YUGOSLAVIA: Annan censura doble moral de Occidente

Los países occidentales reaccionaron en forma muy distinta ante las atrocidades cometidas por el gobierno de Yugoslavia y ante el genocidio de Ruanda de 1994, señaló el secretario general de la ONU, Kofi Annan.

Annan, quien mantuvo una discreta distancia del conflicto de Kosovo desde que comenzaron los ataques de la OTAN, el 24 de marzo, se preguntó si "reaccionamos con más fuerza a ciertas crisis que a otras".

"Creo que depende también de la región y de los intereses de los países en ella", manifestó el jueves el secretario general de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).

Muchos diplomáticos de países en desarrollo se hicieron eco de las palabras de Annan y denunciaron una doble moral de Occidente.

La OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) respondió duramente a la matanza de 250 albaneses de la provincia separatista serbia de Kosovo durante las negociaciones de paz en París, pero otros sangrientos conflictos, como el del antiguo Zaire, no generaron una respuesta similar, señalaron.

La ONU precisaría una fuerza de paz mínima de 15.000 hombres para hacer frente a la crisis de Africa central, pero es improbable que los países occidentales contribuyan a ella, dijo un alto funcionario de la organización, que pidió reserva.

La antipatía occidental hacia las actividades pacificadoras de la ONU también limitó o retrasó la intervención del foro mundial en Sierra Leona, Burundi y Congo-Brazzaville, mientras en Timor Oriental el futuro de los cascos azules es bastante incierto.

El problema con las fuerzas de tierra es que, cuando comienza el combate, pocos gobiernos pueden resistir la presión política de tener que justificar el envío de soldados a zonas en conflicto.

Por esta razón, la OTAN no se decide a enviar soldados a Yugoslavia pese al fracaso hasta el momento de sus ataques aéreos para que el presidente Slobodan Milosevic retire sus fuerzas de la provincia de Kosovo, donde la represión se agravó.

Varias experiencias negativas con fuerzas de paz de la ONU aumentan el temor de los gobiernos occidentales.

Por ejemplo, el gobierno de Bélgica todavía investiga el asesinato de 10 cascos azules belgas al comienzo del genocidio de Ruanda, y el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, enfrentó duras críticas de sus opositores tras la debacle de Somalia en 1993.

En octubre de ese año murieron 18 soldados estadounidenses en un intento frustrado por capturar al jefe militar somalí Mohammed Farah Aideed.

Inmediatamente después, Clinton decidió restringir el apoyo de su gobierno a las fuerzas de paz de la ONU, y en los años siguientes el número de cascos azules se redujo a menos de 14.000.

Aparte, las fuerzas de tierra no constituyen ninguna garantía contra el aumento de la violencia, como lo demostró la experiencia de la ONU en Bosnia-Herzegovina, en 1995.

Entonces, como ahora, los líderes occidentales exhortaron a la creación de "refugios seguros" para proteger a los musulmanes de los ataques de los serbios bosnios.

Pero las fuerzas de la ONU estaban mal equipadas para defender los seis refugios creados, de modo que los serbios pudieron perpetrar masacres en las áreas de Srebrenica y Zepa y expulsar a los cascos azules.

Pese a estos problemas, Annan y otros altos funcionarios realizan planes para una mayor participación humanitaria de la ONU en Kosovo, que podrían ser informados al Consejo de Seguridad el próximo lunes.

El Consejo en general siente que hay "necesidad de un compromiso genuino de las Naciones Unidas" en Kosovo, afirmó el ministro de Relaciones Exteriores de Canadá, Lloyd Axworthy.

Agregó, sin embargo, que cualquier gestión en ese sentido precisará el apoyo de todos los miembros permanentes del cuerpo con poder de veto, incluida Rusia, aliada de Belgrado. (FIN/IPS/tra-en/fah/mk/mlm/ip/99

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