/BOLETIN-DD HH/

Un tribunal de Francia sentenció a una inmigrante de Malí a ocho años de prisión por haber practicado la circuncisión genital a 48 niñas.

Hawa Greou, de 52 años, fue juzgada el día 16 por "violencia premeditada" contra menores de 15 años, a las que sometió a mutilación genital.

Las 26 madres de las niñas mutiladas también fueron juzgadas y recibieron condenas de hasta dos años que cumplirán bajo el régimen de libertad condicional.

El caso salió a la luz cuando Mariatou, una estudiante de derecho de 24 años, sometida a la mutilación genital cuando tenía ocho años, presentó una queja contra su madre y Greou, que se preparaban a mutilar a su hija menor.

Es la segunda vez que Greou es condenada, kuego que en 1994 fuera sentenciada a un año de prisión por el mismo cargo, que también cumplió en libertad condicional. En esa oportunidad, los padres y las madres de las niñas mutiladas fueron absueltos.

Los grupos defensores de los derechos de los niños argumentaron, en aquella ocasión, que la pena había sido demasiado leve y daba vía libre a la mutilación genital femenina en Francia, mientras los acusados alegaron que no sabían de la ilegalidad de la práctica en Francia.

"Mama Greou", como le dicen afectuosamente los inmigrantes de Malí en París, siguió llevando a cabo las mutilaciones rituales sin darse cuenta que la jueza Danielle Ringeot continuaba vigilándola.

La transcripción de las llamadas de Greou ordenada por la justicia mostró que los padres y madres malíes, algunos de los cuales habían sido absueltos en 1994, aún recurren a sus servicios.

"Estoy preocupada por el barrio. Creo que deberíamos esperar un poco. Me parece que el mejor momento es el verano, cuando los blancos se van de París", dijo una madre a Greou, que en esta ocasión no pudo alegar que no sabía de la ilegalidad de esta práctica en Francia.

Las posibilidades de libertad condicional o absolución eran muy pocas ya que, cuando la casa de Greou fue registrada, se encontraron navajas, hojas de afeitar usadas, algodón, compresas, antisépticos y ungüentos curativos utilizados habitualmente en esta prácticas.

El abogado de Hawa Greou declaró que su cliente era un chivo expiatorio. "Lo que se juzga en Francia es la mutilación genital femenina, y mi cliente pagará por todos los que la practican. Las mujeres aquí presentes son tan culpables como mi cliente, pero sólo ella irá a prisión", dijo.

Greou se mostró arrepentida en sus declaraciones. "Sólo soy una buena musulmana y ruego que me excusen si hice algo malo. En mi país la mutilación es una tradición, pero llega un momento en que debemos abandonar ciertas costumbres y creo que finalmente entendí eso", señaló.

Greou explicó al tribunal que pertenece a la casta forgeron de Malí, cuyo papel es ayudar y servir a los demás. "Cada familia noble de mi país tiene un forgeron a su servicio", explicó.

Sin embargo, Greou vende sus servicios, que cotiza entre 140 y 500 francos, entre 24 y 86 dólares.

Familias de Senegal y Mauritania también recurrieron a "Mamá Greou".

Los cargos presentados en su contra ante la justicia incluyen varios cientos de mutilaciones practicadas desde 1994, y muchas de las comunidades que practican la mutilación ritual tienen tradición de poligamia.

La mutilación genital, que se practica a las niñas en varios países africanos, consiste en cortar el clítoris y los labios vaginales. Según la tradición, los hombres deben rechazar a las mujeres que no hayan sido sometidas a esta práctica.

Varios países europeos calificaron esa costumbre de criminal a partir del ejemplo de Francia y de la preocupación generalizada por los derechos de las mujeres y los niños.

Los primeros juicios contra la mutilación genital femenina se hicieron en Francia al comienzo de la década del 80, pero recién en 1984 ese país inscribió la práctica eb el código penal.

Una madre fue condenada, por primera vez, a un año y medio de prisión en 1993.

Más de 130 millones de mujeres jóvenes aún pueden ser sometidas a esa práctica en Africa, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

En ese continente, la mutilación genital femenina fue prohibida sólo en Burkina Faso y Senegal.

Los activistas por los derechos humanos piensan que aún queda por hacer mucho trabajo de toma de conciencia contra la mutilación genital femenina en las comunidades africanas, sobre todo entre sus jefes tradicionales. (FIN/IPS/tra-en/tha/nrn/sz/mn/ceb-dg/99

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