Entre una mayoría popular que lo adora y una élite que lo detesta, Hugo Chávez está por cumplir tres intensos meses en la presidencia de Venezuela, apoyado en maneras improvisadas que ocultan estrategias muy sofisticadas.
Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis, analizó que el resultado de esa combinación se traduce en un presidente muy popular con problemas para generar confianza.
También ha multiplicado los mitos sobre Chávez, un teniente coronel retirado que a sus 44 años se convirtió el 2 de febrero en el presidente más joven de la democracia venezolana, con la promesa de promover una revolución pácifica y democrática.
Uno de esos mitos es que Chávez, en el poder desde el 2 de febrero, maneja en sus largas y frecuentes intervenciones públicas un discurso signado por la improvisación y salidas del libreto de lo que se entiende por un estilo presidencial.
"El discurso del presidente es muy definido y madurado, tiene detrás un estudio muy sofisticado, combinado con gran intuición política", dijo León a IPS, en una entrevista para dilucidar algunas claves de este lider emergente en América Latina, del que unos esperan milagros y otros anticipan desastres.
"Chávez aprendió a leer muy bien a la sociedad, sobre todo a la sociedad que a él le interesa en lo inmediato, con una composición donde 79 por ciento de la población vive en pobreza crítica o moderada", explicó León.
"Y es una sociedad que además tiene muchisima rabia", subrayó, para indicar que ocho de cada diez venezolanos "son pobres y tienen un culpable para su pobreza: un montón de instituciones y de personas, justamente a las que Chávez ataca".
En los últimos diez años, en este país de 23 millones de habitantes, sus ciudadnos perdieron en promedio casi 40 por ciento de su ingreso real, mientras la brecha social se ensanchó y ahora el rico promedio gana el ingreso de 40 familias pobres.
"Pero Chávez no sólo ataca a quienes el pueblo quiere atacar, sino que aprovecha el hecho de que es básicamente del pueblo y lo explota", indicó León en alusión a que el presidente nació en una pobre familia de maestros de provincia y sintetiza en sus rasgos el mestizaje venezolano, con predominio indígena.
"Chávez es menos pueblo de lo que parece y lo utiliza estratégicamente para acercarse a esa sociedad", acotó, al comentar sus pedidos de café en medio de alocuciones de tres horas por televisión, o preguntas sobre el precio del pollo a un invitado o la oferta de venta de un auto blindado a otro.
El carismático presidente nunca se maneja con textos o guias escritas, pero León analizó todos sus disursos y encontró una idéntica estructura, cuando se les despoja de las citas de pensadores, poetas y libertadores o la interactuación coloquial con asesores, periodistas, invitados y partidarios.
La primera parte se dedica a reafirmar la tristeza y la rabia, con la descripción de como los políticos y poderes tradicionales hundieron las condiciones del país y de sus habitantes, para detallar después a los culpables.
Sigue la mención al instrumento de castigo: la propuesta Asamblea Constituyente que rediseñará institucionalmente el país, y la convocatoria a reflexionar e incorporarse a la tarea macrosocial de rescatar Venezuela de sus ruinas actuales.
Otro elemento es que la fuente de los recursos y la solución "es él", quien se desplaza personalmente a resolver problemas como la crisis de los hospitales, la invasión de terrenos o la carestía de la comida, en un "mesianismo elaborado", dijo León.
A ello se une el punto de los aliados claves: los medios de comunicación, las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica, que son los estamentos que tienen la mayor credibilidad en la población.
En ese sentido, León precisó que la elección de su gabinete, más allá de los nombres, fue también muy elaborada, con un equilibrio entre mercado y Estado y una expresión de los sectores más valorados. Periodistas y militares destacan en su equipo, "y no puso curas porque no pudo", dijo.
La selección de sus adversarios tampoco es hija de azar. El mayor rechazo popular se concentra en el Congreso, los sindicatos, la burocracia, los partidos y la justicia, y todos ellos han padecido la embestida de la inusual oratoria de Chávez.
El especialista planteó que la estrategia dio al presidente "dividendos espectaculares" en materia de popularidad.
Los sondeos, como el realizado en marzo por Datanálisis, indican que 79 por ciento de la población valora que Chávez lo ha hecho bien o muy bien, lo que se eleva a 93 por ciento si se suman quienes lo puntúan de regular hacia bien.
Las razones aducidas para la aprobación son que el presidente tiene ideas nuevas, comparte con el pueblo, mejora la atención en los entes públicos, ayuda a solventar los problemas sociales y económicos, sus mensajes son valientes, ha sido claro y firme y quiere dar más de sí pero el Congreso se lo impide.
El sentimiento de que "se enfrenta a mis enemigos y está compartiendo el sacrificio", prevalece sobre el hecho de que la situación individual pueda ser peor, en un escenario de deficit fiscal de niveles históricos, recesión y desbordado desempleo.
Esa mayoría percibe a Chávez como una combinación de "vengador y redentor" pero nunca como un embozado dictador, al contrario de lo que pronostican sus críticos, apoyados en el hecho de que encabezó un cruento alzamiento militar de 1992 y confronta a menudo a los otros poderes.
León detalló que "sus partidarios visualizan a Chávez como un demócrata, serio y fuerte, que sabe imponer autoridad", algo esencial cuando las instituciones se deslegitimaron, creció la niveles de anarquía y los desposeidos fueron dejados a su suerte.
En contraste con la abrumadora popularidad que le llega de los mayoritarios sectores D y E de la población, a Chávez no lo soportan los sectores A, B (alto y medio-alto) y parte del C, donde se refugia lo que queda de la clase media.
Se trata de un siete por ciento de la población, "pero es donde están los recursos, la opinión, la inversión, la referencia internacional, el análisis de riesgo y el contacto con los inversores externos", remarcó León.
"La sociedad venezolana está profundamente dividida y lo está también en torno a Chávez, con un sector que lo detesta y juega duro en su contra", explicó el experto en opinión pública. "Y es de ese sector del que depende en alta medida la generación de confianza", recordó.
Para León, Chávez es consciente de esa situación y del dilema que encierra, porque sin confianza la economía empeorará, y si eso sucede su popularidad mermará paulatinamente, lo que afectará sus objetivos de transformación política y social.
"Pero aplaza el enfrentamiento del problema porque no siente que pueda enfrentarlo por ahora y ahí está la gran incertidumbre de su estrategia", concluyó el experto. (Fin/IPS/eg/hm/ip/99)