/REPETICION CORREGIDA/ECUADOR: Soles artificiales para la floricultura

En Cayambe, un pequeño cantón de la sierra norte de Ecuador, no es raro que los pobladores conozcan la fecha en que se celebra el Día de la Mujer en Rusia. Esto se debe a que su principal actividad es el cultivo de flores y Rusia es uno de los principales mercados.

Cayambe, tradicionalmente una zona ganadera, se convirtió hace 10 años en un emporio del cultivo de flores para exportación.

Grandes empalizadas de varios metros de altura protegen contra el viento a las plantaciones de rosas, claveles y gypsophilias, una diminuta flor blanca en ramillete utilizada para rellenar arreglos florales y ramos.

El paisaje diurno se modificó con la aparición de conjuntos de invernaderos cuyos techos de plástico reflejan la luz del sol y el nocturno cambió aún más. Potentes luces marcan el sitio de las plantaciones sustituyendo al sol, para que las flores crezcan a la luz de un eterno día artificial.

Las cifras explican el interés en el cultivo de flores. En los últimos 10 años, el sector floricultor, orientado a la exportación, incrementó sus ingresos de cuatro a 141 millones de dólares, según el Centro de Estudios y Análisis.

Su contribución en el total de exportaciones subió de 0,2 a 3,4 por ciento, y su participación en las exportaciones no tradicionales, de 3,3 a 13 por ciento.

Se trata de la principal actividad generadora de divisas de la sierra ecuatoriana, que compite en este campo con Colombia, Kenia e Israel. Los principales mercados son Estados Unidos, Holanda y Rusia.

Mientras en 1985 había tres empresas dedicadas a la exportación de flores en Ecuador, este año habrán 304, afiliadas a Expoflores, organismo encargado de la promoción de las exportaciones. En Cayambe se encuentran 39 de ellas.

Del total de 2.699 hectáreas dedicadas al cultivo de flores de exportación en Ecuador, 486 están en este cantón. Y según el Banco Central, en el primer semestre de 1998 Cayambe aportó el 18 por ciento de las flores vendidas al exterior.

Pero con los ingresos que los nuevos cultivos trajeron a Cayambe, surgieron también nuevos problemas, como una gran inmigración y los efectos de la nueva actividad sobre el ambiente.

El cultivo de flores utiliza fertilizantes y pesticidas, que no sólo pueden afectar a la personas que trabajan en la plantación, sino que el suelo se saliniza, con consecuencias para el agua, otros cultivos y la población y animales de la región.

Las reacciones no se han hecho esperar. Además de programas de gobiernos como el alemán, para importar sólo flores provenientes de plantaciones que cumplan con requisitos ecológicos comprobados por ellos, el Ministerio de Salud ecuatoriano ha reglamentado estrictamente la utilización de los químicos.

Pero el Municipio de Cayambe fue el primero del país en tomar la iniciativa. En 1996 estableció una ordenanza para el manejo y control ambiental de la floricultora en el cantón, y en 1997 creó una oficina municipal encargada del tema ambiental.

La medida más radical fue veto al establecimiento de nuevas plantaciones en Cayambe. También reglamentó la distancia que deben mantener estas instalaciones del perímetro urbano y estableció nuevas obligaciones para los floricultores.

Como forma práctica para obligar al cumplimiento de estas normas, el Municipio las ha vinculado el otorgamiento anual de la patente de funcionamiento que necesitan las empresas. Sin cumplimiento, no se concede la patente para el año siguiente.

No todas las empresas floricultoras aceptaron fácilmente estos cambios.

"Algunas cumplen, otras están en proceso hacia el total cumplimiento de la ordenanza, y algunas más, especialmente pequeñas plantaciones que no se dedican a la exportación, obvian el trámite de la patente municipal", dijo a IPS Iván Barrera, responsable ambiental del municipio.

El 60 por ciento de las 107 empresas funcionan en Cayambe en 750 hectáreas cumplen con la reglamentación, presentan estudios de impacto ambiental, tratan el agua que utilizan antes de verterla a los ríos y someten a controles médicos periódicos a sus empleados para detectar posible efectos de los químicos.

El municipio firmó convenios con Fundación Natura, la mayor ONG ecuatoriana en materia ambiental, para obtener asesoría.

La cuenca del río Pisque está protegida por la ordenanza, pero la comparte con el cantón Pedro Moncayo, cuyo municipio no ha emulado a Cayambe.

"El problema medioambiental es regional y por eso estamos poniendo a ONG, floricultoras y al municipio a trabajar creando un ordenamiento regional para la prevención y control de la contaminación ambiental", señaló Barrera.

"No es lógico que mientras controlamos a una plantación en la ribera del río Pisque, por estar en Cayambe, hay otra en Pedro Moncayo que no es controlada y contamina el mismo río", añadió.

El alcalde de Cayambe, Fausto Jarrín, informó a IPS que la veda de instalación de nuevas empresas está vigente desde hace un año y medio y que se ha logrado que las ya existentes diversifiquen su producción hacia sectores como la ganadería y la forestación.

El hecho de que coexistan ganado y plantaciones ayuda a comprobar que la agroindustria no está contaminando la zona, afirmó.

"Es signo de que se trabaja bien en cuanto a insumos, abonos y deshechos, porque el ganado es sumamente sensible. Los bosques, además, sirven como barreras naturales", señaló.

"Un ejemplo fue la última plantación instalada por la empresa Hidalgo Hidalgo. Luego que la comunidad se opusiera a ella, se llegó a un acuerdo con el municipio y la empresa y se dividió la superficie en tres partes iguales para flores, bosques de especies nativas y hato para el ganado", indicó.

Jarrín admitió no obstante que hoy subsiste el problema de las pequeñas plantaciones, que no manejan tecnología de punta para control de desechos y carecen de control médico para sus empleados.

La población de la ciudad ha crecido 70 por ciento en los últimos doce años, pero lo ha hecho de manera ordenada, observa su alcalde, que ha sido reelecto pàra un segundo mandato.

A ello ayuda el aumento astronómico de los ingresos del municipio, que pasó de manejar un presupuesto de 830 millones de sucres en 1992 a 16.000 millones (unos 1,9 millones de dólares) en la actualidad. "La casi totalidad corresponde a la contribución de las florícolas", explicó Jarrín.

El desempleo es un fenómeno desconocido en Cayambe. Hay, sin embargo, otros problemas, como el déficit energético, tomando en cuenta el enorme consumo de los "soles artificiales" que necesitan las flores, destacó el alcalde. (FIN/IPS/gm/ag/dv if/99)

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