EEUU: Congreso retoma proyecto de ley de comercio con Africa

El Congreso de Estados Unidos retomó con bríos un proyecto de ley para promover el comercio y las inversiones en Africa que en 1998 fuera rechazado por el Senado, víctima de los intereses del sector textil.

Un subcomité clave de la Cámara de Representantes aprobó por unanimidad el miércoles la última versión de la Ley para el Crecimiento y las Oportunidades en Africa (AGOA).

Los propulsores del proyecto esperan que la Cámara de Representantes en su totalidad, que aprobó el proyecto por amplio margen en marzo, le dé el visto bueno el día 23. De allí iría al Senado, el mismo ámbito donde quedó empantanado el año pasado.

Los congresistas que trabajaron en el proyecto creen que este año tienen mejores probabilidades de prevalecer sobre los intereses textiles del Senado.

"Hay mucha más gente involucrada en esto ahora", expresó Mike Williams, uno de los estrategas principales de la norma. Ese apoyo se manifestó en el Congreso.

El secretario (ministro) de Comercio, William Daley, pidió la pronta aprobación del proyecto, junto con las grandes compañías, los embajadores de Mauricio, Senegal y Uganda, el ex embajador estadounidense ante la Organización de las Naciones Unidas Andrew Young, y el ex candidato republicano a vicepresidente, Jack Kemp.

Entre los opositores al mismo se encuentran el congresista Jesse Jackson (hijo), quien presentó su propia Ley para la Esperanza de Africa, y los representantes de los intereses textiles, quienes desempeñaron un papel clave a la hora de detener la aprobación del proyecto en el Senado el año pasado.

La ley, a la que se oponen grupos sindicales y organizaciones no gubernamentales (ONG), apunta a fomentar los intereses comerciales estadounidenses en Africa subsahariana, una región que fue colonia de antiguas potencias.

Los vínculos económicos entre Washington y el continente siempre fueron mínimos.

Las exportaciones a la región representan apenas alrededor de uno por ciento del total de las ventas de Estados Unidos, y las importaciones africanas en este país, principalmente petróleo de Angola y Nigeria, representan sólo dos por ciento del total de las compras.

Al mismo tiempo, las inversiones estadounidenses en Africa, mayormente en Nigeria y Sudáfrica, son menos de uno por ciento del total de las inversiones de este país en el exterior.

Entre otras disposiciones, el proyecto de ley incrementaría sustancialmente el número de productos de fabricación africana que podrían ingresar al mercado estadounidense libres de impuestos.

También autoriza a la Corporación de Inversiones Privadas en el Extranjero a otorgar 650 millones de dólares en garantías y créditos de inversión para las compañías estadounidenses que tengan actividades comerciales con Africa, especialmente en proyectos de infraestructura.

A ello debe sumarse la creación de nuevos foros que permitan la cooperación entre los representantes de los intereses comerciales estadounidenses y africanos.

El presidente Bill Clinton hizo todo lo posible para que se aprobara el proyecto de ley el año pasado, antes de emprender un viaje sin precedentes a la región, durante 11 días en marzo.

La ley era considerada una expresión tangible del compromiso de Washington frente a Africa, tras la guerra fría.

El gobierno recibió con beneplácito la rapidez con que el poderoso Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara retomó el proyecto de ley, sobre todo a la luz de las crecientes críticas procedentes de Africa.

Esto sucedió después de que la Casa Blanca no pudo concretar nuevas iniciativas tras el viaje de Clinton, y de que tampoco pudo impedir el estallido y la propagación de conflictos en Angola, entre Eritrea y Etiopía, además de los que padecen República Democrática de Congo y Sierra Leona.

Aún existe cierta oposición al proyecto, en lo que respecta a las condiciones que deberían cumplirse para que las naciones africanas se beneficien de la ley.

Para poder calificar, los países africanos deberían "contribuir en forma continua al progreso para sentar las bases de una economía de mercado".

Ese progreso estaría medido, entre otros factores, por el cumplimiento de los programas de ajuste estructural, la liberalización del comercio y de los regímenes de inversión, y la protección de la inversión extranjera y de los derechos de propiedad intelectual.

Las ONG estadounidenses y africanas objetaron esos criterios, aduciendo que se favorecían los intereses de las firmas transnacionales y de los inversores extranjeros, a expensas de los africanos pobres.

Incluso el presidente sudafricano, Nelson Mandela, denunció el año pasado algunas de esas condiciones, calificándolas de "inaceptables". No obstante, el embajador de Pretoria ante Washington finalmente aprobó la legislación.

De hecho, esos "condicionamientos" fueron los que motivaron las críticas del legislador Jackson, y los que lo impulsaron a presentar su propia ley que, según él, es producto de seis meses de consultas entre ONG africanas y estadounidenses.

El proyecto de ley de Jackson insta a adoptar un nuevo enfoque hacia Africa, basado en la cancelación incondicional de la deuda externa de 230.000 millones de dólares que soporta la región.

Según Jackson, a ello debe agregarse el aumento de la ayuda estadounidense a Africa a la escala de 1994, y que los aranceles preferenciales rijan sólo para los productos fabricados por compañías africanas que respeten los parámetros internacionales en materia de ambiente y trabajo.

Jackson, hijo del reverendo Jesse Jackson, uno de los principales asesores de Clinton en el tema africano, acusó que el "neo-colonialismo económico" subyacente en la AGOA determina que para Africa "sería mejor no tener ningún proyecto de ley antes de que se apruebe esta ley".

Esa afirmación le valió a Jackson la fuerte reacción del principal miembro del Comité de Medios y Arbitrios, y decano de la Asamblea de Congresistas Negros, Charles Rangel.

"¿Acaso usted cree saber más que los 40 embajadores africanos que trabajaron en este proyecto?", arremetió Rangel, quien agregó que, si bien consideraba válidas algunas de las políticas contenidas en la propuesta de Jackson, ésta no tenía posibilidad alguna de obtener el apoyo necesario para ser aprobada.

El comentario resumió la visión de varias ONG estadounidenses que el año pasado discreparon sobre el proyecto y que ahora creen la propuesta de Jackson minará sus gestiones para modificarlo durante el proceso legislativo.

"Nuestra voz quedará ahogada por la de Jackson", dijo un integrante de un grupo africano que defiende los derechos humanos, quien pidió reserva sobre su identidad.

El proyecto parece encaminado a sufrir resistencia en el Senado, donde los intereses textiles son mayores.

En 1998, esos intereses lograron modificar las disposiciones que darían acceso libre de cuotas y de impuestos a las prendas y telas importadas de los países elegibles, y exigieron que esos productos fueran fabricados con géneros y materiales producidos en Estados Unidos.

El senador republicano Phil Gramm, quien acordó defender la AGOA en el Senado, calificó la modificación de "totalmente injustificada". "Si no se deja esa disposición de lado, sería como matar al proyecto de ley", agregó.

Gramm advirtió que un estudio de la Comisión de Comercio Internacional del Departamento de Comercio concluyó que las importaciones no restringidas de prendas y géneros de fabricación africana tendrían un impacto "minúsculo" sobre los empleos en Estados Unidos. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/mvf/aq/ip-if/99

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