El general paraguayo Lino Oviedo, que en 1998 llevó al gobierno a Raúl Cubas, mientras él se reservaba el poder, comenzó hoy formalmente su exilio en Argentina, tras perder en menos de una semana la influencia política que había ganado en 10 años.
Una versión nunca confirmada aseguró que Oviedo llevaba un revólver en una mano y una granada en la otra cuando el 3 de febrero de 1989 detuvo al general Alfredo Stroessner, un dictador que desde 1954 mantenía a Paraguay en aislamiento y a la oposición en la cárcel o el destierro.
Con el revólver se proponía disuadir toda resistencia, y con la granada, morir junto con Stroessner si no podía proceder a la detención. El dictador marchó al exilio en Brasilia, y el general Andrés Rodríguez, consuegro de Stroessner, se hizo cargo del gobierno.
Rodríguez logró la legitimación electoral en mayo, tres meses después del golpe, y Oviedo, ascendido de coronel a general, obtuvo el mando de la División I del Ejército, la unidad militar más fuerte.
Oviedo comenzó tres años después a utilizar el poder que le confería su estratégica posición. Lo hizo en ocasión de las elecciones internas del Partido Colorado, para impedir que Luis María Argaña ganara la candidatura a la presidencia.
El recuento de votos de los comicios internos del partido que gobernaba el país desde 1947 y aún hoy sigue en el poder fue anulado, entre versiones de conspiración golpista de Oviedo y la pública presión de la embajada de Estados Unidos a favor del orden constitucional.
Reanudado el escrutinio, Agaña perdió su ventaja inicial y el vencedor fue Juan Carlos Wasmosy, un empresario enriquecido con contratos del Estado para la construcción de la central hidroeléctrica argentino-paraguaya de Yaciretá, obra calificada por el presidente argentino Carlos Menem de "monumento a la corrupción".
Wasmosy ganó las elecciones presidenciales de mayo de 1993, pero la fractura del Partido Colorado sólo iba a ampliarse. El partido se dividió entre los grupos de Argaña, Oviedo y Wasmosy, tres dirigentes que por distintos caminos habían forjado su carrera política bajo la dictadura de Stroessner.
Oviedo, que controlaba el poder militar, fue designado comandante en jefe del Ejército, y en abril de 1996 se negó a acatar la orden de Wasmosy de pasar a situación de retiro.
La reacción de Argentina, Brasil y Uruguay, los tres socios de Paraguay en el Mercado Común del Sur (Mercosur), diluyó la amenaza de golpe militar, que había llevado a Wasmosy a pasar una noche en la embajada de Estados Unidos.
Dos meses después, el 25 de junio, los presidentes del Mercosur firmaron la llamada cláusula democrática, que excluye del bloque a los países en que se interrumpa el proceso constitucional.
Se trata de "un instrumento disuasivo de aventuras golpistas", comentó el vicecanciller chileno Mariano Fernández. Bolivia y Chile, socios externos del Mercosur, adhirieron a la clásula democrática en un segundo protocolo.
El poder político de Oviedo se hizo evidente en septiembre de 1997, cuando ganó las elecciones primarias del Partido Colorado y se convirtió en candidato a la presidencia.
Wasmosy vio entonces que ante él crecía la figura de su enemigo, ya cerca de convertirse en supremo rector de Paraguay, una suerte de heredero tardío del legendario dictador Gaspar Rodríguez de Francia, que desde 1814 hasta su muerte en 1840 ejerció un poder absoluto y aisló al país del resto del mundo.
El presidente intentó en vano cortar el paso a Oviedo. Un tribunal militar extraordinario condenó al general retirado a 10 años de cárcel por tentativa de sedición en abril de 1996 y lo dio de baja del Ejército.
Pero era tarde. Inhabilitado Oviedo por la sentencia del tribunal militar a participar de las elecciones, el candidato fue Cubas, originalmente segundo en la fórmula colorada, y Argaña pactó con la corriente 'oviedista' para presentarse como aspirante a la vicepresidencia.
Cubas y Argaña derrotaron con 54 por ciento de los votos a la oposición liberal-socialdemócrata, que se había unido para combatir el 'oviedismo'. Fue la victoria más amplia del Partido Colorado desde el derrocamiento de Stroessner.
