Los prejuicios raciales de los policías y los periodistas de Finlandia recrudecieron en la última década junto con la cantidad de extranjeros que residen en este país, alertaron activistas de derechos humanos.
Finlandia, con cinco millones de habitantes, es hoy el hogar de 84.000 personas de origen extranjero, la mayoría de los cuales ingresó en los últimos años. El repentino aumento, aunque pequeño en comparación con la inmigración del resto de los países de Europa, conmocionó el sistema social finlandés.
Entre las últimas oleadas de inmigrantes figuran 15.000 descendientes de finlandeses procedentes de Rusia. Las principales comunidades de refugiados y solicitantes de asilo son la somalí, con 5.500, y la iraquí, con 2.500.
El país también cuenta con una colectividad de gitanos de más de 10.000 personas.
Algunos medios de comunicación suelen destacar la raza en la información sobre delitos, en especial si involucran a negros o gitanos.
Los asistentes a un seminario sobre el asunto en Helsinki se preguntaron por qué la prensa finlandesa realizó una cobertura masiva de una pelea de pandillas de jóvenes somalíes en el centro de la capital, cuando un hecho similar que involucraba a blancos apenas se mencionó en los periódicos finlandeses.
El un seminario organizado por el Grupo de Trabajo Internacional de Medios de Comunicación contra el Racismo y la Xenofobia, y participaron policías, periodistas y personas que trabajan con minorías étnicas.
"Los medios tienen el deber de proporcionar un relato objetivo, pero como esto no siempre es así, debemos concietizar a los periodistas sobre el problema del racismo", dijo Bettina Peter, de la Federación Internacional de Periodistas.
Los violentos ataques de "skin heads" ("cabeza rapada", jóvenes blancos ultranacionalistas de derecha) a negros en los últimos años en las ciudades de Joensuu y Mikkeli concentraron la atención pública en el manejo policial de las relaciones comunitarias étnicas.
Elaina Hoisington, del Consejo de Relaciones Etnicas, afirmó que hay demasiados episodios de racismo que ocurren sin que la policía haga nada. "Algunos somalíes nunca pedirían protección a la policía porque creen que no la recibirían", agregó.
Los representantes de la policía en el seminario subrayaron que la fuerza se ha vuelto más sensible a los delitos que tienen un componente racial.
"Las mejores herramientas para luchar contra el racismo son la franqueza y la transparencia. Tradicionalmente la policía ha sido muy sensible, sin permitir la crítica interna", dijo el comisario Veli-Eino Nykaenen.
El oficial destacó que el entrenamiento policial debe cambiar en un período relativamente corto, y estimó que un cambio de actitudes insumiría tiempo. "Hace 10 años, el entrenamiento policial incluía formas de 'manejar' a los extranjeros y la idea era mantener el país 'limpio'. Esto ha cambiado", explicó.
El enfoque de Nykaenen sobre la cuestión de los inmigrantes contrastó con el de muchos de sus colegas, que se negaron a reconocer fallas en el trato de la policía con las minorías étnicas.
La periodista Susanna Niinivaara dijo que, en general, las acusaciones de racismo a las unidades policiales no tenían consecuencias.
"Afirman que la policía no es racista porque el racismo está prohibido en la fuerza policial, o que son los medios de comunicación los que alimentan esas ideas", agregó Niinivaara.
Erkki Ellonen, subdirector de la Escuela Policial de Tampere, dijo que a la fuerza le interesa promover la comprensión y la tolerancia, pues los conflictos sociales sólo dificultan su trabajo.
Ellonen agregó que el entrenamiento de los oficiales de policía se centra más en la formación ética, y no sólo en el espíritu de los principios éticos sino en su implementación práctica.
A su vez, Ellonen recalcó que comprender mejor cómo se ve la policía a sí misma era crucial para mejorar las relaciones comunitarias.
"Los oficiales de policía son sensibles con respecto al honor de la fuerza. Se toman su trabajo muy en serio y a veces de manera idealista", dijo.
"Los oficiales de policía piensan que su trabajo es único. Lo que lo hace único es el poder que tienen. Es ahí que surge el problema de la ética, y en ese sentido es parecido al periodismo", agregó Ellonen.
El policía Claus Hindren y su compañero Pertti Kuusinen se empeñaron en mostrar el lado positivo de la actividad policial comunitaria en Helsinki.
Los oficiales hacen rondas y trabajan con jóvenes de minorías étnicas, explicaron. Hindren y Kuusinen demostrando en el seminario que conocían los saludos somalíes y mostraron fotos de policías jugando al basketball con niños extranjeros.
"Es importante que la gente de otras culturas se una a la fuerza policial", dijo Hindren. A su juicio, las minorías étnicas desconfiaban de la policía debido a malas experiencias en sus países natales.
"Eso es verdad, pero esta falta de confianza con frecuencia también se basa en experiencias aquí en Finlandia"", dijo Hoisington.
Durante el seminario se discutió si el culpable de la situación era policía, los medios de comunicación o el propio público.
"Hay dos versiones para cada historia, y eso es algo que debemos entender", dijo Ellonen.
"No, no hay dos versiones. Hay tres: la suya, la mía y los hechos", respondió Alex Pascall, que dirige la sección de integrantes negros del Sindicato Nacional de Periodistas de Gran Bretaña. (FIN/IPS/tra-en/mw/mk/at-mj/hd cr pr/99