Casi 300 millones de árboles fueron sembrados entre 1993 y 1998 en los valles andinos de Perú para proteger suelos amenazados de erosión o deslizamiento aluviónico y proporcionar un recurso rentable a las comunidades campesinas.
Más de 750.000 familias campesinas fueron beneficiadas en ese lapso por la forestación y reforestación de 162.000 hectáreas en la sierra peruana.
Las laderas de los valles andinos son altamente erosionables por las copiosas lluvias, sobre todo en las áreas en donde los árboles y arbustos talados no fueron repuestos.
En consecuencia, los programas forestales serranos no tienen como objetivo fundamental la reposición o generación de recursos maderables, sino proteger los suelos y mejorar el manejo de los recursos hídricos.
"Incluyendo los grandes bosques tropicales de la Amazonia, 70 por ciento de la superficie de Perú es forestal, y alrededor del tres por ciento tiene actividad agropecuaria. Sin embargo, 34 por ciento de la población depende de actividades agropecuarias", consideró Fernando Razetto, presidente de la Cámara Nacional Forestal.
"Esa contradicción entre un gran sector de población de vocación agropecuaria y las escasas tierras cultivables existentes causa la pobreza extrema que origina la emigración masiva hacia las ciudades", añadió.
Esas plantaciones forestales en la sierra y la costa "no sustituirán la producción agropecuaria, pero pueden ayudar a preservar la tierra y mejorar la disposición de agua", explicó.
"Cuando se habla de reforestación en Perú, se suele pensar sólo en los extensos bosques tropicales, pero los más importantes y fructíferos esfuerzos forestales se están llevando a cabo en las serranías andinas", comentó por su parte la ingeniera forestal Ana Serquén.
En las selvas amazónicas la acción forestal consiste en detener la depredación que realizan los colonos, que queman bosques para abrir tierras agrícolas, y en obligar a las empresas madereras a renovar los arboles que talan, una importante acción de defensa del medio ambiente sin duda, estimó.
"Pero en los valles andinos, además de proteger el medio ambiente, la forestación y reforestación inciden directamente en la mejora de la calidad de vida de extensas comunidades sociales amenazadas por el empobrecimiento de su principal recurso, la tierra", destacó.
Para Serquén, la programación forestal en la sierra debió adaptarse a la preferencia predominante entre los campesinos, que prefieren una especie foránea, el eucalipto, a pesar de que es menos adecuada para la zona que otras especies nativas y se caracteriza por una excesiva avidez de agua.
Por otro lado, fue necesario corregir la orientación asistencialista y casi paisajista que predominaba en los programas forestales en la sierra y costa peruana en la década del 70.
En esa época, el Ministerio de Agricultura utilizaba la ayuda internacional para pagar a los campesinos que participaban en la siembra de arboles con alimentos y dinero.
El resultado de esa concepción de trabajo forestal fue negativo, porque las comunidades campesinas no se identificaban con los pequeños bosques sembrados en las laderas de sus tierras, los consideraban de propiedad del gobierno y abandonaban su cuidado si se dejaba de pagarles.
Ahora, el Proyecto Nacional de Manejo de Cuencas Hidrográficas y Conservación de Suelos (Pronamachs) del Ministerio de Agricultura busca la participación campesina, no sólo en la ejecución y aprovechamiento directo de los beneficios sino también en el nivel de decisión de los programas forestales.
Se mantiene el objetivo de diseñar la forestación para preservar la estabilidad de los suelos y favorecer la regulación de aguas pero las plantaciones se deciden en base a sus posibilidades comerciales y empresariales.
Desde 1993, año en el que se produjeron 32 millones de plantones de árboles para reforestar 7.000 hectáreas, se impulsa un manejo racional y sostenido de los recursos maderables por las propias comunidades campesinas.
En las comunidades que tienen terrenos comunales se promueve la creación de empresas destinadas a operar los bosques surgidos de los programas forestales.
"La madera de eucalipto es muy apreciada para la construcción de vigas en las casas campesinas, pero tiene pocos otros usos posibles y su único gran mercado es la minería", comentó Martín Alcalde, director técnico de Desarrollo Forestal del Pronamachs.
Po resa razón, el Ministerio de Agricultura promueve la suscripción de convenios entre las comunidades campesinas participantes y algunas empresas mineras para la venta de madera de eucalipto, explicó.
Alcalde añadió que en las zonas en donde las comunidades aceptaron sembrar especies maderables de mejor calidad se promueve la gestación de empresas artesanales y pre industriales manejadas por los propios campesinos. (FIN/IPS/al/dg/en/99