YUGOSLAVIA: Crisis de Kosovo no tendrá final feliz

Mientras los generales de Estados Unidos se regocijan con el daño causado por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a los blancos en Serbia y Kosovo, los estrategas políticos distan de estar seguros del resultado del conflicto en Yugoslavia.

Mucho depende de si la crisis será resuelta militarmente, permitiendo que una parte imponga sus condiciones, o mediante negociaciones que requerirían el acuerdo de ambas partes.

La gran interrogante continúa siendo si la OTAN pasará a una guerra terrestre, para la cual aumentó el apoyo político en los últimos 10 días.

Tal acción dificultaría mucho más que el presidente de Estados Unidos Bill Clinton llegue a un acuerdo con su par yugoslavo, Slobodan Milosevic.

De hecho, algunos analistas creen que si se envían tropas terrestres estadounidenses, los objetivos de Washington aumentarán para incluir la expulsión de Milosevic, o que se lo juzgue por crímenes de guerra.

De uno u otro modo, la mayoría de los observadores concuerda en que hay sólo cuatro resultados posibles de la crisis, ninguno de ellos particularmente atractivo.

"No hay buenas opciones', dijo Jessica Matthews, directora de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional.

La menos deseable, señaló, sería sin duda una victoria de las fuerzas yugoslavas, que les permitiría conservar el control de Kosovo, tal vez con autonomía nominal pero con muchos menos kosovares albaneses, de los cuales aproximadamente un millón fueron desplazados de sus hogares.

Esa opción es rechazada por ser considerada políticamente inaceptable, tanto por la alianza de la OTAN, que celebrará su 50 aniversario en Washington dentro de dos semanas, como por el presidente Clinton, para quien Kosovo se ha vuelto la mayor crisis de política exterior de su administración.

"Milosevic espera que aceptemos como permanentes los resultados de su limpieza étnica y no lo haremos", dijo Clinton el viernes.

Además de los problemas políticos para la OTAN y para Clinton, una victoria yugoslava sólo aumentaría la tensión en los Balcanes.

"Si los kosovares albaneses no son repatriados, habrá un problema similar al palestino justo en medio de Europa", señaló Janusz Bugasjski, jefe del departamento de Estudios de Europa Oriental del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).

La segunda posibilidad reside en un pacto sobre la base del acuerdo de Rambouillet mediado por la OTAN, cuyo rechazo por Milosevic en marzo desató la campaña aérea.

Las disposiciones centrales de ese acuerdo incluían el retiro sustancial de las fuerzas yugoslavas de Kosovo, la ubicación en esa provincia de fuerzas de paz de la OTAN de 28.000 integrantes y autonomía para la provincia durante por lo menos tres años.

Una de las variaciones de este acuerdo incluye el retiro de todas las fuerzas serbias de la provincia y el retorno de todos los desplazados a sus hogares. Estas dos condiciones fueron incorporadas a los objetivos de guerra oficiales de la OTAN.

Otra variación implicaría, por ejemplo, la disolución de la fuerza de la OTAN en una mayor.

Los líderes de la OTAN comezaron a hablar la semana pasada de una "fuerza de seguridad internacional" en Kosovo, en lugar de la OTAN, como un elemento de cualquier acuerdo, sugiriendo que Milosevic podría estar más inclinado a aceptar esa posibilidad aunque la fuerza continúe estando comandada por la OTAN.

Sin embargo, la mayoría de los analistas piensan que los hechos hicieron que el acuerdo de Rambouillet sea obsoleto.

"La limpieza étnica de Milosevic seguramente condenó al fracaso al enfoque multiétnico de Rambouillet", escribió en el diario Washington Post Warren Zimmerman, ex embajador de Estados Unidos en Yugoslavia. "Dudo que serbios y albaneses puedan volver a vivir pacíficamente en el mismo estado".

La tercera opción es la división de Kosovo en territorios serbio y albanés separados. Como en el caso de las negociaciones de Rambouillet, esta opción tiene dos aspectos.

Una división daría a los kosovares albaneses, que constituían aproximadamente 90 por ciento de la población de dos millones de habitantes antes de la guerra, casi el total del territorio de la provincia, dejando a los serbios sólo una pequeña área al norte, que contiene lugares históricos y religiosos clave.

Para suavizar tal acuerdo, algunos analistas propusieron que la parte serbia de Bosnia-Herzegovina también podría ser absorbida por Belgrado.

Otra división permitiría a Milosevic retener gran parte del norte y el centro de Kosovo, que incluye importantes minas y otras empresas económicas.

El desplazamiento de los kosovares albaneses de esta parte de la provincia sugiere que probablemente este sería el resultado preferido por el líder serbio si no puede ganar directamente.

De uno u otro modo, la división conlleva su propio grupo de problemas.

Los kosovares albaneses no pueden aspirar a constituir solos un estado económicamente viable, lo que hará aún más irresistible una unión con Albania, la nación más pobre de Europa.

Cualquier acción hacia una "gran Albania", según este punto de vista, sólo agudizará las tensiones étnicas con Serbia y los demás países del sur de los Balcanes, especialmente en Macedonia.

Además, probablemente la OTAN debería desplegar una fuerza de paz para mantener separadas a las dos comunidades en Kosovo durante por lo menos una década, según Anthony Cordesman, un analista estratégico del CSIS.

La opción final resultaría de la expulsión de las fuerzas Yugoslavas de Kosovo por la guerra aérea de la OTAN o por una invasión terrestre, supuestamente en cooperación con el Ejército para la Liberación de Kosovo.

Pero este resultado también conllevaría una serie de reacciones que probablemente sólo intensificarían las tensiones regionales, especialmente si una Kosovo albanesa buscara, como se prevé, la unidad con Albania.

Como la división, según Cordesman, la independencia probablemente requeriría que una fuerza de paz patrullara la frontera entre Kosovo y una revanchista Serbia.

"Está claro que la crisis de Kosovo no puede tener un final feliz", dijo Cordesman, que señaló que las últimas tres opciones requieren la presencia de Estados Unidos y la OTAN. "De un modo u otro, la OTAN y Estados Unidos probablemente estarán atrapados en los Balcanes", dijo.

"La guerra en Kosovo, las tensiones en los estados vecinos y los odios que afectan a la región implican que la OTAN debe utilizar la fuerza para contener la situación o para crear una solución y hacer que se respete en los próximos años", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/at-dg/ip/99

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