La diplomacia de Egipto maniobra entre las duras realidades de un orden mundial unipolar, simbolizado por el ataque de la OTAN, liderado por Estados Unidos, contra Yugoslavia.
La nueva estrategia adoptada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha puesto a El Cairo ante el desafío de diversificar sus actuales alianzas internacionales sin causar la irritación de Washington.
En forma coincidente con la conmemoración de los 50 años de la OTAN, sus dirigentes cambiaron el mes pasado la definición estratégica de la alianza, que dejó de ser sólo un tratado para la defensa mutua y asumió el papel de una especie de policía mundial.
Ese cambio se vio reflejado en la acción ofensiva de la OTAN contra Yugoslavia.
Para Egipto, un país clave en Medio Oriente, esa nueva estrategia significa que Estados Unidos podría adoptar planes más agresivos para la región.
"La Organización de las Naciones Unidas (ONU) debería recuperar su autoridad", declaró el ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, Amr Moussa, respondiendo a preguntas sobre la nueva estrategia de la OTAN.
"Esa sería la única garantía para los intereses de todos los países, y en especial para los de las naciones en desarrollo y emergentes, en un marco de relaciones internacionales que será muy complejo en el futuro", añadió.
"Las políticas de la OTAN, que sólo obligan a los países que la integran, no deberían imponerse a las prerrogativas más amplias de la ONU en el terreno del mantenimiento de la paz y la seguridad en el mundo", afirmó Moussa.
El ministro señaló que la marginación del Consejo de Seguridad de la ONU en la crisis de Kosovo fue responsabilidad de ese organismo, que "no reaccionó antes, como debería haberlo hecho".
También sostuvo que la forma en que la OTAN ha manejado la crisis de Kosovo "no debería transformarse en un precedente" que permita a los 19 países que integran esa alianza interferir en cuestiones relacionadas con el mantenimiento de la paz y la seguridad en el mundo.
Esta fue la primera vez, desde el comienzo de los bombardeos de la OTAN a Yugoslavia, que el jefe de la diplomacia egipcia manifestó su preocupación por la exclusión de la ONU en el manejo de la crisis de Kosovo.
El Cairo se enfrenta a un dilema diplomático: no puede criticar las acciones militares que, según la OTAN, buscan proteger a los musulmanes kosovares, pero tampoco puede ignorar el significado político del nuevo papel que asume la alianza atlántica.
Los analistas locales señalaron que Egipto puede verse obligado a ser "aun más cuidadoso" en su oposición a algunos aspectos de la política estadounidense para Medio Oriente, como los relacionados con el monopolio de las armas de destrucción masiva por parte de Israel, o con la integridad territorial de algunos países árabes.
La nueva estrategia de la OTAN representa para El Cairo un nuevo efecto colateral perjudicial del actual orden mundial, en el cual debe equilibrar el mantenimiento de sus relaciones políticas y económicas con Estados Unidos y el de su papel estratégico en el mundo árabe.
Esta es una razón más para que Egipto enfatice sus esfuerzos tendientes a lograr un balance entre "la naturaleza especial de sus relaciones con Estados Unidos" y otras "relaciones especiales" con los países más poderosos de Europa (particularmente Francia) y potencias como China y Japón.
Desde este punto de vista, las limitaciones impuestas por Estados Unidos a la política exterior egipcia, especialmente en el plano regional, son significativas.
Egipto se ha enfrentado en esta década a varias situaciones en las cuales los objetivos de su política exterior debieron ser postergados para evitar una confrontación con Washington.
Entre estas situaciones estuvieron las vinculadas con el desarrollo de armas nucleares por parte de Israel, y con las hostilidades contra Iraq.
"El único modo de lidiar con la nueva situación unipolar es promover las relaciones con países que pueden no tener la misma influencia que Estados Unidos en los asuntos internacionales, pero que aún pesan en ellos. Obviamente debemos mirar hacia Europa", comentó Fathi El-Shazli, asesor de Moussa.
"Si no lo hiciéramos estaríamos ante el riesgo del aislamiento dentro de la región, que no podemos enfrentar", añadió.
Los puntos de vista comunes son mayores entre Egipto y la Unión Europea que entre El Cairo y Washington.
Estados Unidos ha logrado imponer al Consejo de Seguridad de la ONU el mantenimiento de los controles de armamentos en Iraq y de las sanciones económicas contra ese país, mientras Francia presiona para disminuir la intensidad de ambas medidas.
Egipto y la Unión Europea (y especialmente Francia) han cooperado a menudo para apoyar el derecho del pueblo palestino a tener un Estado independiente.
Por otra parte, El Cairo procura establecer relaciones más estrechas con Alemania, Gran Bretaña e Italia, pero sus vínculos con París siguen siendo los más importantes.
"Francia ha sido siempre consecuente en el desarrollo de una política propia, independiente de la de Estados Unidos, incluso dentro de la OTAN, y en particular en las cuestiones relacionadas con Medio Oriente", señaló una fuente gubernamental.
"El Cairo y París buscan profundizar aun más sus relaciones, porque saben que trabajando juntos lograrán cambios favorables a los intereses de ambos", afirmó Ahmed Abul-Gheit, otro asesor de Moussa. (FIN/IPS/tra-en/yt/ak/mp/ip/99