas y de hombres de negocios de Estados Unidos haciendo lo imposible por recuperar el terreno perdido? ¿Sería eso una amenaza para el socialismo cubano? ¿Está preparada Cuba para una eventualidad de esa índole?

ALARCON: Nosotros exigimos el levantamiento inmediato, incondicional, completo del bloqueo, independientemente de que la lucha por su levantamiento, y en general contra la política agresiva de Estados Unidos, sea un elemento de cohesión nacional.

Pero la necesidad de cohesión nacional no va a desaparecer porque se levante el bloqueo. Ahora, si (el fin del bloqueo) sucede, no significa que los estadounidenses vendrían a invertir donde quieran, a comprar el país.

Podrían hacerlo conforme a la ley vigente sobre inversiones extranjeras y tendrían las mismas posibilidades que tienen empresarios de otras naciones. Cuba no está a la venta. Además, sus posibilidades (de los hombres de negocios de Estados Unidos) se han ido restringiendo, llegarían tarde y no siempre tendrían un espacio disponible.

Pero, ¿levantar el bloqueo significaría poner fin a la hostilidad y a la pretensión de dirigir a Cuba? Eso sí sería un gran cambio. La intención de Washington de apoderarse de Cuba es muy anterior al bloqueo, a la Revolución Cubana y a la independencia de Cuba.

Estaría por verse si eso desaparece. A lo mejor ocurre en algún momento del próximo milenio, pero van a ser otras generaciones las que lo vean.

IPS: Es decir, ¿no lo veremos nosotros?

ALARCON: El fin del propósito de apoderarse de Cuba, yo creo que no. El fin del bloqueo, es posible. Pero con el bloqueo puede ocurrir otra cosa, que sería el peor escenario para ellos: que sencillamente, llegue un momento que sea irrelevante y que ya a ningún periodista inteligente se le ocurra hacer una pregunta sobre el tema, porque ya a nadie le va a importar.

Lo que sí es crucial, es que el levantamiento (del embargo) no es negociable, lo tienen que levantar incondicionalmente, sin esperar nada a cambio, ninguna cesión de soberanía, de independencia por parte de Cuba. Ellos deben tratar a Cuba como la trata cualquier estado europeo, y así tendrían posibilidades de invertir, de comerciar, de tener relaciones con nosotros igual que los demás.

IPS: Sin bloqueo ni hostilidad estadounidense, ¿sería posible una apertura hacia la legalización de diferentes corrientes políticas, elecciones y una prensa no estatal?

ALARCON: No. Yo no creo que ese sistema sea superior al nuestro, que lógicamente es perfectible. El nuestro se ha desarrollado además en condiciones anormales que, si desaparecen, habría mayores posibilidades de desarrollarlo.

Si cayéramos en eso iríamos a dar a lo mismo que hay hoy en todo el mundo, incluso en Estados Unidos: un gran debate de los políticos sobre cómo hacer más creíble el sistema, cómo lograr que la gente se interese en las elecciones y en la vida de los partidos.

Realmente hay un problema que va más allá de la confrontación Este-Oeste o Norte-Sur y que tiene que ver con el desarrollo de la llamada democracia representativa en este mundo globalizado y neoliberal.

IPS: Pero mucha gente se pregunta por qué, si en el terreno económico se hicieron en Cuba cambios que hasta los años 80 estaban fuera de todo pronóstico, no hay también cambios en el terreno político. Usted mismo hablaba de que el sistema es perfectible. ¿Qué aspectos habría que perfeccionar del sistema cubano?

ALARCON: Lo más importante es la participación real de la gente. Pero no es verdad que eso esté resuelto en el sistema representativo. Es exactamente al revés. Independientemente del sistema, esto es un tema viejísimo, hay un problema que es más profundo y que ni Cuba ni nadie lo ha resuelto.

Si no se logra que la gente se sienta protagonista, nada se habrá avanzado. Además, me parece absurdo asociar el fin de la hostilidad estadounidense con tirar por la ventana todo lo que hemos alcanzado en ese terreno.

IPS: Muchos habitantes de Cuba están molestos por las desigualdades, porque los extranjeros tienen preferencia sobre ellos en algunos lugares y hay sitios donde un cubano no puede comprar aunque disponga de dólares. Así, se habla de ‘apartheid’ en la sociedad actual, algo que crea malestar.

ALARCON: Desgracidamente la vida es así. Está por un lado el problema del dólar y toda esa desigualdad entre quienes lo tienen o no. Llegará el momento en que se elimine la doble circulación monetaria. Eso vendrá y no en las calendas griegas. Pero si hubiera continuado la prohibición de la tenencia de esa moneda, igual habría aumentado el número de personas que la poseen, debido al turismo y la inversion extranjera.

