Mujeres indígenas otomíes del estado de Hidalgo, poseedor del 15 por ciento de la flora de México, incorporan sus milenarios conocimientos en el desarrollo de una industria que ha despertado el interés de empresas extranjeras.
En ese estado, colindante al norte con la ciudad de México, existen 14.000 especies de plantas, 25 por ciento de las cuales tienen propiedades medicinales, de acuerdo con investigaciones de la Universidad Autónoma de Hidalgo (UAEH).
Tal riqueza botánica es utilizada en la elaboración de un champú que se produce y comercializa por mujeres de la etnia otomí, con el apoyo de la UAEH.
Las propiedades medicinales de la lechuguilla, sangre de grado, nopal y sávila son utilizadas en la elaboración del producto que fortalece y evita la caída del cabello y que se exporta ya a Francia.
La calidad del champú y sus características biodegradables representan una alternativa económica y social para Hidalgo, que adolece de una actividad económica relevante y con una fuerte emigración masculina hacia Estados Unidos.
Según informes del Consejo Supremo Ñhahñu, actualmente unos 15.000 otomíes viven ya en el estado de Florida, Estados Unidos.
A partir de 1990, investigadores de la UAEH iniciaron estudios etnobotánicos considerando los conocimientos de los otomíes o ñhahñus sobre las plantas, dijo el experto Filardo Kerstupp.
Seis años después, la fórmula del champú había quedado definida: los compuestos detergentes de la lechuguilla liberan al cabello de grasa y la sangre de grado fortalece el pelo desde la raíz hasta el cuero capilar.
La sávila, de amplias propiedades curativas, nutre el cabello. Así, los principios activos de las plantas constituyen el 90 por ciento del componente del champú, mientras el 10 por ciento restante proviene de productos químicos biodegradables.
Unas 25 familias ñhahñus participan en todo el proceso de elaboración del novedoso producto, hasta la etapa del envasado, destaca Kerstupp.
La intención principal consiste en impulsar núcleos de desarrollo económico que beneficien a las comunidades indígenas en sus propios lugares de origen, explica.
En Hidalgo, con un territorio 20.987 kilómetros cuadrados, la población analfabeta mayor de 15 años alcanza 47,8 por ciento, mientras 46,1 por ciento de las viviendas carece de electricidad, 78,5 por ciento no dispone de agua por cañería y 95 por ciento no tiene drenaje, de acuerdo con datos oficiales.
Con una inversión equivalente a 6.000 dólares otorgados por el Fondo para el Mejoramiento de la Educación Superior, más otros 15.000 dólares del Instituto Nacional Indigenista (INI), las mujeres otomíes emprendieron el reto de comercializar el champú.
Desde hace tres años, el producto fue lanzado al mercado a un precio de 2,5 dólares por unidad, bajo la firma LAMMS (Lechuguilleros del Alto Mezquital) y a la fecha coloca pedidos de hasta 4.000 frascos en Francia, señala la contadora María Ana Mendoza.
El bienestar social de las comunidades otomíes de Hidalgo es el argumento sobre el que se basa la promoción del champú, para cuya producción es requisito fundamental la reforestación intensiva de las zonas de extracción, explica Mendoza.
La pobreza económica del estado contrasta con su riqueza biológica, donde la amplia variedad de climas propicia que seis de los 10 tipos de vegetación que existen en México estén presentes en ese territorio.
La diversidad cultural ha heredado milenarios conocimientos sobre el uso de las plantas, que se utilizan con fines medicinales, comestibles, ornamentales, insecticidas, artesanales y rituales.
El Centro de Investigaciones Biológicas de la UAEH estima que la variedad de plantas con propiedades curativas asciende a 1.000, algunas de las cuales son excelentes antibióticos o preventivos de infartos.
La mitad del territorio de Hidalgo se destina a actividades agrícolas y ganaderas, lo que ha implicado una importante pérdida de la vegetación original del estado. (FIN/IPS/pf/ag/pr-en/99