Un año después del ingreso de India al club de los países nucleares, seguida por Pakistán, ambas naciones descubren que nada ganaron, sino que, por el contrario, sufrieron daños económicos y perdieron en seguridad y estatura internacional.
Además, el escaso apoyo popular a sus pruebas nucleares también se está acabando, y los políticos de ambos países comienzan a darse cuenta de que las armas atómicas no generan votos.
India inició su camino hacia la "nuclearización" abierta de Asia meridional el 11 de mayo de 1998, cuando realizó la primera prueba atómica en violación de su propia doctrina de oposición a la disuasión nuclear, mantenida durante cinco décadas.
Pakistán, cuyo gobierno resistía la presión doméstica para tomar represalias mediante sus propios ensayos nucleares, le imitó dos semanas después.
La nuclearización no ayudó a ninguno de ambos estados vecinos y enemigos a ampliar su espacio de maniobra en materia de seguridad y política exterior, sino todo lo contrario.
Por esa razón, ninguno de los dos gobiernos se manifestó con fuerza y coherencia contra la acción militar unilateral de Estados Unidos en Iraq ni contra la expansión de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y su intervención en Kosovo.
India y Pakistán se transformaron en socios menores de Washington al romper la unidad del Movimiento de No Alineados en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarme en cuanto al condicionamiento de las conversaciones sobre reducción de materiales físiles al acuerdo de las cinco potencias nucleares para negociar el desarme.
Ambos países realizaron ya ocho rondas de conversaciones con Washington con miras a estrechar las relaciones militares y económicas.
Las sanciones financieras perjudicaron a los dos estados asiáticos, en especial a Pakistán, cuya economía está al borde del colapso, con una grave crisis en la balanza de pagos.
En India, la inversión extranjera directa, que había aumentado 63 por ciento en 1997, disminuyó 23 por ciento tras la nuclearización. Además, el retiro de 2.000 millones de dólares en ayuda para el desarrollo afectó muchos programas beneficiosos para la población de menos recursos.
El daño se multiplicará si India y Pakistán se embarcan en la manufactura de gran escala y el despliegue de armas nucleares.
India creó lo que denomina una "fuerza de disuación mínima creíble" y sostiene que no desea una carrera nuclear, pero los planificadores de políticas nacionales se niegan a revelar el significado de "mínima".
Sin embargo, se sabe que Nueva Delhi planea un programa nuclear con despliegue de armas por agua, tierra y aire.
Si India insiste en el desarrollo de armas atómicas, es probable que China reoriente sus propios misiles (en general se cree que no están dirigidos a ciudades indias) y relance un programa de cohetes de mediano alcance llamado Dong Feng-25, suspendido a mediados de esta década tras la firma de dos acuerdos de paz y cooperación entre ambos países.
Nada de lo sucedido en la política exterior de India en los últimos años justificaba un cambio de actitud tan radical el pasado mayo. De hecho, las relaciones con sus vecinos, en especial con China, Bangladesh y Sri Lanka, mejoraron en los años 90.
India y Pakistán carecen incluso de sistemas de comando confiables. Hacer que ambos suspendan la carrera armamentista no será fácil a menos que las cinco potencias nucleares (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, China y Rusia) realicen avances reales hacia el desarme.
Afortunadamente, muchos políticos indios parecen haber aprendido que el patrioterismo nuclear no genera votos. El gobernante Partido Bharatiya Janata intentó capitalizar las pruebas atómicas en las elecciones legislativas de cuatro estados el pasado invierno, pero obtuvo muy malos resultados.
De manera similar, en Pakistán la nuclearización no mejoró la suerte del gobierno, que ahora recurre a la religión en un intento por rescatar su menguante credibilidad.
No sólo factores domésticos o regionales determinarán una posible reanudación de las agendas de desarme de India y Pakistán. La comunidad internacional también debe retomar con urgencia su propósito de desarme nuclear posterior a la guerra fría. (FIN/IPS/tra-en/pb/an/mlm/ip/99