Los indonesios no olvidan los vínculos del presidente Jusuf Habibie con el ex dictador Alí Suharto un año después de sucederlo en el poder, y esa carga del pasado podría frustrar las ambiciones electorales del mandatario, según analistas.
Habibie fue proclamado la semana pasada como candidato único para las elecciones del próximo 7 de junio por el gobernante partido Golkar, la máquina política que gobernó Indonesia durante 32 años bajo el régimen de Suharto.
Algunos analistas independientes señalaron que Habibie, un ingeniero formado en Alemania y amigo de Suharto desde la década de 1950, no gobernó tan mal como se había pensado en un comienzo.
Pero la mayoría de los indonesios ya tuvieron suficiente de Golkar y ven las aspiraciones de su actual presidente como una pretensión de extensión del status quo y una contradicción con la promesa del partido de renovarse en la era pos-Suharto.
Varias manifestaciones de Golkar en los últimos meses fueron objeto de violentos ataques, y en algunos casos los manifestantes vestidos con el distintivo color amarillo del partido fueron despojados de sus chaquetas.
Miembros de Golkar como Marzuki Darusman, también integrante de la comisión de derechos humanos, opinaron que el partido se perjudicó con la nominación de Habibie.
"Los críticos pueden ahora atacar la designación como un símbolo del pasado corrupto", declaró Darusman.
"Golkar se está cavando su propia tumba. El nombramiento de Habibie contradice su propósito declarado de reformarse", señaló Amien Rais, presidente del Partido del Mandato Nacional.
El académico Nurcholish Madjid opinó que Habibie es una garantía de más inestabilidad política, que no le faltó a Indonesia el último año.
"Su principal desventaja son sus estrechos vínculos con Suharto. Una vez él dejó muy claro que Suharto es su mentor político", destacó.
"Si se transformara en el próximo presidente, me temo que sería blanco de interminables críticas. Por lo tanto, nuestro país padecería inestabilidad durante cinco años", agregó Madjid.
La falta de resultados de las investigaciones de los cargos de corrupción de Suharto durante su gobierno es considerada una prueba de que Habibie no desea perjudicar a su antecesor.
La revista estadounidense Time publicó la semana pasada que la familia Suharto amasó una fortuna de 15.000 millones de dólares durante el régimen dictatorial de 32 años, en base a una investigación de cuatro meses.
Añadió que la fortuna incluye 9.000 millones de dólares en efectivo que la familia transfirió de un banco suizo a otro supuestamente más seguro en Australia poco después de que Suharto se vio forzado a renunciar, en mayo de 1998.
También trascendió que Suharto continúa apoyando a varios de los 48 partidos políticos que participarán de los próximos comicios generales, en un proceso que culminará con la designación de un nuevo presidente hacia fin de año.
Sin embargo, Habibie merece crédito por algunas medidas que dieron lugar a una atmósfera mucho más democrática, aunque aparentemente no lograron aumentar su popularidad.
Desde que se transformó en presidente, Habibie liberó a varios presos políticos, levantó restricciones a la prensa y permitió el establecimiento de nuevos partidos.
Otro "paso importante", como lo calificó el encarcelado líder independentista de Timor Oriental Xanana Gusmao, fue la oferta de Habibie de una amplia autonomía o independencia para la antigua colonia portuguesa, que realizará una votación sobre su destino el próximo 8 de agosto.
Muchos creen que, aunque Habibie no es una figura popular entre los reformistas, es un líder potencial a considerar entre las comunidades aldeanas fuera de Java, donde los nuevos partidos políticos todavía no son muy conocidos y los gobiernos locales mantienen una enorme influencia política.
En ese sentido, la antigua red de Golkar en este archipiélago de 13.700 islas constituye una ventaja formidable.
Además, el hecho de que Indonesia esté viviendo una agitada campaña política es en sí prueba del cambio de la situación desde que Suharto anunció por televisión su renuncia a la presidencia, en medio de disturbios desatados por la crisis financiera.
Por primera vez desde 1955, Indonesia vive una auténtica campaña electoral, que comenzó el pasado miércoles y durará tres semanas.
Yakarta se convirtió en un mar de colores donde abundan las caravanas partidarias que crean embotellamientos, aunque la campaña coincide con las vacaciones escolares.
Golkar confía en que ganará al menos 35 por ciento de los votos el mes próximo y formará una coalición de gobierno, pero la oposición opina lo contrario.
Poco después de la nominación de Habibie como candidato de Golkar, los opositores Megawati Sukarnoputri, del Partido-Lucha Democrático Indonesio, Rais, del Partido del Mandato Nacional, y Matori Abdul Djalil, del Partido del Despertar Nacional, confirmaron la formación de una coalición para vencer a Golkar.
Los analistas creen que los tres grupos opositores juntos podrían obtener 41,5 por ciento de los votos y derrotar al partido gobernante.
Pero Rais opinó que la coalición podría conseguir la mitad de los sufragios, sin contar los de otros partidos que están dispuestos a incorporarse.
"Varios partidos pro-reforma me manifestaron su voluntad de integrarse a la coalición, y nosotros tenemos las puertas abiertas", declaró Rais. (FIN/IPS/tra-en/ky/js/mlm/ip-hd/99