El gobierno de Estados Unidos se apresuró a asegurar que no tuvo intervención alguna en la captura y traslado del líder kurdo Abdullah Ocalan de Kenia a Turquía el lunes.
Sin embargo, los portavoces de Washington no ocultaron su "satisfacción" por la captura de Ocalan y dejaron sin aclarar las versiones sobre el supuesto apoyo que sus servicios de inteligencia pudieron haber brindado a Turquía, que anunció el martes que Ocalan estaba bajo custodia en Ankara.
La noticia provocó manifestaciones colectivas en toda Europa, dirigidas en especial contra Grecia, cuya embajada en Kenia fue el último paradero de Ocalan conocido antes de desaparecer y ser capturado por agentes turcos cuando se dirigía al aeropuerto Jommo Kenyatta, en Nairobi.
"Estados Unidos no capturó ni trasladó a Ocalan a Turquía. En otras palabras, ningún funcionario de Estados Unidos participó en ninguna de esas dos acciones que acabo de mencionar", declaró James Foley, portavoz del Departamento de Estado (cancillería).
"En opinión de Estados Unidos, los secuestros y otras agresiones perpetradas contra las embajadas griegas en Europa por parte de los manifestantes kurdos son completamente inaceptables, y deberían terminarse de inmediato", agregó Foley.
Foley y el portavoz de la Casa Blanca, Joe Lockhart, cuidaron sus palabras y se negaron a responder preguntas sobre una posible intervención de los servicios de inteligencia de Estados Unidos en la captura de Ocalan.
Washington prestó sólido apoyo diplomático a Turquía para capturar al líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) en los meses precedentes al anuncio del martes.
Ocalan debió marcharse el otoño (boreal) pasado de su bastión en Siria, pues ese país recibió mucha presión de Turquía. De allí se dirigió a Rusia, y luego a Roma.
Tras su arresto en noviembre en Roma, Estados Unidos pidió a Italia que lo enviara a Turquía a pesar de que las leyes de la nación europea prohíben la extradición de acusados de delitos que se castiguen con la muerte en el país de destino.
"Creemos que debería ser extraditado y llevado ante la justicia, y esperamos que se encuentre el modo de hacerlo. No tenemos dudas de que es un terrorista y, por lo tanto, no debería recibir ninguna protección", declaró entonces el portavoz del Departamento de Estado, James Rubin.
Washington mantuvo esa postura desde entonces y presionó a Grecia, Holanda, Kenia y Suiza para que negaran asilo al líder kurdo cuando éste se marchó de Italia en enero, señalaron fuentes oficiales a IPS.
El empeño de Washington sorprendió a la mayoría de los observadores. Estados Unidos es un gran aliado de Turquía, pero había exhortado antes a ese país a solucionar su problema con los kurdos por la vía política.
Foley recordó esa postura el martes, al insistir que el arresto de Ocalan significa una "oportunidad para multiplicar los esfuerzos de reconciliación".
Es posible que los pedidos de Washington a Ankara no sean escuchados. Mientras, Estados Unidos mantiene su fuerte apoyo militar a Turquía, que parece ahora más segura que nunca de poder aplastar a los insurgentes kurdos, después de 15 años de guerra civil.
Ocalan, que lucha por una patria independiente para los kurdos, conduce desde 1978 una guerra de guerrillas contra Turquía y encabeza la lista de los "terroristas" más buscados por las autoridades turcas. Se calcula que el conflicto causó la muerte de unas 30.000 personas.
Entre 20 y 25 millones de kurdos están diseminados por Turquía, Siria, Irán e Iraq. Doce millones se encuentran en el sudeste de Turquía, una región de extremada pobreza fronteriza con Iraq. Se trata de la mayor minoría del mundo que carece de estado propio.
El apoyo militar de Estados Unidos a Turquía creció con rapidez desde el fin de la guerra fría, en especial desde la guerra del Golfo (1991), cuando aviones de espionaje y bombarderos despegaron de la base Incirlik Air hacia Iraq.
Aviones estadounidenses y británicos que controlan la zona de exclusión aérea establecida después de la guerra para proteger a la población kurda del norte de Iraq, siguen usando esa base.
Además, Turquía es importante para los planes de Estados Unidos en Asia central, una región rica en petróleo y gas natural.
Washington presiona a los nuevos estados de la zona, surgidos tras la disolución de la Unión Soviética, y a las petroleras multinacionales para construir oleoductos y gasoductos desde el Mar Caspio hasta Ceyhan, puerto turco sobre el mar Mediterráneo, y eviten las rutas que atraviesan Rusia e Irán.
Estados Unidos también impulsó una alianza creciente entre Turquía e Israel, que también puede haber brindado servicios de inteligencia para la captura de Ocalan, según algunas fuentes.
Esa alianza enfureció a los países árabes de Medio Oriente, e influyó en la decisión de Siria, que protegía a Ocalan y al PKK desde 1980, de obligarlo a abandonar el país.
La participación de Estados Unidos e Israel en la complicada operación de inteligencia que posibilitó la captura de Ocalan en Kenia fue mucho más significativa que la de Turquía, según fuentes cercanas al gobierno.
Washington prestó fuerte apoyo a los militares turcos en los momentos críticos de los últimos años, a pesar de tener cierta simpatía por las aspiraciones kurdas de obtener mayor autonomía en Turquía.
Washington apoyó una serie de incursiones turcas en el norte de Iraq a principios de 1995. Ankara justificó esos ataques, en los que intervinieron decenas de miles de soldados turcos, diciendo que el PKK utilizaba la región como base de sus operaciones en el sur de Turquía.
Además de apoyar esos ataques, Washington tampoco criticó la cantidad de arrestos a integrantes del Partido Democrático del Pueblo Kurdo cuando Ocalan llegó a Italia.
El fiscal general de Turquía inició el mes pasado acciones legales para proscribir al partido, lo cual tampoco suscitó reacciones fuertes de Estados Unidos.
El Departmento de Estado dictaminó en 1980 que el PKK es una organización terrorista.
En su informe sobre terrorismo internacional de 1997, anunció que el grupo tenía entre 10.000 y 15.000 milicianos efectivos y entre 60.000 y 75.000 colaboradores, y que en los últimos años pasó de organizar operaciones rurales contra blancos civiles y militares, al terrorismo urbano.
La estrecha relación de Washington con los militares de Turquía ha recibido críticas tanto en el Congreso como de organizaciones de derechos humanos.
El gobierno de Clinton anunció el año pasado, presionado por legisladores, activistas y por la propia oficina de derechos humanos del Departamento de Estado, que no vendería helicópteros de ataque a Turquía a menos que ese país cambiara su política de derechos humanos, sobre todo en relación a los kurdos.
Turquía no tomó aún una decisión final respecto del helicóptero, motivo de fuerte competencia entre el Super Cobra de Bell Textron, el Apache Longbow de Boeing, y el Tiburón Negro de Helicóperos Kamov, de fabricación ruso-israelí.
Si el Congreso restringe la venta de armas a Turquía, ese país adoptará a Israel como proveedor de armas. (FIN/IPS/tra- en/jl/mk/ceb/mj/ip/99