Este martes iba a ser el día histórico en que Palestina declararía su independencia en forma unilateral, pero en cambio la nación entrará un limbo jurídico y político en que ninguna de sus instituciones será legalmente válida.
La Organización para la Liberación de Palestina (OLP), principal coalición política de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), decidió que la declaración de independencia favorecería al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu a poco de los comicios generales, que se realizarán del 17 de mayo al 2 de junio.
Como resultado, "el 4 de mayo ninguna de las partes estará sujeta a los acuerdos preliminares de paz" firmados en Washington en septiembre de 1993, observó Ghassan Jatib, un comentador político palestino.
"Los servicios de seguridad palestinos ya no estarán obligados a cooperar y coordinar sus actividades con Israel. Los ministros del gobierno de Yasser Arafat que actúan en los comités negociadores ya no ocuparán sus cargos legalmente", advirtió Jatib.
Lo más grave es que, al expirar los acuerdos negociados en Oslo, desaparecerá la base jurídica de la ANP, su presidencia y su Consejo Legislativo.
La decisión de la OLP contraría la opinión pública. Según la última encuesta del Centro de Investigación y Estudios Palestinos, con sede en Nablús, 57 por ciento de los palestinos respaldaban una declaración unilateral de independencia.
Existe gran decepción entre los palestinos ante el lento progreso registrado hacia la independencia de Gaza, Cisjordania y Jerusalén oriental, ocupados por Israel desde junio de 1967.
De hecho, la falta de progreso en la aplicación de los acuerdos fue lo que llevó a Arafat a advertir en varias ocasiones que declararía unilateralmente la independencia este 4 de mayo.
Tras cinco años de tortuosas negociaciones, la ANP sólo adquirió el control de tres quintos de la franja de Gaza (380 kilómetros cuadrados) y la jurisdicción parcial sobre 29 por ciento de Cisjordania (5.950 kilómetros cuadrados). Apenas tres por ciento de Cisjordania está bajo control total palestino.
La popularidad actual de Arafat, cercana a 45 por ciento, representa menos de la mitad de la que tenía cuando asumió la presidencia de la ANP, en enero de 1996.
"La percepción es que la ANP y su presidente no promueven seriamente los objetivos prometidos en el proceso de paz", comentó Azmi Shuabi, miembro del comité central de la OLP y del Consejo Legislativo Palestino.
Para aplacar a aquellos miembros del Consejo que promueven una declaración unilateral de independencia, entre ellos su presidente, Ahmad Qrei, los líderes de la OLP propusieron postergar la decisión hasta después del 2 de junio.
Desde que se anunciaron las fechas de las elecciones israelíes a fines de diciembre, los mandatarios de Egipto y Jordania y el opositor Partido Laborista de Israel urgieron a Arafat a no adoptar ninguna decisión sobre soberanía durante la campaña electoral.
Para que la independencia realmente tenga significado, la OLP debe especificar los límites de Palestina y obtener el consentimiento de Israel.
"Declarar la independencia implicaría extender nuestra soberanía a toda Gaza y Cisjordania", observó Ziad Abu Amr, presidente del comité político del Consejo Legislativo.
"Entonces, ¿qué pasaría cuando nuestras fuerzas policiales se encontraran con soldados israelíes fuera de Ramallah o Nablús? Tendrían que enfrentarse con las fuerzas de defensa de Israel", advirtió.
Por otra parte, Netanyahu previno que "tal estado palestino formaría un gran ejército, lo usaría sin límites, forjaría alianzas con regímenes que quieren destruir a Israel y serviría de base para un aumento del terrorismo contra Israel, y en ese sentido amenazaría su existencia".
De acuerdo con su línea de extrema derecha, Netanyahu respondería a una declaración unilateral de independencia palestina declarando oficialmente terminado el proceso de paz y anexándose el 68 por ciento de Cisjordania actualmente bajo control exclusivo de Israel, concuerdan analistas de la región.
No sorprende entonces que Arafat haya intentado interpretar con optimismo la carta que recibió del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, en la víspera de la reunión del Consejo Central de la OLP, la semana pasada.
Según trascendió, Clinton propuso que Israel y la OLP acuerden concluir un tratado sobre el estatuto final de los territorios palestinos dentro de un año, es decir, extender los acuerdos negociados en Oslo por un año más, propuesta que ya había sido formulada en marzo por la Unión Europea.
Pero obviamente, la extensión de las negociaciones sólo puede concretarse con el consentimiento de ambas partes, y por ahora el gobierno de Israel rechaza cualquier plazo.
"El único propósito de los acuerdos consiste en alcanzar una solución mediante las negociaciones. No existe límite de tiempo, sólo una fecha objetivo que obviamente no puede cumplirse ahora", declaró David Bar-Ilan, portavoz de Netanyahu.
Sin embargo, los acuerdos de Oslo sí establecen un límite de tiempo.
"Sólo intentamos llenar el vacío político y legal", declaró el principal negociador palestino, Saeb Erekat, a su llegada a Washington el pasado 22 de marzo junto con Arafat.
Pero la cumbre de Clinton y Arafat no arrojó los resultados esperados por éste.
De hecho, existe incluso la posibilidad de que grupos israelíes de derecha promuevan ante la Corte Suprema la prohibición de todo contacto entre Israel y la ANP, con el argumento de que ésta deja de tener existencia jurídica el 4 de mayo.
La base legal de ese argumento es bastante fuerte. Los acuerdos de Oslo, firmados formalmente el 13 de septiembre de 1993, especificaron un período de transición de cinco años.
El 28 de septiembre de 1995 se acordó la segunda etapa de la autonomía palestina en Cisjordania y la elección de una presidencia y un Consejo Legislativo de la ANP -realizada en enero de 1996-, cuyo mandato expiraría este 3 de mayo de 1999.
La misma fecha marca el límite del plazo para las conversaciones sobre un acuerdo permanente entre ambas partes, que incluiría el futuro de Jerusalén, la cuestión de los refugiados palestinos, los asentamientos judíos, las fronteras y las relaciones con los vecinos.
Pero ese acuerdo se celebró antes de la elección de Netanyahu como primer ministro de Israel, a partir de la cual se estancó el proceso de paz.
En víspera de los próximos comicios, la situación es extremadamente difícil para los palestinos.
"Atravesamos un período muy delicado de la historia de nuestro pueblo, en el que no podemos permitirnos cometer errores", admitió Arafat. (FIN/IPS/tra-en/dh/ak/mlm/ip/99