¿Cuál fue el efecto de la liberalización del dólar? Por un lado, su presencia en la sociedad y en la economía es mayor, pero también dio posibilidad a quien no lo tenía antes. O sea, opera en la direccion contraria a la idea del apartheid, porque siempre hubo gente que se las arreglaba para tener (dólares).

Antes de la Revolución (1959), muchos lugares estaban vedados para un sector importante de la población. El proceso revolucionario creó un sentido de igualdad (social) que hay que preservar.

Desde el punto de vista social quizás éste sea el problema más importante. Hemos tenido que intentar salvar, mantener y desarrollar la ideología de la igualdad en momentos en que los cambios económicos reintrodujeron cosas que para el cubano son especialmente chocantes.

Había que tomar decisiones de estrategia, lograr salir del hueco, mover la economía, empezar a bracear y salir a flote, cuidar lo esencial de lo que teníamos. Concluimos este siglo y recibimos el próximo y, por supuesto, hay gente que se suma y gente que se resta, eso es inevitable.

Ahora, si el país se hubiera convertido en firme defensor del socialismo a ultranza, hace rato habría pasado a la historia. Nada de capital extranjero, nada de turismo, y terminaba en la hecatombe.

La otra alternativa, privatizar la economía y poner todo a la venta, resulta discutible como solución desde el punto de vista social. Se puede verificar que tampoco sería la solución del conflicto con Estados Unidos.

Había que seguir un camino peculiar, no explorado. A 90 millas de Estados Unidos y con una carga de problemas a cuestas, sólo haber sobrevivido y preservado lo fundamental ya es un logro.

IPS: ¿Qué caracteriza a la izquierda latinoamericana después de la caída del socialismo europeo y cuáles son sus posibilidades para las próximas décadas?

ALARCON: La izquierda sufrió una conmoción con la caída del campo socialista, pues buena parte de ella se desarrolló teniendo como referencia fundamental aquella experiencia. Para algunos fue el fin de la historia, y eso lo dijeron desde la derecha y también desde la izquierda.

La lucha social ha continuado y continuará, pero en condiciones nuevas, diferentes a las que la guerra fría había impuesto, y eso no deja de tener un carácter positivo, saludable.

Al acabar la confrontación Este-Oeste, expandirse el mercado mundial capitalista y, además, avanzar las concepciones más salvajes del capitalismo, que ya no tienen las trabas de antes, se profundizan los problemas a los que se debe dar respuestas. El capitalismo está frente a un espejo que le devuelve su imagen, ya no tiene enfrente a un antagonista que le sirve para justificarlo todo.

Estamos ante un capitalismo real que no resuelve los problemas sino los agrava, y la ofensiva neoliberal se acentúa en América Latina, que copia el modelito, privatiza los cementerios, las esquinas. Creer que eso no dará paso a un aumento de la lucha social es estar loco.

Hay que aprovechar las ventajas que nos da la eliminación de la guerra fría. Ahora podemos dirigirnos más directamente a los problemas reales de la gente. Ahora es cuando mejor se puede desenmascarar, demostrar que el capitalismo es el gran problema de la humanidad y (que) lo eliminamos o nos elimina.

Eso significa elaborar un discurso en torno de la preservación del medio ambiente, de cómo la población va a poder sobrevivir y a la vez crecer, de cómo resolver el problema de la justicia y la desigualdad. Sobra espacio para la acción de lo que sería la izquierda del futuro.

IPS: A diferencia de los años 60, la izquierda latinoamericana se muestra mas crítica hacia la Revolución cubana. ¿Cómo se explica? ¿La Revolución Cubana ha perdido poder de convocatoria en América Latina?

ALARCON: Lo primero que tiene que hacer toda persona que quiera ser de izquierda es comprender el mundo de hoy. La Revolución Cubana en esencia implica un desafío a ese modelo homogeneizador, desmovilizador que recorre el mundo. Es una alternativa que debería concitar, de entrada, con tanta razón como en los años 20 sucedió con la Revolución bolchevique, la atracción de la izquierda.

Yo no estoy llamando a una solidaridad de tipo internacional como la que lanzó la Rusia de Lenin. No se trata de eso, sino de que si tú quieres de verdad construir un discurso, una estrategia y un programa de izquierda en este mundo de hoy, tienes que empezar por comprender las reglas del juego. Y si tu negocio es intentar cambiar el sistema aceptando esas reglas, vas a terminar siempre igual, perdiendo. (FIN/IPS/da-pg/ff/ip/99)

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