El Centro de Acción contra las Minas de Camboya (CAMC) se dedica a eliminar las armas enterradas en las tierras agrícolas, pero muchos agricultores quedan desposeídos porque militares y empresarios se apropian de los terrenos libres de peligro.
El CAMC es una organización no gubernamental que recibe cerca de 20 millones de dólares por año en donaciones extranjeras, y desde 1993 se dedica a eliminar las entre cuatro y seis millones de minas que quedaron enterradas en Camboya luego de décadas de guerra civil.
Chum Phean es uno de los cientos de ex refugiados que se instaló en el pueblo de Reaksmei Suengha, situado en el corazón de la zona agrícola más fértil de este país.
El mayor temor de Chum Phean no es que explote una mina bajo sus pies, sino que le arrebaten su terreno de dos hectáreas cuando el CAMC complete la remoción de las minas del pueblo y los terrenos de los alrededores.
"Tengo miedo de que se lo queden los militares. Ellos tienen mucho poder. Si lo quieren, lo tomarán", murmuró, mirando a un grupo de soldados que jugaba al voleibol.
Su temor parece bien fundado, ya que el CAMC fue acusado de mal manejo de fondos en las últimas semanas, y ahora se supo que los beneficiarios de la limpieza "humanitaria" de minas no son siempre los camboyanos pobres.
La mayoría de las tierras son disputadas, en general, entre los agricultores pobres y la gente rica y más poderosa.
La CAMC es partcialmente responsable de esta situación, pero también es culpable el caótico sistema de entrega de títulos de propiedad de tierras, que dejó a 90 por ciento de los campesinos sin título de propiedad.
A fines de mayo, el CAMC anunció medidas para terminar con la apropiación indebida de las tierras, pero analistas sostienen que esto funcionará sólo si existe voluntad política.
"Este es un problema causado por la codicia, y por la pobreza. Para resolverlo se necesita la voluntad política de los altos mandos, un compromiso de largo plazo y un proceso de institucionalización", señaló Chea Vannath, cuyo Centro para el Desarrollo Social realizó dos foros públicos sobre el uso de la tierra en los últimos seis meses.
El CAMC fue acusado, en las últimas semanas, de malos manejos financieros y operativos. Se denunció que el organismo no sabe exactamente qué porción del territorio está limpio de minas, y que la propiedad de grandes zonas de tierra pasaron a manos del sector privado.
Los funcionarios del CAMC estimaron que 75 por ciento de las tierras que limpió la agencia en 1998 en la provincia de Battambang, dónde vive Chum Phean, son disputadas.
La CAMC limpió una granja productora de pimientos del distrito en el que vive Chum Phean en 1996. Pero en lugar de quedar en manos de los agricultores, se convirtió en propiedad de un militar que la transformó en una plantación.
La granja fue entregada a unos campesinos pobres que decidieron venderla, explicó el director del CAMC, Sam Sotha. Pero en otros casos, la tierra queda en manos de los militares o de empresarios ricos, explicó.
Existen disputas similares en otros países en los que se están removiendo las minas antipersonales, pero el problema en Camboya se debe al tamaño y la estructura del CAMC, explicó un analista.
"Es un asunto complejo. Pero hay mal funcionamiento en ciertos niveles (del CAMC) que dan lugar a abusos de este tipo", explicó el analista.
Algunos problemas son evidentes. Antes de comenzar la remoción de minas, el CAMC no había planificado ni había realizado un análisis socioeconómico para elegir a los beneficiarios de las tierras, indicó Sam Sotha.
Además, está el confuso sistema de títulos de propiedad de tierras. Décadas de guerra obligaron a la gente a escapar de su hogar, y en su lugar se instalaron otras familias de inmigrantes, así que cada uno reclama ahora lo que cree que le corresponde.
Una nueva ley de tierras está en proceso, para sustituir la de 1992 que, según los expertos, es inapropiada.
Al final, el CAMC no tiene ningún control sobre la entrega de tierras, indicó Sotha. Una vez que la tierra queda limpia de minas, es entregada al gobierno provincial que, en general, deja que la comuna y los gobernadores decidan a quien le corresponde.
Los donantes están de acuerdo en que el CAMC debe remover las minas para entregar los terrenos a quienes carecen de ellos, pero opinan que el gobierno debe encargarse de la distribución a los pobres.
"El uso de la tierra es fundamental pero es una cuestión de política de gobierno. El CAMC no es responsabe de quiénes son los beneficiarios de las tierras", dijo el embajador de Canadá, Gordon Longmuir, cuyo país donó más de dos millones de dólares a la agencia.
Otras organismos camboyanos indicaron que evitaron el problema decidiendo, antes de proceder a la remoción de minas, quién sería el beneficiario de la tierra. Muchos exigen contratos escritos o verbales sobre quien será el propietario del terreno al terminar la remoción de las minas.
Halo Trust, una organización de Gran Bretaña que elimina minas en este país desde 1991, conversa primero con los pobladores y los funcionarios de la zona para llegar entre todos a un acuerdo acerca de cómo será utilizada la tierra, explicó el director de programa Paul Heslop.
"Si nos parece que la tierra no será utilizada para los fines inicialmente acordados, simplemente, nos vamos y dejamos todo", relató Heslop.
La organización limpió 5.000 kilómetros cuadrados de tierra, y menos de uno por ciento quedó en manos de los militares o los especuladores, estimó Heslop.
Heslop explicó que Halo limpia áreas menores que el CAMC, pero la manera de evitar disputas posteriores es planificar antes de remover las minas y comprometer a la comunidad.
El CAMC entregó más de 300 hectáreas a un comité de funcionarios provinciales para que estos a su vez se las dieran a más de 600 familias en la provincia de Battambang el mes pasado, en un intento por terminar con las disputas.
El CAMC tendrá un nuevo departamento de planificación en enero, informó Sam Sotha.
Pero "el problema no desaparece por el simple hecho de crear nuevos departamentos" aclaró Chea Vannath. "Si no se ponen de acuerdo en todos los niveles, incluso entre las más altas jerarquías, esta batalla entre ricos y pobres no acabará nunca", advirtió. (FIN/IPS/tra-en/db/js/ceb/aq/dv-ip/99