El gobierno de Argentina ordenó suspender la veda de captura de merluza, dispuesta para impedir la extinción de esa especie en el Atlántico sur, pero los pescadores advirtieron que mantendrán su protesta.
El presidente Carlos Menem firmó el miércoles un decreto que deja sin efecto la veda para la merluza hubbsi, especie que constituye 60 por ciento de los recursos de este mar, aunque subordinó su pesca a los permisos que otorgue un organismo mixto de control.
La medida intenta frenar una protesta comenzada el domingo pasado por un centenar de buques "fresqueros" por temor a la pédida de fuentes de trabajo. Se denomina "fresqueros" a los barcos que vuelven con ejemplares frescos para su procesamiento en plantas de tierra firme.
Los capitanes partieron del puerto de Mar del Plata, 400 kilómetros al sur de la capital y llegaron el lunes a La Plata, apenas a 50 kilómetros de Buenos Aires. Unos 24.000 habitantes de Mar del Plata viven de la pesca de la merluza.
Los fresqueros advirtieron el miércoles que, pese al levantamiento de la veda, continuarán su protesta ante el Congreso para conseguir que cese la actividad de los buques factoría o "congeladores", que procesan el recurso a bordo.
Los barcos factoría se multiplicaron en el sur del océano Atlántico a partir de un acuerdo de Argentina con la Unión Europea en 1994, que permitió la llegada masiva de buques que estaban siendo descartados en Europa por el agotamiento de los caladeros en el hemisferio Norte.
La pesca tuvo un fuerte desarrollo en Argentina en la última década. Las exportaciones subieron de 250 a 1.200 millones de dólares entre 1987 y 1997, pero la merluza, la especie más abundante, comenzó a mermar a causa de la explotación masiva.
El Instituto Nacional de Desarrollo Pesquero, que fija cada año el volumen máximo de captura de merluza, advierte desde hace algunos años que disminuye la biomasa crítica. O sea, el mínimo que se debe proteger para preservar la especie.
El volumen de 400.000 toneladas señalado como límite para la captura de merluza en 1998 fue superado en más de 50 por ciento. Este año, el máximo fijado de 200.000 toneladas se alcanzó en sólo cinco meses.
La veda comenzó entonces automáticamente el martes por decisión del Consejo Federal Pesquero, integrado por el gobierno, los capitanes mercantes y representantes de las flotas de barcos factoría y fresqueros.
Ese mismo Consejo será ahora el encargado de otorgar los permisos a los barcos para la pesca de merluza, pero uno de los capitanes en protesta, Juan José Avellaneda, manifestó la insatisfacción de los fresqueros con la medida.
"A nosotros no nos satisface el decreto, porque lo que queremos es que desaparezcan los congeladores, que son los que depredaron nuestro mar", dijo Avellaneda. También advirtió que, con la suspensión de la veda, "desaparecerá la merluza" de las aguas argentinas.
Las organizaciones ambientalistas intervinieron en el debate para señalar que, como dicen los participantes en la protesta, los barcos factoría son los principales responsables de la depredación, por el modo en que obtienen sus volúmenes de pesca.
Greenpeace propuso que la ley de emergencia pesquera exigida por los pescadores distribuya las cuotas de captura entre fresqueros y congeladores, con un criterio de racionalidad y preservación y privilegiando a los primeros.
También propuso subdidios del Estado para compensar el impacto social aguardado por la caída de la actividad prevista para este año.
Los buques factoría utilizan artes de pesca que desperdician gran cantidad de peces menores, muertos antes de llegar a la edad reproductiva, y utilizan seis veces menos personal que los fresqueros, que no están en condiciones de salir mar afuera.
Los congeladores se defienden de las acusaciones señalando que las embarcaciones de fresqueros son "obsoletas", ineficientes para la industria y, tras reconocer que los caladeros han sido diezmados, proponen agregar valor a lo que queda. (FIN/IPS/mv/ff/lb en/99