Los detalles del referendo que decidirá el futuro de Timor Oriental todavía no se han definido, pero un creciente número de personas ya han tomado su decisión, contraria a la dominación de Indonesia.
Cuando tienen problemas, esos timorenses no se dirigen a la policía ni a los militares, que dependen del gobierno de ocupación indonesio, sino que acuden inmediatamente a la oficina del Consejo Nacional de Resistencia Timorense (CNRT).
El CNRT combate desde hace décadas por la independencia de Timor Oriental. Actuaba como una organización clandestina, pero con la apertura política indonesia que siguió al régimen de Ali Suharto (1966-1998), se le permitió abrir una oficina en la capital del país, que está funcionando desde mediados de 1998.
Según el coordinador general del CNRT, Domingus Soares, la gente acude a esa oficina para pedir ayuda ante todo tipo de problemas, y se reciben por lo menos tres "clientes" diarios.
Vasco Jacinto Ximenes, por ejemplo, prefirió acudir al CNRT en vez de dirigirse a las autoridades "apropiadas" tras ser atacado y robado por tres desconocidos.
"La gente no pide ayuda a la policía o los militares. Si uno se dirige a ellos, no se obtiene nada porque no hacen nada", dijo Ximenes, un estudiante universitario a quien sus agresores causaron graves lesiones y despojaron de 800 dólares.
Timor Oriental fue una colonia portuguesa hasta 1975, cuando las tropas indonesias invadieron este archipiélago del Mar de Java para evitar que el movimiento independentista asumiera el poder. Desde entonces actúan organizaciones armadas de resistencia a la ocupación.
El país fue anexado por Indonesia en 1976, pero la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no reconoció la soberanía de Yakarta sobre el territorio timorense, y siguió considerando formalmente que éste era administrado por Portugal.
Cuando se produjo la invasión, la población de Timor Oriental ascendía a unas 650.000 personas, pero la represión indonesia contra el movimiento independentista provocó hasta ahora, según fuentes del CNRT, alrededor de 200.000 muertos.
A comienzos de marzo, tras negociaciones entre Portugal e Indonesia realizadas en Nueva York, con el auspicio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se acordó la realización de un referendo en el que los timorenses decidirán si desean la autonomía o la total independencia de Indonesia.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, desea que el referendo se realice en julio o agosto de este año.
El hecho de que cada vez más gente acuda al CNRT, en lugar de dirigirse a las autoridades oficiales, es para muchos un indicio de los sentimientos de la población que se expresarán cuandohaya que votar.
Algunos observadores agregan que los timorenses ni siquiera tienden a pedir asistencia a grupos locales partidarios de la integración a Indonesia, como Mahidi, Halilintar y Basi Merah Putih.
No es raro, en cambio, que la gente que acude al CNRT para pedir ayuda o informar sobre un pariente desaparecido luego se dirija también a la oficina local de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
"Las personas no consideran que los integracionistas sean útiles y capaces de resolver problemas individuales o comunitarios", afirmó Isabella da Costa Perreira, presidenta de la Comisión para las Víctimas de Violencia y Personas Desaparecidas (Kontras).
Muchos dicen que la confianza de la gente en el CNRT ayuda a esa organización a reunir un "arsenal de ventajas" políticas. Como consecuencia de los pedidos de ayuda que recibe, el CNRT dispone de más información sobre las comunidades locales que cualquier otro grupo e incluso que las agencias gubernamentales.
"Ese tipo de información brinda la capacidad de enfrentar los problemas de la población", señaló Francisco da Costa Gutierres, del Grupo de Estudios sobre Timor Oriental.
Gutierres agregó que, obviamente, cada vez que el CNRT soluciona un problema aumentan los sentimientos favorables hacia esa organización. "El CNRT es cada vez más popular aquí", aseguró.
Soares observó que si bien la organización no puede resolver todos los problemas que se le presentan "hace todo lo posible para auxiliar a la gente".
"Somos concientes de nuestras limitaciones y nunca prometemos nada. Sólo prestamos gran atención a las quejas y demandas, y tratamos de actuar en consecuencia".
De todos modos, muchos timorenses saben que a menudo quedan entre dos fuegos a raíz de la confrontación entre el CNRT y los militares indonesios.
Ximenes, la víctima del robo que fue a denunciar su caso al CNRT, piensa que sus atacantes tuvieron móviles políticos.
El y otras cinco personas fueron atacadas cuando regresaban de la localidad de Bacau, y Ximenes cree la intención de quienes lo robaron era intimidarlo, para que no difundiera información sobre la tensa situación imperante en ese lugar, por el enfrentamiento entre bandos partidarios de la integración y de la independencia.
"Creo que no quieren que personas ajenas a esa área se enteren de lo que está pasando, y por eso atacan a cualquier visitante", afirmó.
Ximenes no sabe si sus agresores pertenecían a las fuerzas independentistas o a las integracionistas. "Después de todo, están en guerra" y ambos tienen buenas razones para mantener el control de la información sobre lo que ocurre en zonas de enfrentamiento, comentó.
En el asalto, el estudiante sufrió la fractura de sus dos brazos y heridas en las piernas. "No pude ir al hospital porque me quitaron todo el dinero", agregó.
Durante los últimos meses ha recrudecido la violencia en Timor Oriental. Kontras informó sobre la desaparición en el distrito de Faltehu el mes pasado, de tres personas que los militares consideraban integrantes Falintil, el brazo armado del movimiento independentista.
Otros tres individuos, supuestamente simpatizantes del CNRT, fueron torturados por miembros de un grupo paramilitar, luego de los independentistas se apoderaran de 36 fusiles y 3.000 municiones en el distrito de Alas.
Hace pocas semanas, el CNRT secuestró a dos soldados indonesios en Bacau. Las autoridades capturaron a tres jóvenes pertenecientes a la organización independentista, que confesaron haberlos torturado hasta que murieron.
El abogado del líder rebelde timorense Jose Alexandre Gusmao, no obstante, dijo que su cliente jamás ordenó que se matara o torturara a nadie. (FIN/IPS/tra-en/ky/cb/js/ego/mp/ip hd/99)