La confrontación de intereses comerciales entre seis países encabezados por Estados Unidos y el resto de las naciones obligó hoy a aplazar un año y medio la firma del Protocolo de Bioseguridad, del que depende la seguridad alimentaria, el ambiente y la salud humana.
Tras nueve días y diez noches de deliberaciones en Cartagena, Colombia, los esfuerzos del gobierno anfitrión para acercar las posiciones en la Conferencia Extraordinaria de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica concluyeron la madrugada de este miércoles con un acuerdo para prolongar la negociación.
"En el último momento se logró consenso para continuar el debate sobre la base de los acuerdos adelantados aquí, que permitirán concertar y adoptar más adelante el Protocolo de Cartagena", dijo Juan Mayr, ministro colombiano de Medio Ambiente y presidente de la conferencia.
El protocolo "será el primer instrumento multilateral emanado del Convenio de Diversidad Biológica para regular el uso, movilización y comercio de los organismos genéticamente modificados, especialmente alimentos transgénicos", explicó.
La próxima reunión se realizará antes o durante la próxima conferencia de las partes en Nairobi, en mayo del 2000.
Si se adopta, el Protocolo de Cartagena deberá ser sometido a la ratificación de cada gobierno signatario y su entrada en vigor podría tardar tres o cuatro años, explico el representante de la delegación colombiana Manuel Rodríguez.
Mientras, cada país deberá aprobar leyes para regular el ingreso de productos transgénicos, o podrá establecer acuerdos regionales o bilaterales en la materia, e incluso prohibiciones o solicitudes de moratoria, tal como lo han hecho varios gobiernos.
Ecuador, por ejemplo, ante la creciente presión de la multinacional estadounidense Monsanto para introducir algodón transgénico a ese país, no aprobará ninguna solicitud al respecto hasta tanto se firme el Protocolo y se elabore una ley nacional, según Elizabeth Bravo, delegada de ese país.
Monsanto es la principal productora mundial de agroquímicos y semillas transgénicas del mundo.
El representante de Etiopía Tewolde Berhan Gebre Egziabher, encargado de representar a la mayoría de los países de Africa, América Latina, Asia y el Caribe en la defensa de la diversidad biológica y cultural y su supremacía sobre los intereses comerciales, logró acordar un texto con Europa y Japón.
Hacia la medianoche del martes, la Unión Europea propuso eliminar la subordinación del Protocolo a las disposiciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), punto que fue rechazado con energía por la delegación informal de Washington.
Estados Unidos participó en la conferencia como observador, pues no es firmante del Convenio sobre Diversidad Biológica, pero lidera el denominado Grupo de Miami, integrado también por Argentina, Australia, Canadá, Chile y Uruguay.
La principal argumentación de Estados Unidos se basó en la necesidad de que el Protocolo fuera incompatible con el mandato de la OMC, se subordinara a esta organización e y no impusiera barreras comerciales a los transgénicos.
"La insistencia del Grupo de Miami al respecto obedece a su interés de monopolizar el mercado mundial de alimentos", según Dan Leskien, de la organización no gubernamental Amigos de la Tierra.
"La propuesta europea, más que expresar solidaridad con los países en desarrollo, busca abrir nuevos espacios a las disputas comerciales entre la Unión Europea y Estados Unidos en escenarios diferentes a la OMC", agregó Leskien.
El Grupo de Miami se negó a aceptar la idea central del protocolo proyectado, el denominado "principio de precaución", según el cual no se necesita certeza científica para rechazar la importación de productos transgénicos.
El derecho de los países importadores a informarse antes de aceptar o rechazar la introducción de productos transgénicos en sus territorios, también fue rechazado por el Grupo de Miami.
Este bloque se negó a que el Protocolo cubriera todos los productos transgénicos, pues pretenden la exclusión de fármacos, productos básicos para alimentación humana y animal, productos derivados (como harina y aceite), organismos en tránsito, en experimentación y materias primas, en especial granos.
"Semejante exclusión dejaría por fuera más de 90 por ciento de los transgénicos y haría inútiles las demás disposiciones", explicó Rodrigo Artunduaga, de la delegación colombiana.
Tampoco se avanzó en el debate sobre los riesgos socioeconómicos, ni sobre la definición de responsabilidades y compensaciones en caso de que el ingreso de transgénicos a un país tenga impacto en la salud o el ambiente.
"Desde el principio, la industria biotecnológica, amparada por Estados Unidos y otros países industrializados, demostró lo que confirmó aquí: el Grupo de Miami nunca quiso un Protocolo de Bioseguridad sino un tratado de libre comercio", dijo Chee Yoke Lang, abogada de la Red del Tercer Mundo.
Por su parte, Mario Rodríguez, portavoz de unas 2.200 empresas de 130 países, dijo que el nuevo plazo "permitirá al público y a los gobiernos adquirir mayor información sobre los beneficios de la biotecnología para aliviar el hambre, encontrar cura a muchas enfermedades y remediar la contaminación."
"Siempre se acusa al Tío Sam de ser el malo de la película. Pero no se mencionan las adhesiones de Argentina, Chile, Uruguay, Canadá y Australia. El costo político habría sido mucho peor si se hubiese llegado a un mal acuerdo", afirmó el jefe de la delegación estadounidense, Rafe Pomerance.
Cuba, único país latinoamericano que posee una industrai biotecnológica avanzada, se manifestó "triste" y lamentó que "solo un pequeño grupo de países haya logrado detender el documento medianamente satisfactorio al que habíamos llegado", dijo su vocero, Héctor Conde Almeida.
"La historia no va a perdonar este momento", agregó Conde.
El Partido Verde de Alemania declaró que "dado que sus gobiernos no lograron un acuerdo, ahora queda en manos de los ciudadanos y consumidores presionar por la adopción de regulaciones nacionales".
Liza Convantes, de Greenpeace Internacional, recordó que la presión de los consumidores logró que varios países europeos, como Gran Bretaña, Grecia, Francia, Luxemburgo y Noruega, hayan prohibido la siembra de algunos cultivos transgénicos y el uso de los que contienen genes marcadores resistentes a antibióticos.
Gran Bretaña considera la posibilidad de declarar una moratoria sobre la soja transgénica y Brasil la prohibición deesos cultivos.
Europa y Canadá prohibieron la importación de leche y carne procedente de ganado manipulado con una hormona de crecimiento, producida y exportada por Estados Unidos, luego de conocerse un informe científico sobre las alteraciones hormonales que provoca en adolescentes. (FIN/IPS/as/mj/en dv/99