/REPETICION/PERU: Un sistema de salud a dos velocidades

"El que puede que pague", parece ser el nuevo lema de los servicios de salud de Perú, un país en que el acceso a la medicina amenaza convertirse en utopía para los más pobres.

De acuerdo con la nueva orientación del sector, los hospitales deben funcionar como empresas y financiar el porcentaje de servicios que no cubre el tesoro público, que en algunos casos supera 50 por ciento de los gastos totales.

En la práctica, eso significa el fin de la atención gratuita, ya que a partir de este año todos los servicios que brindan los hospitales públicos -ahora llamados "clínicas populares"- se cobran, incluido el uso de los servicios higiénicos.

"Tal vez para ellos cinco soles (1,45 dólares) no sea nada, pero para mí significa dejar sin un plato de comida a mis hijos", dijo Esperanza Ventocilla, una humilde mujer que hizo cola durante tres horas en el hospital de Collique, al norte de Lima, pero no pudo atenderse por carecer de esa cantidad.

Ventocilla tenía una bronquitis aguda que le impedía respirar normalmente y fiebre.

"Quería que me viera el médico para que no empeorara, pero como no tengo plata para atenderme me compraré alguna hierba en el mercado", aseguró.

Sin saberlo, esta madre de cinco hijos dio la razón a la Región III (Lima y Callao) del Colegio Médico de Perú, según el cual en lo que va del año 37 por ciento de pacientes de escasos recursos se han desplazado hacia la medicina informal o han eliminado la posibilidad de atender sus dolencias.

En el hospital de Collique, por ejemplo, a pesar de la gran afluencia de público, se reconoce extraoficialmente que la atención ha descendido por lo menos 40 por ciento.

"Antes atendíamos alrededor de mil pacientes por día, actualmente atendemos entre 500 a 700", reconoció una enfermera del servicio de admisión.

En ese centro, la consulta cuesta cinco soles y sólo se distribuyen 500 tickets en el turno matutino, entre las 6 y las 8 de la mañana. Los que no alcanzan pueden volver por la tarde, pero entonces la consulta cuesta siete soles (poco más de dos dólares).

Un día de hospitalización vale algo más de tres dólares y las medicinas oscilan entre 1,50 y seis dólares.

Según cifras oficiales, unos 12 millones de peruanos, 52 por ciento de la población del país, son pobres.

Mientras en Lima existe un médico para cada 800 habitantes, en algunas provincias la relación es de sólo uno cada 12.000.

Las tarifas varían en cada hospital, al igual que los problemas, ya que en muchos los equipos e instrumentales son obsoletos e impiden una atención de calidad y en otros simplemente no existen.

Pero en todos ellos las consultas médicas no exceden los diez minutos, tiempo limitado que no permite un examen a fondo del paciente y que incluso contraviene las normas de atención internacionalmente vigentes.

El director de uno de los principales hospitales de Lima salió al frente de las críticas declarando a la prensa que "la demanda exige atención rápida".

En teoría, se estima que sólo 20 por ciento de los pacientes que acuden a los hospitales públicos del país tienen derecho a ser admitidos gratuitamente, para lo cual deben probar que son indigentes, condición que tiene que ser certificada por el servicio social del nosocomio.

Pero aun la indigencia tiene categorías. Los "menos indigentes" se hacen acreedores a un "descuento", aunque deben pagar ciertos servicios, como rayos X u operaciones, dependiendo del tipo de atención que requieran.

"Se supone que la población de escasos recursos era nuestra razón de ser", se lamentó el presidente de la Federación Médica de Perú, Isaías Peñaloza.

"Ahora nos sentimos impotentes y frustrados como médicos cuando vemos que el paciente se da media vuelta y se va simplemente porque todo el dinero que tenía lo invirtió en consulta y ya no le alcanza para medicamentos", expresó.

Algunos hospitales tratan de ser "creativos", y, para no cargar todos los costos sobre los pacientes, recurren a convenios con universidades u organismos no gubernamentales que financien indirectamente algunos de sus servicios.

La empresa privada aún se muestra reticente a participar en un "negocio" que no promete mayores dividendos.

"La solución no es volver a la gratuidad absoluta y populista, pero la política asistencial debe ser consecuente con el porcentaje de personas pobres del país, tratando de explotar mejor los convenios con organismos privados", dijo Manuel Montejo, presidente del Consejo Regional III del Colegio Médico.

La situación laboral del personal de salud tampoco es mejor. De los 15.000 médicos que trabajan en Perú, 9.000 tienen un empleo estable por el que reciben un promedio de 530 dólares al mes, mientras los contratados (precarios) ganan alrededor de 350.

Las posibilidades de incrementar sus honorarios son limitadas. Una guardia nocturna para los médicos equivale a poco más de tres dólares y unos 30 centavos de dólar para enfermeros y enfermeras. Este sector de trabajadores gana en promedio 200 dólares.

"Apenas termina mi guardia salgo corriendo a velar enfermos, así puedo equilibrar mi presupuesto", dijo la enfermera Imelda Castro.

"En una sola noche puedo ganar 120 soles (unos 35 dólares) cuidando enfermos. Si la noche ha sido pesada al día siguiente me muero de sueño, pero no tengo alternativa. Cuando no hay pacientes sufro porque sé que voy a llegar a fin de mes con deudas", agregó.

Los testimonios de ese tipo abundan y no plantean sólo historias de sobrevivencia, sino también problemas éticos.

En 1998, los médicos del hospital María Auxiliadora, al sur de Lima, hicieron una "huelga blanca", negándose a operar hasta que las autoridades repararan los equipos de resucitación y primeros auxilios. La medida fue exitosa, pero dejó en claro el estado del sistema de salud en el país. (FIN/IPS/zp/dg/he-pr/99

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