Un columnista del diario The New York Times sostuvo una vez que la globalización y el libre mercado generaron tal prosperidad económica que ningún país con restaurantes McDonald's estaría jamás en guerra.
Su teoría se basaba en que la presencia física de la cadena estadounidense de comida rápida en países en desarrollo, junto con Coca-Cola, PepsiCo., Kentucky Fried Chicken y Cable News Network, constituye un símbolo de los mercados abiertos.
Pero a fines del pasado marzo quedó demostrado que la teoría estaba equivocada, cuando los 19 países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte iniciaron una campaña militar contra Yugoslavia para obligarla a retirar sus fuerzas de la provincia serbia de Kosovo, de mayoría albanesa.
Todos los países involucrados tienen numerosos restaurantes McDonald's. Uno de los primeros objetivos atacados por manifestantes serbios cuando el sentimiento nacionalista y anti- estadounidense se apoderó de Yugoslavia fue el McDonald's situado en el centro de la capital, Belgrado.
Así como España, Francia, Gran Bretaña, Holanda y Portugal, entre otros países, explotaron a sus colonias en el pasado, las gigantescas empresas multinacionales de Estados Unidos y Europa occidental son consideradas las dominadoras coloniales de la era moderna.
Los estadounidenses incluso acuñaron un término que describe a esta forma de dominación económica: "Coca-colonización".
La canadiense Louise Frechette, subsecretaria general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), señaló la semana pasada que, como tantas otras cosas, la globalización tiene un lado bueno y un lado malo.
El fenómeno "ofrece muchas oportunidades de aprender y beneficiarnos los unos de los otros con una amplia gama de elecciones, pero también puede constituir una gran amenaza", advirtió Frechette a los delegados.
Por ejemplo, observó, como resultado de la globalización muchos trabajadores se encuentran de repente con que su tarea es obsoleta frente a la tecnología importada o a la competencia extranjera, y los padres descubren que sus hijos son atraídos por productos y modelos de culturas foráneas.
"En lugar de ampliar nuestra gama de opciones, la globalización parece forzarnos a todos a la misma cultura consumista y superficial, que abre en todas las personas el mismo apetito pero no satisface a todas por igual. Millones de personas todavía no percibieron ningún beneficio", señaló.
A causa de la globalización, los mercados del Tercer Mundo se volvieron susceptibles a la manipulación externa, como ocurrió en el sudeste asiático en 1997 cuando las economías de Tailandia, Indonesia, Corea del Sur, y en menor grado Malasia y Filipinas sufrieron un colapso.
La globalización financiera generó un fuerte flujo de inversiones a países en desarrollo, incluida Europa oriental, destacó Malcolm Knight, subdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En los años 70 y 80, el flujo neto de capitales hacia ese grupo de países osciló anualmente entre 10.000 y 20.000 millones de dólares, equivalentes a uno por ciento de su producto interno bruto combinado.
Para 1991, con el avance de la globalización, ese flujo de capitales aumentó a 120.000 millones de dólares, y llegó a 280.000 millones en 1997.
En 1998, sin embargo, cayó a 234.000 millones de dólares como consecuencia directa de la crisis financiera del sudeste asiático, Brasil y Rusia.
La experiencia de las últimas dos décadas demostró que los mercados financieros internacionales están sujetos a oscilaciones, crisis y contagios impredecibles, escribió Knight en la última edición de "Finanzas y Desarrollo", una publicación del FMI.
Como lo demostraron ampliamente las últimas crisis financieras, "la globalización también conlleva grandes riesgos, porque la inestabilidad de un país puede propagarse casi inmediatamente a otros", destacó.
Sin embargo, si se maneja adecuadamente, la globalización de los mercados financieros puede fortalecer la disciplina de los mercados y por lo tanto los sistemas financieros del Tercer Mundo y Europa oriental, opinó Knight.
Pero existen graves deficiencias en los sistemas financieros de muchos de esos países, así como importantes vacíos de información en mercados internacionales, observó.
En la Cumbre de Desarrollo Social realizada en Copenhague en 1995, la comunidad internacional fijó objetivos para aliviar la pobreza y reducir el desempleo en todo el mundo.
En su declaración final, la cumbre concluyó que 1.000 millones de personas vivían en 1995 en la pobreza más abyecta. Desde entonces, otros 300 millones se sumaron a ese grupo, a pesar de la globalización. (FIN/IPS/tra-en/td/mk/mlm/dv/99