Una comisión laboral creada como parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) todavía lucha por definir su propósito, después de cinco años de su creación, pero uno de sus ex funcionarios es optimista respecto de sus avances.
Lance Compa, ex director de la investigación económica y de derecho laboral de la Comisión Laboral del TLC con sede en Dallas, admitió que cuando el organismo de supervisión laboral fue creado en 1994 "se lo criticó duramente porque se decía que no llegaría a nada".
Cinco años después, "veo el vaso medio lleno", dijo.
Compa afirmó que el sistema de supervisión laboral establecido en un acuerdo paralelo al TLC, que incluye a los 12 miembros de la Comisión, oficinas nacionales para quejas laborales y reuniones de los tres ministerios de trabajo nacionales, ayudó a enfatizar los derechos laborales en los tres países.
El Tratado de Cooperación Laboral de América del Norte, el "acuerdo paralelo" del TLC que ayudó a asegurar el apoyo político para el acuerdo de libre comercio, "fue criticado por no tener efectividad", dijo Compa, actualmente profesor en Facultad de Relaciones Laborales e Industriales de la Universidad de Cornwell.
Pero ahora los organismos laborales ayudaron a impulsar la idea de la existencia de "alguna clase de estándares con los que se debe cumplir", comentó.
"Yo creo que tuvo éxito, pero ha sido marginal", dijo Pharis Harvey, director ejecutivo del Fondo Internacional de Derechos Laborales, de la Comisión Laboral del TLC. "Son un pequeño dedo tratando de tapar un gran agujero en un dique inmenso".
La Comisión incluye Oficinas Administrativas Nacionales en los tres estados miembros del TLC, Canadá, México y Estados Unidos, que fueron útiles para realizar demandas a compañías que no respetan las leyes laborales nacionales de su país, dijo Compa.
En un caso llevado ante las Oficinas Administrativas Nacionales, el gobierno mexicano y compañías como Zenith, Motorola y General Motors fueron instados a adoptar prácticas diseñadas para terminar con la supuesta discriminación a las trabajadoras embarazadas en México.
La participación de esas oficinas siguió a un informe de Human Rights Watch según el cual las mujeres que trabajaban en la zona de ensamblaje ("maquiladora") eran obligadas a hacerse pruebas de embarazo y, si éstas tenían resultado positivo, no eran contratadas o se les daban empleos menos deseables.
Según Compa, la Comisión Laboral del TLC alentó a Human Rights Watch a presentar una demanda, que llevó a una audiencia de los cargos en San Antonio, Texas, y eventualmente a una reunión de los ministerios de trabajo de Canadá, México y Estados Unidos.
La demanda "condujo a un compromiso del gobierno mexicano a estar más abierto a tratar con grupos del área fronteriza entre Estados Unidos y México", agregó Harvey.
"Desde ese momento, los grupos de mujeres en el área de la frontera comenzaron a ver que pueden llevar este asunto más lejos. Tuvo un efecto alentador, aunque no necesariamente remedió la situación", agregó.
En general, ese fue el éxito limitado de los organismos laterales del TLC, dijo Harvey.
"La realización de demandas tuvo el efecto de llamar la atención sobre las prácticas laborales en los tres países, pero hace más por resaltar los problemas que por resolverlos. Es un experimento en la dirección correcta, pero no va muy lejos en esa dirección", declaró.
De todos modos, señaló Compa, las demandas aumentaron la presión sobre las compañías para que cumplan con los estándares laborales más de lo que esperaban cuando el acuerdo de libre comercio fue aprobado en 1993.
En ese entonces, los trabajadores organizados descartaron el acuerdo laboral lateral por considerarlo una débil medida del presidente estadounidense Bill Clinton para ganar apoyo para el TLC dentro de su Partido Demócrata.
Los temores iniciales de que cualquier mecanismo de supervisión laboral se centraría en México y sería percibido como una "operación de ataque" a ese país aumentaron al ver que un 90 por ciento de las primeras demandas presentadas ante las Oficinas Administrativas Nacionales estaban dirigidas contra compañías mexicanas.
Pero algunas demandas recientes contra empresas estadounidenses, e inclusive unas pocas contra el gobierno de Canadá, como la presentada contra una sucursal de McDondald's en Quebec, disminuyeron esa preocupación, agregó.
Sin embargo, todavía persisten inquietudes respecto de si los organismos laborales del TLC podrán ser tan eficaces al cambiar los gobiernos que los crearon (el de Clinton, el del primer ministro canadiense Jean Chretien y el del presidente mexicano Ernesto Zedillo).
La Comisión Laboral del TLC, destacó Compa, "tomó forma porque Clinton ganó" las elecciones de 1992 e insistió en buenas medidas laborales que acompañaran la aprobación del TLC.
"Si tuviéramos una administración más recalcitrante no llegaríamos muy lejos con estos organismos", dijo Harvey. Si los gobiernos no cooperan, el éxito de los organismos laborales "para diseñar un lugar de intervención entre el público y el gobierno" respecto de temas laborales no se mantendrá.
A pesar de eso, Harvey duda que los organismos laborales hayan hecho mucho para evitar que el TLC debilitara a los trabajadores organizados.
Observó que las compañías estadounidenses aumentaron sus amenazas de reubicar fábricas fuera del como respuesta a las exigencias de mejores condiciones de trabajo, y dijo que "el TLC fue negativo con respecto a los derechos laborales".
Tampoco los funcionarios laborales piensan que el panorama cambiará dramáticamente mientras el gobierno estadounidense presione por aranceles más bajos y libre comercio en zonas cada vez más grandes, inclusive el proyectado Acuerdo de Libre Comercio de las Américas.
"El consenso de Washington fue que las democracias, las sociedades civiles y los sindicatos no son tan importantes mientras se tengan buenas tasas de crecimiento", dijo Thea Lee, subdirectora de política pública de la Federación Estadounidense del Trabajo-Congreso de Organizaciones Industriales.
Sin embargo, los problemas económicos globales, inclusive la crisis financiera asiática, disminuyeron el impulso de los acuerdos de libre comercio del estilo del TLC, agregó. "Ese impulso cayó, y es bueno que lo haya hecho", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/fah/at-dg/if/99