/BOLETIN-DD HH/ INDONESIA: Aumenta inseguridad mientras se acercan elecciones

El temor a la violencia aumenta en Indonesia mientras este país asiático, en el primer aniversario de los disturbios que condujeron a la caída del presidente Suharto, se prepara para una agitada temporada electoral.

Una de las señales más claras de aprehensión es el éxodo de decenas de miles de indonesios de origen chino, en vísperas de la campaña electoral de tres semanas que empezará oficialmente el día 19, pero de hecho ya comenzó.

Los indonesios celebrarán elecciones generales el próximo 7 de junio, en lo que será su primera votación democrática en cuatro décadas.

Cuarenta y ocho partidos políticos se disputarán los escaños parlamentarios, en un proceso que conducirá a la elección del nuevo presidente a fin de año.

El temor de los chino-indonesios tiene origen en el recuerdo de los sangrientos disturbios producidos tras el estallido de la crisis financiera, que tuvieron su pico en mayo del año pasado y causaron la muerte de más de 1.000 personas.

Los días 12 y 13 se conmemoró el primer aniversario de la muerte a tiros de cuatro estudiantes manifestantes que reclamaban la renuncia de Suharto, y de los saqueos y ataques a mujeres en barrios chinos de la capital.

Actualmente, el miedo a la violencia, las violaciones, los saqueos y el vandalismo persigue a los chino-indonesios, que constituyen cuatro por ciento de una población de 200 millones.

Desconfiados de las garantías de seguridad que les ofrecieron las autoridades, grupos de indonesios de origen chino parten hacia Singapur, Hong Kong, Malasia, Australia, Estados Unidos y países europeos, aprovechando el comienzo de las vacaciones escolares.

En muchos casos, los grupos de viajeros comprenden padres, hijos, primos, sobrinos y suegros.

"Toda persona desea vivir en un ambiente seguro y pacífico, sin importar el costo. Disfrutaremos de esa vida en el exterior por algún tiempo", manifestó Melly, de 35 años, quien partió hacia Holanda la semana pasada.

El empresario Sofjan Wanandi considera que el éxodo no tiene nada que ver con el nacionalismo. Los chinos "están dispuestos a pagar cualquier precio por su seguridad, pero volverán cuando las cosas mejoren", opinó.

Por otra parte, el general Wiranto, comandante de las fuerzas armadas y ministro de Defensa, afirmó que el éxodo "sólo es resultado de una ansiedad exagerada sobre la situación de seguridad del país antes de los comicios generales".

"No hay amenazas significativas, por lo que la salida del país de un determinado grupo étnico no debería interpretarse como señal de inseguridad", dijo el martes a los líderes de los partidos políticos.

Sin embargo, hasta el día 10, murieron 10 personas y otras 70 resultaron heridas en hechos de violencia política, señaló.

Esta es una semana de recuerdos y frustraciones para muchos indonesios, ya que los hechos de hace un año siguen sin explicación ni justicia.

Grupos de estudiantes se manifestaron el miércoles en Yakarta pidiendo justicia para los estudiantes asesinados por el ejército. La Universidad de Trisakti, a la que pertenecían, fue cubierta con un paño negro en señal de duelo.

El gobierno todavía no llegó a las raíces de los incidentes de mayo de 1998. Sólo militares de bajo rango fueron disciplinados por las matanzas, y no se realizaron investigaciones completas sobre los actos de violencia de masas.

Un panel especial investigó y recogió informes sobre la violación de mujeres chino-indonesias, pero la falta de testigos dificulta todo intento de hacer justicia.

Todo esto contribuye a la disminución de la confianza de los indonesios, especialmente de la minoría étnica china, que teme nuevos disturbios antes de los comicios del 7 de junio.

La prensa nacional estima que más de 1.000 personas murieron en distintas partes del país en medio de la ola de violencia que azotó al archipiélago asiático desde la renuncia de Suharto el año pasado, que fue sustituido por su protegido, Bacharuddin Jusuf Habibie.

La relativa atmósfera de libertad política respirada tras la renuncia de Suharto dio paso a la liberación de tensiones raciales y religiosas.

En los últimos meses, estalló la violencia entre musulmanes y cristianos en la isla oriental de Ambon. Enfrentamientos similares ocurrieron en Sambas, Kalimantan, donde una virtual guerra civil entre los grupos dayak y madurese provocó la huida de estos últimos.

Los hechos se produjeron a pesar de las exhortaciones de varias personalidades religiosas al autocontrol y a las relaciones armoniosas.

"No vemos progreso alguno hacia la eliminación de la violencia. Este gobierno falló en ese sentido", afirmó el profesor Thoby Mutis, quien pronunció un discurso el miércoles en la conmemoración del incidente de Trisakti.

"Habibie y el ejército deben ser responsabilizados por esto", agregó. (FIN/IPS/tra-en/ky-js/js/mlm/ip hd/99

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