El nuevo presidente de Paraguay, Luis González Macchi, se apresta a constituir un gobierno de unidad nacional tras la renuncia de Raúl Cubas, anunciada hoy como culminación de una semana de incertidumbre política que se abrió con un magnicidio.
"El proceso democrático ha aprobado con alta calificación la dura prueba al que ha sido sometido", dijo González Macchi a las 21.55 horas de Paraguay de este domingo (1.55 horas GMT de este lunes) al asumir la Presidencia.
"El pueblo paraguayo ha triunfado", sostuvo González Macchi, quien pertenece a la facción del Partido Colorado enfrentada al ex presidente Cubas y a su mentor político, el ex comandante del Ejército Lino César Oviedo.
"Venganza, no. Justicia, sí", agregó, luego de una crisis que se precipitó el martes pasado con el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, hecho que paralizó el país hasta este domingo.
Uno de los puntos culminantes de esta difícil semana fue la muerte la noche del viernes de cuatro manifestantes a manos de francotiradores apostados en edificios vecinos a la Plaza del Congreso.
Cuando la renuncia de Cubas era inminente, distintas unidades de las Fuerzas Armadas enviaron comunicados al Congreso para manifestar su adhesión al gobierno que encabezará González Macchi.
La renuncia de Cubas fue el resultado de intensas negociaciones entre representantes de los tres poderes del Estado, diplomáticos y delegados de la Iglesia Católica. El ex mandatario eludió así su segura destitución en el Senado.
"Pido disculpas a todos los paraguayos que me votaron", dijo Cubas la noche de este domingo al pronunciar su renuncia, al tiempo que instó a "la pacificación total de los espíritus" y a la unificación del gobernante Partido Colorado, que sufre una profunda división.
Mientras Cubas leía su renuncia en la casa de gobierno, la ciudadanía paraguaya desconocía el paradero de Oviedo, figura principal de la crisis política.
Oviedo abandonó Asunción la noche de este domingo en una avioneta con rumbo desconocido.
La lectura del pedido de renuncia de Cubas fue recibido por una aclamación en el parlamento paraguayo, al tiempo que unas 50.000 personas manifestaban su júbilo en el centro de Asunción.
Cubas, quien estuvo apenas 225 días al frente de la Presidencia, afirmó que su renuncia es un "aporte" a la pacificación del país. "No voy a ser responsable de más derramamientos de sangre", afirmó.
"No me voy ni por corrupto ni por ladrón", agregó. Además, rechazó la posibilidad de "movilizar tropas" en su respaldo mientras el parlamento sigue un juicio político cuya culminación previsible, la destitución de Cubas, se aguardaba para este lunes.
La crisis política resuelta este domingo hizo eclosión el martes pasado, cuando Argaña fue asesinado en Asunción a manos de tres personas que vestían uniforme militar y que ametrallaron su vehículo. La autoría del crimen era aún este domingo una incógnita.
Argaña lideraba la facción del Partido Colorado opositora a Cubas y a Oviedo, también pertenecientes a ese grupo político, que ha gobernado Paraguay de forma ininterrumpida durante la mayor parte del presente siglo.
González Macchi pertenece al sector colorado que lideraba Argaña.
El asesinato del vicepresidente precipitó el miércoles el inicio en la Cámara de Diputados del juicio político contra Cubas, acusado de violar la independencia de los poderes Judicial y Legislativo y de mala administración. El comienzo de este proceso estaba previsto para el 7 de abril.
Cubas triunfó en las elecciones de mayo de 1998 con 54 por ciento de los votos emitidos y asumió la Presidencia tres meses después, el 15 de agosto.
Pero el 18 del mismo mes desencadenó una crisis al conmutar por decreto la pena de diez años de cárcel impuesta a Oviedo por un tribunal militar a causa del intento de golpe de Estado que encabezó contra el gobierno constitucional de Juan Carlos Wasmosy (1993-1998) en abril de 1996.
Otro tribunal militar convalidó el decreto de Cubas, que había reducido a tres meses de arresto la sanción a Oviedo, quien quedó en libertad. Pero la Corte Suprema de Justicia anuló en diciembre el decreto y ordenó el regreso de Oviedo a la cárcel, orden que no fue cumplida por el Poder Ejecutivo.
El juicio político fue promovido por Argaña, designado candidato a vicepresidente del Partido Colorado cuando Oviedo fue inhabilitado para participar en las elecciones de 1998.
Argaña habría alcanzado la Presidencia en caso de que el Senado hubiera destituido a Cubas y si no hubiera sido asesinado.
El crimen puso en primer lugar en la línea de sucesión presidencial, en su carácter de presidente del Senado, a González Macchi, quien el viernes había postulado la formación de un gobierno de unidad nacional.
Los colorados argañistas y la oposición acusaron a Cubas y Oviedo de responsabilidad moral en el crimen, y también culparon al presidente de la matanza en la Plaza del Congreso.
La renuncia de Cubas también era reclamada por las centrales sindicales y la Federación Nacional de Campesinos. Unos 10.000 campesinos llegados a la capital engrosaron las filas de los manifestantes que miércoles comenzaron a concentrarse ante el Congreso para exigir el cese de Cubas.
Las manifestaciones derivaron el viernes de noche en tragedia, cuando francotiradores apostados en edificios vecinos abrieron fuego sobre la multitud reunida en la Plaza del Congreso desde el miércoles para exigir la dimisión de Cubas.
A los cuatro muertos se agregan unos cien heridos, según la información oficial. Entre los muertos figuran dos adolescentes de 14 y 16 años. (FIN/IPS/mom/mj/ip/99