El nuevo presidente se instaló el 15 de agosto en el Palacio de los López, sede del Poder Ejecutivo paraguayo, y el 18 conmutó por decreto la pena de Oviedo a tres meses de arresto que éste ya había cumplido sobradamente.
La Corte Suprema de Justicia dictaminó en diciembre último la nulidad del decreto y ordenó el regreso de Oviedo a la cárcel. Cubas desconoció ese fallo y estalló la crisis institucional culminada el domingo con la renuncia del presidente.
"En unos días más va a correr mucha sangre en este país", advirtió a Cubas un partidario de Argaña, Alberto Icho Planás, poco después del asesinato del vicepresidente.
Argaña fue muerto el martes en las calles de Asunción, cuando la posibilidad del juicio político a Cubas lo ponía cerca de la presidencia, el objetivo que persiguió toda su vida.
Presidente de la Corte Suprema de Justicia entre 1984 y 1988, Argaña se adaptó rápidamente al nuevo escenario creado por la caída de Stroessner.
Fue canciller en el gobierno de Rodríguez y abandonó ese puesto para tomar el control del Partido Colorado, una organización tentacular que antes de la reforma constitucional de 1992 englobaba no sólo a los gobernantes, sino también a los empleados públicos y a los militares.
La advertencia de Icho Planás se materializó entre la noche del viernes y la madrugada del sábado, cuando pistoleros presumiblemente 'oviedistas' mataron a cuatro integrantes de la manifestación de Jóvenes por la Democracia que exigía la dimisión de Cubas.
Este lunes murió un quinto activista alcanzado por las balas en la Plaza del Congreso, hay otro en estado vegetativo y los heridos en esa noche trágica fueron más de cien en total.
"Apresalo a este señor (Oviedo) o esta noche él te va a derrocar a vos. Y te va a colgar de la plaza pública. Y si no te cuelga él, te colgará el pueblo paraguayo en la plaza pública junto con tu nieto, tu hijo, tu abuela, tu perro y Oviedo", dijo Icho Planás a Cubas.
El presidente dispuso entonces el viernes la reclusión de Oviedo en el regimiento Guardia Presidencial, aunque el general retirado apareció junto al enrejado de ese cuartel para asegurar que no estaba detenido, sino que había concurrido al lugar sólo para aclarar su situación ante la justicia militar.
Finalmente, el acosado Cubas, que aguardaba para este lunes o el martes un resultado desfavorable del juicio político que le seguía el Senado desde el viernes, anunció el domingo su renuncia a la presidencia.
Su sucesor, el presidente del Senado, Luis González Macchi, afirmó que en su primer decreto ordenaría el "cúmplase" del fallo de la Corte Suprema de Justicia que dispuso la prisión de Oviedo.
Pero éste ya estaba en la localidad argentina de San Fernando, 30 kilómetros al norte de Buenos Aires, donde llegó el domingo de noche en vuelo privado y con pasaporte falso a pedir asilo político a su amigo, el presidente Carlos Menem,
El procurador general de Paraguay, Jorge Vasconcelos, se manifestó confiado en que la amistad de Oviedo con Menem, quien se encontraba de visita oficial en Italia, no frustraría la extradición.
Sin embargo, el gobierno argentino resolvió conceder el asilo solicitado. El diputado colorado Angel Barchini, que estaba en Buenos Aires para gestionar la extradición, declaró este lunes que el asilo político "es un premio a la delincuencia, al crimen y a la impunidad".
"Que quede claro que aquí no hubo ningún pacto, no hubo ningún acuerdo, no se negoció con la justicia paraguaya", dijo Barchini, para ahuyentar sospechas.
Con su decisión, el gobierno de Argentina "da impunidad a un asesino", agregó.
El senador Francisco José de Vargas, del Partido Liberal Radical Auténtico, calificó a Oviedo de "bárbaro, asesino, que no merece tener tal status (de asilado político)", y anunció que el Congreso podría pronunciarse sobre el caso.
Varios parlamentarios emplearon en Asunción calificativos tan o más fuertes que los de Vargas y Barchini para referirse a Oviedo. Mientras, el aspirante a heredero del dictador Francia ya está en libertad, aunque lejos del poder. (FIN/IPS/ff/ip/99