CHINA-EE.UU.: Zhu recuerda a Clinton quién manda en el comercio

Tuvo que ser un comunista chino quien le recordara al presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, cómo funciona la política en una sociedad capitalista moderna.

El primer ministro chino Zhu Rongji partió hace una semana de Washington decepcionado y aparentemente derrotado en sus esfuerzos por alcanzar un acuerdo con Clinton sobre los términos de la incorporación de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Pero cinco días después, Zhu evaluaba su visita a Estados Unidos con mucho más optimismo.

Su incesante campaña entre grandes empresas estadounidenses parece haber producido en Clinton la decisión de celebrar el acuerdo, y pronto.

Bajo presión de los grandes empresarios, muchos de los cuales se reunieron con Zhu durante su visita, Clinton telefoneó el martes al mandatario chino a su hotel de Nueva York para proponerle la reanudación de las negociaciones antes de fin de mes.

La idea ahora es concretar un acuerdo bastante antes de la próxima ronda de negociaciones mundiales de comercio, que comenzará en noviembre en la ciudad de Seattle.

La llamada de Clinton se produjo luego de la publicación de un anuncio de página entera en el diario The Washington Post por Business Roundtable, un exclusivo grupo formado por altos ejecutivos de las 200 mayores empresas del país.

"Es hora de integrar a China al sistema mundial de comercio", exhortaba el aviso con grandes caracteres.

Agregaba que el acuerdo crearía "empleos y oportunidades para granjeros, fabricantes, trabajadores y proveedores de servicios de Estados Unidos".

"Este pacto será una enorme victoria para nuestro país… si se concreta y aplica", decía el aviso, equivalente a un sello de aprobación de las grandes empresas dirigido a Clinton y al Congreso, que aún podría vetar un acuerdo.

"Somos optimistas", declaró el miércoles Johanna Schneider, portavoz de Roundtable.

"La conversación del presidente nos llenó de optimismo y ahora confiamos en que las negociaciones se reanuden, porque, por lo que hemos visto hasta ahora, parece que este acuerdo potencial marcará un hito histórico en el comercio", añadió.

En realidad, así será. Las concesiones ofrecidas por Zhu, el principal planificador de la política económica de Beijing, fueron sustancialmente mayores que las esperadas por la mayoría de los analistas de Washington.

"Mi impresión general es que China concedió más de lo que yo pensé sería políticamente posible", admitió Nicholas Lardy, analista del grupo de expertos Institución Brookings.

"Debemos recordar que el desempleo en China alcanzó un nivel récord en 30 años y las ganancias de las empresas están en constante disminución, pero Zhu sostiene que éste es el momento de permitir que los extranjeros ofrezcan una mayor competencia doméstica", señaló Lardy.

De hecho, la cuestión del acuerdo dividió a la administración entre negociadores comerciales y funcionarios de seguridad nacional por un lado y asesores políticos por otro.

Estos últimos arguyeron que el actual clima contrario a China en el Congreso no sólo haría muy difícil la aprobación del acuerdo, sino que dividiría al Partido Demócrata sobre un tema clave a menos de un año de la campaña presidencial del 2000.

Para persuadir a Clinton, Zhu ofreció una serie de concesiones unilaterales destinadas a aumentar el apoyo político del Congreso a un acuerdo.

Independientemente del ingreso de China a la OMC, Zhu decidió permitir la importación de trigo del noroeste de Estados Unidos, frutas cítricas de California, carne vacuna y porcina y aves de corral. También duplicará los vuelos entre ambos países y tomará nuevas medidas contra la piratería de programas de computación.

En caso de que China sea aceptada en la OMC, Zhu realizará otra serie de concesiones, como levantar las restricciones a los bancos y compañías de seguros, permitir que empresas extranjeras vendan sus productos directamente a los consumidores y aceptar la inversión extranjera en telecomunicaciones.

Además, China ofreció eliminar las cuotas a los productos a granel, reducir el promedio de los aranceles industriales de 25 a menos de 10 por ciento, y permitir la propiedad extranjera de salas de cine, hoteles y agencias de viaje.

Tan grande fue el progreso que Clinton llegó a sugerir el día 7 la inminencia de un arreglo. "Si China está dispuesta a seguir las normas mundiales de comercio, sería un error inexplicable que Estados Unidos se negara" a su incorporación a la OMC, dijo.

Pero las esperanzas se desvanecieron temporalmente cuando Trent Lott, el líder de la mayoría republicana en el Senado, se opuso públicamente al acuerdo.

En una conferencia de prensa conjunta tras el encuentro con Clinton en la Casa Blanca, Zhu no ocultó su decepción y manifestó que "el clima político" y no grandes diferencias en las posiciones negociadoras es lo que impedía un acuerdo final.

El mandatario chino abundó sobre el tema en los días siguientes, especialmente en reuniones con empresarios durante su gira por cinco ciudades de Estados Unidos.

Zhu sugirió que no sólo las ofertas de China serán retiradas si no obtiene al menos la promesa de un acuerdo, sino que su propio programa de reformas, impulsado por Washington, dejará de ser viable.

Los líderes empresariales captaron el mensaje y lanzaron su propia campaña.

El anuncio de Business Roundtable fue una señal, y otra fue la serie de críticas que recibió la Casa Blanca el martes por parte de legisladores de la Comisión de Finanzas del Senado.

Max Baucus, un senador demócrata de Montana, declaró que "no se puede permitir que la perfección sea enemiga del bien", mientras el republicano Frank Murkowski, de Alaska, censuró a Clinton por su "cobardía política".

Fue entonces que Clinton llamó a Zhu, quien oportunamente se encargó de informar sobre la conversación al exclusivo Club Económico de Nueva York y declaró que el acuerdo está finalizado en "99 por ciento".

Sin embargo, la mayoría de los observadores opina que esa apreciación es exagerada.

Washington todavía pretende la reducción de las restricciones a las firmas extranjeras de corretaje, el aumento de la protección contra prácticas desleales de comercio y la limitación de los embarques de productos textiles chinos a Estados Unidos, a lo que Beijing se opone férreamente.

Además, no será fácil la aprobación del paquete en el Congreso, donde el clima antichino alcanzó su punto máximo en 10 años.

Funcionarios de gobierno creen que las gestiones para otorgar a China el estatuto de "nación más favorecida", necesario para su integración a la OMC, podrían fracasar debido a una coalición de legisladores fuertemente ligados a sindicatos, grupos de derechos humanos y autoridades militares preocupadas por el espionaje.

Sin embargo, las pretensiones de los grandes empresarios no pueden ser ignoradas. Como lo expresó Business Roundtable, "hay demasiado en juego, para los estadounidenses y para el sistema mundial de comercio que tan bien nos ha servido". (FIN/IPS/tra- en/jl/mk/mlm/if-ip/99

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