El escrutinio de las primeras elecciones municipales libres celebradas en Irán da una victoria abrumadora a los candidatos moderados, lo que refuerza el intento del presidente Mohamed Jatami por ampliar el marco de la democracia.
Los reformistas encabezan las listas de concejales electos para las 15 bancas del municipio de Teherán y en la mayoría de las ciudades.
El resultado de las elecciones locales, las primeras desde la revolución islámica de 1979, dio un sólido apoyo a las gestiones de Jatami por mitigar las restricciones sociales, culturales y políticas impuestas por los partidarios de la línea dura en el gobierno iraní.
Los comicios del viernes tuvieron otra faceta singular. Los candidatos a la presidencia, el parlamento o la Asamblea de Expertos (que elige al Supremo Líder) son autorizados por el poderoso Consejo de Guardianes (de la Constitución).
Pero la autorización de los candidatos a concejales se realiza por un organismo menor, el Consejo Supervisor Electoral, designado por el Parlamento.
En consecuencia, hubo un drástico incremento en el número de candidatos, sobre todo en las grandes ciudades. En Teherán, por ejemplo, hubo 1.400 candidatos para las 15 bancas del Concejo Islámico local.
En total hubo 330.000 candidatos, incluso 5.000 mujeres, para las 200.000 bancas de los gobiernos de las ciudades, pueblos y aldeas iraníes. Casi de un día para el otro, los comicios crearon un vasto cuerpo de políticos con variados orígenes y puntos de vista.
Entre ellos se encontraban religiosos, severos ideólogos islámicos, profesionales educados en Occidente y antiguos aristócratas.
En la campaña electoral los candidatos celebraron manifestaciones y llenaron las paredes de las ciudades y los automóviles con carteles y panfletos.
Los aspirantes publicaron diversos manifiestos, y debatieron temas como la contaminación, las relaciones entre hombres y mujeres, y la libertad. Los medios de comunicación brindaron una amplia cobertura a la campaña, lo que aumentó el interés popular.
Más de 24 millones de los casi 40 millones de iraníes mayores de 15 años habilitados para votar, o sea 63 por ciento, lo hicieron. La participación fue más alta que en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, donde el promedio es de 50 por ciento.
"Las elecciones son el mayor símbolo de participación y reforma política ya que aseguran que el pueblo conozca sus derechos para formar su destino. También son un paso gigantesco hacia la descentralización, que es una meta del nuevo gobierno", declaró Jatami, luego de votar en Teherán.
El gobierno de Jatami llegó al poder en agosto de 1997 luego de ganar por abrumadora mayoría en las elecciones presidenciales.
Jatami sucedió al gobierno de Alí Akbar Hashemi Rafsanjani, quien fue electo dos veces para el período presidencial de cuatro años, comenzando en 1989, poco después de la muerte del fundador de la república islámica, ayatola Ruhollah Jomeini.
Pero, aunque se lo considera un moderado, Rafsanjani no implementó de inmediato la Ley del Concejo Islámico que el Parlamento aprobara tres años antes.
El presidente se concentró en la tarea urgente de liberalizar la economía que, debido a los ocho años de guerra con Iraq en los años 80, se había centralizado, con un enorme e ineficiente sector público.
Una de las promesas que Jatami había hecho durante la campaña electoral fue que ayudaría a crear una "sociedad civil" en Irán, de acuerdo con la Constitución de 1979.
La constitución estipula la creación de concejos a distintos niveles.
"Toda zona rural, condado, poblado y provincia elegirá miembros de los Concejos para la aldea, condado, poblado o provincia", señala el artículo 100 de la Constitución.
El parlamento luego amplió esta norma constitucional y la convirtió en la Ley del Concejo Islámico. Pero la legislación no se aplicó durante muchos años, hasta que Jatami la implementó.
"Jatami tiene su mano firmemente sobre el pulso de la nación. La gente quiere tener una mente mucho más abierta y democrática, y Jatami refleja ese sentir", opinó Hooshang Amirahmadi, presidente de la organización no gubernamental Consejo Estadounidense-Iraní.
No hay contradicción entre eso y la constitución iraní, que establece que el poder emana del pueblo.
La democracia occidental se inspira en las prácticas de las antiguas ciudad-estados griegas, mientras la democracia islámica iraní se inspira en el Corán, el libro sagrado de la religión musulmana. No obstante, existen importantes paralelos entre los modelos democráticos occidental e islámico.
La constitución iraní estipula la separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial del Estado.
La norma fundamental iraní difiere de las occidentales en la figura del Supremo Líder, quien es el árbitro final del poder y es electo por la Asamblea de Expertos, órgano electo popularmente integrado por religiosos.
Laicos pueden acceder a la presidencia o al Parlamento, pero no a la Asamblea de Expertos. Esta característica justifica el adjetivo "islámica" en el título oficial del país, República Islámica de Irán, y la separa de las repúblicas seglares.
Desde la revolución en 1979, hubo 18 referendos y elecciones legislativas, presidenciales y para la Asamblea de Expertos. Incluso durante la guerra con Iraq entre 1980 y 1988, los comicios se celebraron oportunamente.
Aunque durante la mayor parte de las últimas dos décadas no hubo partidos políticos reconocidos en Irán, los votantes siempre tuvieron múltiples opciones en las elecciones.
La falta de partidos organizados es otra característica que distingue a la democracia islámica iraní de las occidentales, pero la ausencia de partidos no significa ausencia de diferencias sobre propuestas sociales, políticas o económicas.
Las diferencias existen y se catalogan entre aquellos de línea dura o conservadores y los moderados o reformistas. En la última contienda presidencial, Jatami, un clérigo reformista, se opuso a Alí Akbar Nateq-Nouri, un conservador apoyado por el sector religioso.
En los comicios del viernes tampoco hubo partidos reconocidos, pero en las grandes ciudades, políticos con opiniones similares se reunieron en listas comunes con eslóganes llamativos.
Por ejemplo, en Teherán, el reformista Abdulá Nouri, ex ministro del Interior y aliado de Jatami, encabezó una lista de candidatos con el título "Islam del amor".
En el otro extremo, un grupo de conservadores defendía el eslógan "Islam y aire limpio", conscientes de la contaminación que afecta a la capital.
Amirahmadi señaló, no obstante, que en ciudades como Teherán e Isfahan, la "gente votó por personalidades, caras que conocen y quieren como personas, y no por representantes de una ideología o política determinada". (FIN/IPS/tra-en/dh/mk/aq/ip/99