GALES: La economía global se resfría y el país estornuda

Gales evoca para la mayoría de los extranjeros imágenes bucólicas, como prados ondulantes y grandes rebaños de ovejas.

Pero este país de Gran Bretaña también alberga a muchas industrias de alta tecnología y, para los galeses que trabajan aqui, el idílico panorama rural es un mundo aparte. Para ellos, 1999 parece haber tenido un mal comienzo, algo que muchos atribuyen a la globalización.

En enero, la firma Lucas SEI anunció el cierre de su fábrica de piezas de automóvil en la ciudad de Ystradgynlais, con una pérdida de 750 puestos de trabajo en un área de alto desempleo. Lucas SEI traslada sus operaciones a Polonia, donde la mano de obra es más barata que en Gales.

Este no fue el único motivo de alarma en el marco de la globalización económica, las leyes laborales permisivas y los bajos salarios, porque sus condiciones afectan por igual a la gente común de países industrializados y los que residen en naciones del Sur en desarrollo.

Apenas un mes más tarde, ASAT UK, una subsidiaria del Internacional Holdings Group QPL, con sede en Hong Kong, anunció que estaba convocando a administradores externos para salvar de la clausura a su fábrica de Crumlin.

ASAT, cuya fábrica de semiconductores, ensamblaje y pruebas electrónicas fue una de las más avanzadas del mundo cuando comenzó su producción hace solo tres años, dijo que 70 de sus 230 empleados perderán el trabajo.

Jeff Baloun, gerente general de ASAT UK, culpó de los problemas de la firma a "la incertidumbre económica dentro del mercado global", con la crisis en el este de Asia que también juega su parte.

"Todos estamos comerciando en una economía global. Cuando ella se resfría, nosotros también", acotó el legislador galés Don Touhig.

Pero no se trata de un hecho inevitable. Los pobladores de Crumlin se preguntan por qué la fábrica galesa, altamente competitiva, es la única que toma previsiones si la firma también cuenta con filiales en Francia y Hong Kong.

"No sabemos por qué optaron por esta fábrica", reconoció Ian McVicar, encargado del desarrollo de los negocios para la región de Caerphilly, el área que circunda a Crumlin.

En efecto, la fábrica francesa de ASAT superó en 1998 una amenaza similar de cierre, un hecho que se atribuyó a la presión de los sindicatos y al gobierno.

ASAT recurrió a la fábrica de Gales, de la que es más fácil deshacerse de personal debido a la flexibilidad laboral imperante en las leyes de Gran Bretaña.

Esas iniciativas provocaron inmediatos reclamos de regulación de las inversiones extranjeras para asegurar que contribuyan a una prosperidad a largo plazo, así como a la seguridad de la gente que emplean.

"Decisiones tomadas a miles de kilómetros de distancia de la región tienen dramáticas consecuencias para la economía", declaró Dennis Thomas, de la Universidad de Gales.

"Por cierto, cuando uno piensa en las altas cifras de las finanzas públicas empleadas para atraer inversiones, debería haber no solo una obligación moral sino también legal si en un determinado período deciden mudarse. Deberían pagar", dijo Jonathan Morris, de la Escuela de Administración de Cardiff.

Don Touhig señalló que la compañía alemana Ninkaplast prescindió en octubre de 240 trabajadores en su distrito.

"Fueron bastante inescrupulosos. Vinieron una noche y cerraron el lugar. Nunca podrían haber hecho eso en Alemania", apuntó Touhig.

La Agencia Galesa de Desarrollo (WDA) promocionó la región en comunicados oficiales como un lugar donde las compañías no serían perturbadas por actividades sindicales y prometió a los inversores una complaciente mano de obra con "un solo sindicato y sin peligro de huelgas".

Los inversores hicieron caso a la WDA. En los últimos 15 años los aportes de capital extranjero en Gales totalizaron 19.000 millones de dólares. Las inversiones crearon 60.000 nuevos puestos de trabajo.

Fue una tabla de salvación para una región afectada por el desempleo como resultado del cierre de las minas de carbón y las acerías. Más de 100.000 trabajadores quedaron en la calle en ambas industrias.

Sin embargo, el último sondeo de la Confederación Británica de la Industria señaló que las manufacturas galesas manifiestan una aguda caída de las inversiones y los empleos. La cuarta parte de las empresas han recurrido a la reducción de personal.

Una causa de este proceso podría ser la incertidumbre del propio proceso de globalización, y el hecho de que muchas inversiones nuevas proceden de las perturbadas economías del este de Asia.

Del total de 8.600 millones de dólares en inversiones extranjeras que llegaron a Gales en los últimos cinco años, Japón, Corea del Sur, Taiwan y Hong Kong llevaron capitales por 4.300 millones de dólares.

Al mismo tiempo, las compañías procedentes de esos países sufrieron el duro y doble revés de la crisis financiera en el este de Asia y el empantanamiento de la industria de microconductores, lo cual las obligó a redimensionar sus planes de inversiones extranjeras.

El ejemplo más famoso de esta tendencia es el grupo LG de Corea del Sur, que en 1996 anunció la mayor inversión foránea en Europa y prometió 2.600 millones de dólares para establecer dos nuevas fábricas en Newport.

Se iban a crear 6.100 puestos de trabajo, con una cantidad similar en empleos indirectos. En la época que se concretó el acuerdo, LG declaró que fue atraída por la ausencia de sindicatos fuertes como los surcoreanos, así como el paquete de incentivos ofrecidos por la WDA.

El grupo LG prometió pagar 45.000 dólares anuales por empleado para asegurar la inversión. La mayor parte del capital estuvo destinado a levantar una fábrica de semiconductores. Debido a que la crisis asiática afectó a Corea del Sur, LG postergó la iniciativa.

Entonces, en septiembre de 1998, el grupo anunció la fusión con su rival, el gigante Hyundai, que ya había puesto en naftalina su propia fábrica de semiconductores en Dunfermline, Escocia. El futuro de esas dos fábricas británicas sigue siendo dudoso.

La pérdida de otros 1.800 empleos en la industria electrónica debido a que Siemens y Fujitsu anunciaron el cierre de sus fábricas de semiconductores en el noreste de Inglaterra, hace que el porvenir sea todavía más incierto para los trabajadores en el sur de Gales. (FIN/IPS/tra-en/jh/dds/ego/mj/lb if/99

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