El primer ministro de China, Zhu Rongji, comenzará este martes una polémica gira por Estados Unidos entre señales mutuas de recelo en el plano político y confianza en el ámbito económico.
Zhu llegará a la ciudad de Los Angeles para dar inicio a su primera visita a Estados Unidos como jefe de gobierno, según funcionarios de Beijing y de la embajada china en Washington.
Luego viajará a Washington, donde se reunirá con el presidente Bill Clinton y el vicepresidente Al Gore, antes de visitar Denver, Chicago, Nueva York y Boston. Posteriormente partirá hacia Canadá, informó la embajada china.
La gira de Zhu estuvo en duda el pasado jueves, cuando funcionarios de la cancillería china se rehusaron a confirmar las fechas del viaje.
El hecho pareció reflejar el debate generado entre las autoridades chinas sobre el mérito de visitar Estados Unidos en un momento en que ambos países mantienen profundas discrepancias por la intervención militar de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en Yugoslavia.
La semana anterior, el primer ministro ruso Yevgeni Primakov había abortado un viaje a Washington en pleno vuelo en protesta por los ataques aéreos, encabezados por Estados Unidos.
Otra cuestión que perturba las relaciones chino-estadounidenses son los planes de Washington sobre un sistema de defensa antimisiles en Asia oriental que se extendería a Taiwan, a la que Beijing considera una provincia renegada.
Además, China fue acusada de espionaje nuclear en laboratorios de investigación estadounidenses, y Washington patrocina una resolución de condena a Beijing en la próxima reunión anual de la Comisión de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos, en Ginebra.
Sin embargo, ambas partes se tienen mutua confianza en el plano económico.
Washington necesita que Beijing mantenga el valor de su moneda, el yuan, para impedir una nueva crisis financiera en Asia, y China, que enfrenta un enlentecimiento económico, necesita del mercado de exportación estadounidense como nunca antes.
No es que las relaciones económicas estén libres de problemas. La economía exportadora de China se está enlenteciendo luego de haber sufrido un déficit de 57.000 millones de dólares en el comercio con Estados Unidos el pasado año.
Washington desea impedir una devaluación, pero esta medida podría ser para Beijing la única manera de mantener en funcionamiento sus industrias exportadoras.
Las predicciones sobre una caída de 7,8 a cinco por ciento en el crecimiento económico del país asiático este año ponen de relieve la importancia del mercado estadounidense y de la renovación por el Congreso del estatuto comercial de "nación más favorecida" para China.
Aunque muchos detalles de la agenda de Zhu aún no fueron revelados, se prevé que el mandatario se reunirá con líderes empresariales que procuran la eliminación de restricciones al comercio en la próxima renovación por el Congreso de la Ley de Administración de Exportaciones.
Las restricciones pondrían en peligro los negocios de empresas estadounidenses en China incluso en el sector de las computadoras comerciales, según los fabricantes.
Grandes compañías nacionales como Intel, IBM y Unisys venden productos por miles de millones de dólares a China cada año.
La antipatía del Congreso hacia China es estimulada por titulares de prensa que sugieren que Beijing robó tecnología nuclear de instituciones de investigación estadounidenses.
El año pasado, el Congreso controlado por el opositor Partido Republicano enlenteció la venta de satélites a Beijing al forzar al gobierno a transferir poderes de revisión sobre los acuerdos propuestos del Departamento de Comercio al Departamento de Estado (cancillería).
Como resultado, Clinton, acosado por versiones sobre robo de tecnología, anuló la venta de un satélite de 450 millones de dólares a Beijing.
Además, China está ansiosa por integrarse a la Organización Mundial del Comercio (OMC), pero las posibilidades de obtener la aprobación del Congreso para un eventual acuerdo se redujeron debido a las últimas acusaciones de espionaje nuclear, sostienen analistas políticos.
El Congreso no tendría que aprobar la integración de China a la OMC, pero sí la concesión a Beijing de privilegios comerciales permanentes como miembro de la organización.
Por ahora, los legisladores votan cada año si conceder a los productos chinos un tratamiento arancelario igual al otorgado a la mayoría de los países.
Funcionarios estadounidenses de comercio presionan a sus homólogos de Beijing para que abran más su mercado a los productos y servicios de Estados Unidos, incluso en la sensible área de las "exportaciones culturales".
La representante comercial de Estados Unidos, Charlene Barshefsky, dijo la semana pasada a funcionarios de la Casa Blanca que tanto el progreso como los obstáculos son "importantes", según un portavoz.
Nadie espera que se produzca un acuerdo final durante la visita de Zhu, pero en todo caso este asunto es el menos contencioso de la agenda.
En contraste, China expresó enérgicamente su enojo por los ataques de la OTAN contra Yugoslavia para obligar al presidente yugoslavo Slobodan Milosevic a retirar sus fuerzas de la provincia separatista serbia de Kosovo, de mayoría albanesa.
Medios oficiales de prensa condenan la "ilegalidad" y "brutalidad" de los bombardeos, y sostienen que Occidente "violó" a la nación balcánica.
Beijing afirma que las acciones de la OTAN carecen de un mandato internacional válido, porque la alianza militar pasó por alto al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en el que China tiene poder de veto.
Aparte, las autoridades chinas temen que la medida siente un precedente para futuras intervenciones en el Tíbet o en la provincia de Xinjiang, de mayoría musulmana.
En base a la historia reciente, sin embargo, puede preverse que el comercio triunfará sobre la política.
Durante la visita en 1997 del entonces presidente chino Jiang Zemin a Washington, se produjo un debate público sobre los derechos humanos. Clinton acusó a China de estar "del lado equivocado de la historia" por no respetar la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
No obstante, Clinton acordó levantar la prohibición de exportación de tecnología nuclear impuesta tras la masacre de la plaza de Tiananmen, en 1989. Jiang, por su parte, aceptó comprar aviones de la fábrica estadounidense Boeing. (FIN/IPS/tra- en/aa/mk/mlm/ip if/99