/BOLETIN-AMBIENTE/ PUERTO RICO: Agricultura sin químicos, una revolución silenciosa

Cada vez más agricultores de Puerto Rico se abstienen de emplear productos químicos en sus cultivos, una tendencia que acompaña el resurgimiento de métodos tradicionales de curación.

La escritora y botánica María Benedetti se ha dedicado a entrevistar, entre otros, a sanadores tradicionales, agricultores que no recurren a productos químicos, parteras y pescadores, para documentar lo que denomina una "revolución silenciosa" en la isla.

Benedetti descubrió que la mayoría de los conocimientos de estas personas se basa en antiguas tradiciones a las que muchos desprecian en la actualidad por considerarlas supersticiones o productos de la ignorancia rural.

La escritora vive en una granja de la localidad rural de Orocovis con su pareja, Pablo Díaz-Cuadrado. Ambos se dedican a los cultivos orgánicos, como se denomina a los producidos sin empleo de productos químicos.

La mayoría de los agricultores de Puerto Rico, como los de todo el mundo, se inclinan por los monocultivos, pero Benedetti y Díaz- Cuadrado cultivan en el mismo predio guisantes gandules, banano, caña de azúcar, limones, naranjas, ñame, pimientos, pomelos, uvas, zapallo y distintas variedades de yautía.

La granja también produce café, que crece a la sombra de árboles madereros, los cuales, además, fijan el nitrógeno en la tierra y tienen propiedades medicinales.

Benedetti y Díaz-Cuadrado también cultivan unos 60 tipos de plantas medicinales, como romero, ruda y menta, entre otras.

Todos estos vegetales crecen sin que se recurra a herbicidas o pesticidas químicos, que, según la experiencia de Benedetti, no solo son innecesarios sino que, además, son contraproducentes.

"En 1940, las pestes causaron la pérdida de entre 35 y 40 por ciento de la producción agrícola del mundo entero. Entre 1970 y 1996, el uso de pesticidas aumentó 3.300 por ciento. Pero en 1996, las pestes destruyeron 37 por ciento de la producción agrícola del planeta", señaló la experta.

"La mayoría de los agricultores puertorriqueños prefieren los herbicidas al viejo machete. Yo puedo quitar las malas hierbas de un terreno pequeño, de 2,5 hectáreas, en medio día si uso productos químicos. Si lo hago con un machete y nadie me ayuda, me llevará un mes", explicó Díaz-Cuadrado.

Díaz-Cuadrado atribuye la carencia de mano de obra al sistema de seguridad social que rige en Estados Unidos y en su estado libre asociado.

"Cuando reciben sus cheques de la seguridad social, los jóvenes se dicen que tienen sus necesidades cubiertas y que, por lo tanto, no tienen que trabajar", afirmó el agricultor.

Benedetti señaló que se están poniendo en marcha múltiples proyectos de desarrollo de agricultura sustentable, cultivos orgánicos y medicina natural, uno de ellos creado por los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, en Utuado, un pueblo montañés.

"Esos estudiantes tienen dos parcelas. En una utilizan agroquímicos. En la otra, en la cual no emplean esos productos, no sufren ninguna peste", relató Benedetti.

"Las grandes multinacionales que fabrican productos para tratar la depresión, la ansiedad, el dolor e incluso úlceras son las mismas que contaminan nuestras aguas y las mismas que fabrican armas químicas y semillas con manipulación genética que para germinar requieren del uso de herbicidas", afirmó.

"Esas compañías son las que promueven la dependencia y la pobreza de la gente al apropiarse de su conocimiento y de otros recursos. Cuando compramos productos farmacéuticos, estamos invirtiendo nuestro dinero en los valores y los objetivos de esas firmas", sentenció.

La conexión entre la preservación del ambiente y la medicina natural es esencial, y eso deben reconocerlo todos los ambientalistas, según Benedetti.

"A veces protestamos contra la destrucción de las áreas verdes de Puerto Rico, pero al mismo tiempo nos sentimos impotentes y perdidos porque ni siquiera sabemos los nombres de las plantas que están en peligro", indicó.

"No solo no sabemos los nombres, sino que tampoco sabemos para qué se usan. Así que, si bien protestamos por la destrucción de los árboles, nos resulta difícil defender a las plantas medicinales, los ciudadanos más humildes de nuestro mundo vegetal", apuntó Benedetti.

El conocimiento de estas plantas tiene también ventajas económicas para los consumidores, agregó.

"Debemos conocer las especies vegetales del lugar donde vivimos. Si no, terminaremos en algún comercio de alimentos naturales, comprando a precios carísimos las mismas plantas que cortamos en nuestro terreno por creer que se trata de yuyos molestos", advirtió. (FIN/IPS/tra-en/cr/cb/ceb/mj/en he/99

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